Reseñas

PROUST Y LA NEUROCIENCIA. UNA VISIÓN ÚNICA DE OCHO ARTISTAS FUNDAMENTALES DE LA MODERNIDAD - JONAH LEHRER 1

PROUST AND NEUROSCIENCE. A UNIQUE VISION OF EIGHT FUNDAMENTAL ARTISTS OF MODERNITY - JONAH LEHRER

Victoria Rubbini
Universidad Nacional de La Plata, Argentina

PROUST Y LA NEUROCIENCIA. UNA VISIÓN ÚNICA DE OCHO ARTISTAS FUNDAMENTALES DE LA MODERNIDAD - JONAH LEHRER 1

Ciencias Administrativas, núm. 10, 2017

Universidad Nacional de La Plata

Recepción: 01 Febrero 2017

Aprobación: 01 Junio 2017

Resumen: En Proust y la neurociencia Jonah Lehrer revela la necesidad de poner fin al secular desencuentro entre arte y ciencia. Con un tono coloquial que permite una lectura fluida, introduce al lector en los desarrollos de ocho artistas de la modernidad que se adelantaron a su época, descubriendo verdades sobre la mente humana que la ciencia en la actualidad está redescubriendo. Su objetivo es mostrar la conveniencia de que la ciencia y el arte se integren en una esfera crítica expansiva, para lo cual considera vital que exista el dialogo entre ambas culturas.

Palabras clave: Neurociencia, Modernidad, Jonah Lehrer.

Abstract: In “Proust and Neuroscience” the author Jonah Lehrer reveals the need to end the secular disagreement between Art and Science. With a colloquial tone allows a fluent reading, leads the reader into the eight artist of modernity developments that were ahead of their time, discovering truths about the human mind that are currently been rediscovered by the science. Its aim is to demonstrate the convenience of the integration of Science and Art into a critical expansive field, therefore the dialogue between both cultures is considered vital.

Keywords: Neurosciencie, Modernity, Jonah Lehrer.

Reseña

En Proust y la neurociencia Jonah Lehrer revela la necesidad de poner fin al secular desencuentro entre arte y ciencia. Con un tono coloquial que permite una lectura fluida, introduce al lector en los desarrollos de ocho artistas de la modernidad que se adelantaron a su época, descubriendo verdades sobre la mente humana que la ciencia en la actualidad está redescubriendo. Su objetivo es mostrar la conveniencia de que la ciencia y el arte se integren en una esfera crítica expansiva, para lo cual considera vital que exista el dialogo entre ambas culturas.

Jonah Lehrer es editor adjunto de la revista Seed y ha trabajado en el laboratorio del neurocientifico Eric Kandel, premio Nobel de Medicina. Además es colaborador habitual del Washington Post y el Boston Globe. Estudió la licenciatura en neurociencia en la Universidad de Columbia, y, mientras participaba de trabajos de formación en el laboratorio junto con científicos, leía Por el camino del Swann, de Marcel Proust, donde empezó a notar la convergencia de aquel relato tan famoso sobre el recuerdo de un hombre y la concepción de cómo funciona nuestra memoria por parte de la neurociencia.

En el libro se expone una síntesis de ideas de escritores, pintores, compositores y chefs que desarrollan sus trabajos a principios del siglo XX cuando, por otro lado, los científicos descubren el reduccionismo. Según esta teoría, la totalidad sólo se puede comprender desmenuzándola hasta que se disuelva.

Con gran habilidad el autor recrea el escenario en el cual estuvieron inmersos los artistas para desplegar su proceso creador, haciendo hincapié en las personas e ideas de las que emergió su arte, y en los métodos y técnicas que utilizaron para sus desarrollos.

Lehrer describe trabajos de Walt Whitman, George Eliot, Auguste Escoffier, Marcel Proust, Paul Cézanne, Igor Stravinski, Gertrude Stain y Virginia Woolf, que considera que se adelantaron a la ciencia de manera más explícita. Estos artistas presenciaron el nacimiento de la ciencia moderna, compartieron su empeño en conocer la conciencia desde dentro y el interés en la experiencia humana.

En la poesía de Walt Whitman, se desprende su visión del cuerpo y la mente como inseparables –para la misma época la ciencia los consideraban separados. Por otra parte, mientras los científicos buscaban los conocimientos biológicos que demostraran que éramos prisioneros de lo que heredamos, en las novelas de George Eliot subyace como característica de la naturaleza del individuo la maleabilidad del cerebro, es decir, la manera como cada persona se puede cambiar a sí misma. En otras palabras, la libertad siempre va a estar presente. Años más tarde, la ciencia le reconoce la razón. El descubrimiento del ADN demuestra que nuestras neuronas plásticas están diseñadas para adaptarse a las experiencias pero en ningún caso determinan el cerebro humano. En la literatura de Marcel Proust, el olfato y el gusto tienen una gran carga de memoria en sus personajes. La neurociencia actual reconoce a estos como sentidos extraordinariamente sentimentales, ya que son los únicos que enlazan con el hipocampo, centro de la memoria a largo plazo.

El cheff Auguste Escoffier, en momentos en que se conocía la existencia de cuatro sabores, describió el umami [2] , lo que saboreamos cuando comemos cualquier cosa. En la actualidad la ciencia demostró que no era producto de su imaginación, en la lengua se encuentran los receptores de umami.

Por otro lado, cuando la psicología de la época veía nuestros sentidos como reflejos del mundo exterior, Paul Cézanne con sus cuadros invierte esta percepción de la visión. Para él nuestras impresiones exigen interpretación, no alcanza el ojo, sino que se necesita pensar. La realidad no está ahí como algo objetivo, sino que es fabricada por la mente. Con sus cuadros abstractos muestra nuestra manera de ver. A finales de la década de 1950 la ciencia tiene el primer indicio científico de cómo el cerebro procesa los datos del ojo.

Para Igor Stravinski, la revolución del sonido debía empezar por el acto de desconstrucción; la música es interesante cuando nos enfrenta a la fuente de tensión del conflicto. La consagración de la primavera fue su primera obra sinfónica que expresó esta filosofía. Con posterioridad la neurociencia ha demostrado que la corteza auditiva es sumamente plástica. El cerebro afina su propio sentido del sonido y cuando un patrón de ruido se oye varias veces, el cerebro memoriza ese patrón.

Gertrude Stein fue científica antes que artista, pero sus experimentos relacionados con la escritura automática no funcionaron en el sentido buscado por ella, aunque encuentra que nuestro lenguaje tiene una estructura, la cual está incorporada al cerebro. Con posterioridad la psicología le da la razón.

La escritora Virginia Woolf, con su arte, utilizó el “yo” para mantenernos unidos; señalaba que la mente está hecha de fragmentos, pero estos forman un ser unido. Siguiendo su arte, emergemos de nuestras propias interpretaciones del mundo, es decir, nos inventamos a partir de nuestras propias sensaciones. Casi un siglo después la neurociencia no ha encontrado nuestra fuente, pero muchas de las intuiciones de Woolf han sido confirmadas.

De esta forma, por intermedio del trabajo de los artistas, Lehrer muestra al lector de modo admirable, por su claridad y sencillez, los desarrollos con los que se adelantaron al conocimiento científico en el campo de la neurociencia. Destaca la complementariedad de la ciencia y el arte, y le asigna a este último la función de contrapeso necesario del reduccionismo científico. Pero también nos recuerda los límites del conocimiento científico y la capacidad del arte para explorar lo inefable sin ofrecer una respuesta.

El autor pone de relieve la existencia de distintas maneras de describir la realidad. La ciencia para describir el cerebro y el arte para describir la experiencia real. Los reconoce como niveles autónomos de conocimiento aunque relacionados, por lo cual aspira a que la integración de ambos sea una celebración del pluralismo en una nueva cultura.

En definitiva, el llamado de Lehrer a un mayor diálogo entre la ciencia y el arte que permita integrarse en una esfera crítica expansiva es sumamente interesante y atinado. Sin embargo, pareciera más una necesidad de la ciencia que del arte que, siguiendo sus palabras, está preparada para tratar lo inefable.

Notas

[1] Editorial Paidós Transcripciones
[2] Palabra japonesa que significa buen sabor.

Información adicional

Clasificación JEL: Y30

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