Editorial

Editorial

Ciencia, Tecnología y Política

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2618-2483

Periodicidad: Semestral

núm. 8, 2022

revista.ctyp@presi.unlp.edu.ar



Desde la publicación, en noviembre de 2021, de nuestro último número de CTyP el mundo y nuestra región han estado cambiando vertiginosamente. A nivel global, al desastre de dos años de pandemia de Covid-19, que agudizó muchas de las contradicciones sociales y geopolíticas de una realidad cada vez más injusta, se suma una nueva guerra europea, que tienen a Rusia, Ucrania y la OTAN como principales protagonistas y cuya verdadera esencia es la disputa de la hegemonía mundial. Los Estados Unidos y los países europeos, que integran la OTAN, se involucran cada vez más intensa y directamente en la guerra, al tiempo que ignoran las advertencias rusas sobre una escalada del conflicto, que puede derivar en una guerra nuclear. A esta situación se suma una guerra informativa que apela explícitamente a la desinformación, a la rusofobia y las fake news para moldear a la opinión pública en la idea de que Rusia está derrotada y acorralada y que por tanto intentará utilizar armas químicas, biológicas y/o nucleares. La contradicción entre la realidad y el relato sobre la misma, hace temer operaciones de ambos bandos de consecuencias impredecibles. La pelea por el control del discurso oficial se suma a la lucha entre monopolios tecnológicos por controlar la producción y circulación de información. Corporaciones económicas autónomas, con más poder que gobiernos y sociedades, deciden mediante programación algorítmica qué contenidos vemos y cuáles se ignoran. Así, un posible conflicto nuclear, aunque adquiere centralidad y podría ocurrir en cualquier momento, aparece minimizado y relegado para la mayoría de la población mundial. Sobre todo, para la europea que parece ignorar la amenaza que significa la guerra para toda la humanidad y la vida en la tierra. Estas circunstancias desnudan la irracionalidad de una estrategia militar centrada en escalar impunemente a la guerra, arriesgando en el proceso la confrontación nuclear. Debemos recordar que entre Rusia y la OTAN suman el 90% del armamento nuclear en el mundo y tienen una capacidad de destruir varias veces a la población mundial.

Sobre esta base queremos insistir en que es imprescindible darle una salida diplomática al conflicto, la única posible, para evitar más daños y sufrimiento. Esta negociación diplomática se debería basar en la neutralidad de Ucrania y otros países europeos y el retiro de Rusia de ese país. Una neutralidad basada en la no adhesión a alianzas militares, como la OTAN, que incluya albergar armas y ejecutar maniobras que apunten a Rusia. Un estatus similar al que hoy tiene la mayoría de los países del hemisferio occidental que no pueden entrar en una alianza militar dirigida por China, o instalar armamento chino apuntado a los EE.UU. en las fronteras con este país.

La real posibilidad de un holocausto nuclear ocurre en un mundo globalizado sometido a una dinámica irracional, que concentra cada vez más el poder en pocas manos y multiplica e intensifica la desigualdad y la exclusión social, generando conflictos como el de Ucrania. Durante los dos años de pandemia, las mayores fortunas crecieron como nunca y la inequidad se acentuó. Como lo señala la organización Oxfam1 en un reciente informe, más de 260 millones de nuevas personas podrían verse sumidas en la pobreza extrema en 2022 como consecuencia de la pandemia, el incremento desorbitado de los precios de los alimentos, y la guerra en Ucrania. De este modo para finales de este año, un total de 860 millones de personas podrían vivir en situación de pobreza extrema (con menos de 1,9 dólares al día). Esto también se reflejaría en los niveles de hambre a nivel mundial ya que el número de personas que padecen desnutrición podría alcanzar los 827 millones este año. Este panorama es aún más desolador si tenemos en cuenta los billones de dólares acaparados por un puñado de personas poderosas sin ningún interés por frenar esta escalada. Por otra parte, este año los países más pobres del mundo deberán pagar 43.000 millones de dólares de deuda, monto que podrían utilizar para sacar a parte de su población de la indigencia. Asimismo, los salarios de la mayoría de los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo y particularmente los de nuestro país, han disminuido en porcentajes alarmantes. Las desigualdades de género se han agravado. Entre 2019 y 2021 las mujeres perdieron 13 millones de puestos de trabajo que no se recuperaron, cosa que sí ocurrió con los hombres.

Al decir de Noam Chomsky,2 resistir las consecuencias de esta fase de la globalización impulsada por los poderosos, con sus componentes de inteligencia, militarización, racismo, sexismo, violencia, deslocalización de industrias y precarización del empleo, es una buena respuesta principista y una tarea a desarrollar. Y a pesar de los peligrosos avances de la derecha en el mundo, esto está ocurriendo. En diversos análisis internacionales donde se han evaluado las varias miles de protestas ocurridas en los últimos años en todo el mundo, se pone de manifiesto que estas expresan reclamos por una verdadera democracia, mejores empleos y servicios públicos, protección social, derechos civiles, justicia global y rechazo a la corrupción y medidas de austeridad.

En este contexto cada vez más, en diferentes países, se pone la mira en hacer que los más ricos cuyas fortunas crecieron obscenamente paguen esta crisis y haya una mayor y más justa distribución de la riqueza. Se hace necesario, por un lado, introducir impuestos a la riqueza para financiar una recuperación que sea justa y sostenible. Diversos análisis internacionales estiman que un impuesto anual sobre el patrimonio de entre el 2% y el 5% sobre las fortunas millonarias podría generar cada año el dinero suficiente para sacar de la pobreza a 2300 millones de personas, fabricar vacunas para todo el mundo y proporcionar servicios de salud y protección social universales a la población de los países de renta media y baja. Solo se requiere voluntad política y creatividad económica para hacerlo. Por otro lado, se hace necesario establecer impuestos para las grandes corporaciones que han obtenido los llamados beneficios “caídos del cielo” derivados de la crisis. Se estima que un impuesto de tales características aplicado a 32 corporaciones hubiera generado una recaudación adicional de 10.4000 millones de dólares tan solo en 2020.

Asimismo, es imprescindible cancelar los pagos de la deuda a los países en desarrollo que precisan de ayuda urgente. Condonar su deuda liberaría más de 30.000 millones de dólares de fondos vitales para 33 países que están en alto riesgo de padecer una crisis de deuda. Entre ellos, naturalmente, la Argentina, donde como consecuencia de la doble pandemia del COVID 19 y la del macrismo, que dejó una deuda impagable, más del 40% de la población vive en la pobreza. Muchos no alcanzan a comer lo mínimo e indispensable y la mayoría de los más perjudicados son niños. Difícilmente haya existido en la historia argentina una emergencia tan profunda como la actual. La economía del país parecería haberse recuperado y estar creciendo, pero es imprescindible que, en todo caso, ese crecimiento se exprese en una mejora en los ingresos y condiciones de vida de los que menos tienen.

En el plano específico de las políticas científicas, en nuestro país ha habido avances novedosos como el Plan Integral para el Fortalecimiento de los Recursos Humanos de los Organismos de CyT pertenecientes a la Administración Pública Nacional. Este plan significa la incorporación de mil científicos/as a 16 de estos organismos. Por otro lado, se encuentran para su tratamiento en las cámaras la ley del Plan de Ciencia y Tecnología 2030 y la Ley de Nano-biotecnología. También se prevé para este año el tratamiento de un posible proyecto impulsado por la Agencia I+D+i de compras públicas para innovación.

Un aspecto que causa preocupación en nuestro sector es que, a pesar de la puesta en marcha de la ya sancionada Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, la inflación ha afectado muy seriamente los subsidios y los salarios del personal del sector. En ambos casos se requiere una urgente actualización. Por otro lado, se observa en diversos organismos que se está funcionando con el presupuesto 2021 y hay un retraso importante en la asignación de los fondos correspondientes al 2022.

En este marco, y próximos a los 40.000 lectores, presentamos este nuevo número de CTyP sumamente preocupados por el futuro del mundo y de nuestro país.

Reafirmando nuestro compromiso con las políticas de derechos humanos entrevistamos al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), referente internacional en la búsqueda y restitución de la identidad de personas desaparecidas. Natalia Federman, su directora ejecutiva, y Mercedes Salado Puerto, coordinadora de la Unidad de Identificación Forense, nos hablan de la historia, metodología y desafíos que hoy tiene el EAAF.

Hebe Vessuri, sin dudas una de las figuras más destacadas en el campo de la antropología social y los estudios sociales de la ciencia, analiza las nuevas misiones y desafíos que se le presentan hoy a las ciencias sociales. Entre ellas cuestiones éticas, ideológicas y epistemológicas en torno a temas como desarrollo, globalización, diversidad, políticas públicas, democracia, ciudadanía, futuros posibles y deseables y encrucijadas éticas.

En línea con estos desafíos y misiones Juan Ignacio Piovani analiza el Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC). Este programa constituye una experiencia inédita a nivel nacional y probablemente regional por la importancia de los actores involucrados, como por las oportunidades que genera para realizar estudios con alcance nacional sobre la sociedad actual.

Nicolás Moncaut, Gabriel Baum y Verónica Robert se preguntan hacia dónde se encamina la industria de software argentina, concluyendo que la orientación de las políticas públicas, si bien ha promovido el crecimiento del sector no ha producido un efecto transversal sobre la productividad de la industria nacional. Con el fin de contribuir a reorientar el perfil productivo y comercial del sector presentan algunas propuestas concretas.

Darío Codner analiza el rol de las Oficinas de Transferencia Tecnológica (OTT) en las Universidades Nacionales de gestión pública de Argentina. En base a un estudio basado en encuestas realizadas a los encargados de estas oficinas concluye, entre otros aspectos, que la relación de las OTT con la industria y la producción es más una dimensión aspiracional que real y que existen tensiones entre la cultura cientificista y la posibilidad de generar resultados de impacto productivo o social.

Rodrigo Kataishi y Cristian Brixner explican las dos principales teorías económicas dominantes sobre los sistemas de ciencia, tecnología e innovación. Proponen que estos marcos conceptuales al no estar situados no han dado los resultados esperados en los países periféricos y que se requiere crear nuevas teorías que reconozcan tanto las limitaciones de los modelos previos, como las dinámicas de producción, organización, apropiación y concentración tecnológica, y de poder, que se presentan en nuestros países.

Marcela Fushimi, Carolina Monti y Carolina Unzurrunzaga plantean cuatro problemáticas que limitan el acceso abierto a las publicaciones científicas y el avance de la llamada ciencia abierta. Analizan, además, las políticas desarrolladas por el Estado argentino, tanto para dar acceso a la literatura científica, como para difundir y poner a disposición de manera abierta y gratuita las producciones financiadas con fondos públicos. Asimismo, presentan algunas propuestas para lograr, a nivel de política de información, una mayor soberanía científica.

En la sección dedicada a la producción de participantes de cursos que dicta nuestra Cátedra Libre y otras contribuciones, presentamos, por un lado, un artículo escrito por María Eugenia Vicente y Germán López Bedogni donde se realiza un breve análisis de dos programas existentes en nuestro país basados en la dinámica problema-solución: “ImpaCT.AR Ciencia y Tecnología” y “Redes Institucionales Orientadas a la Solución de Problemas (RIOSP)”. Por otro lado, Daniela Curín, Rosario Alessandroni y Camila Rodriguez analizan y comparan las características de dos revistas de divulgación científica y sus ediciones entre 1950 y 1955: Mundo Atómico y Ciencia e Investigación. Ambas revistas fueron reflejo de dos enfoques del desarrollo científico tecnológico nacional, que más allá del contexto histórico en que se manifestaron, conservan vigencia en la actualidad.

Para la sección Fragmentos seleccionamos partes de un texto de Alcira Susana Argumedo (1940–2021), socióloga, investigadora, política, diputada nacional y, por sobre todas las cosas, una militante del pensamiento nacional, latinoamericano, popular, ambientalista y feminista. Y como siempre podrán encontrar nuestra sección de recomendados y clásicos.

Por otro lado, nos complace anunciar el ingreso de CTyP al Catálogo 2.0 de Latindex, el sistema regional de información sobre revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal, que integra revistas en línea que cumplen con criterios de calidad editorial. Sumado a ello, también gestionamos la adhesión como revista a la Declaración de San Francisco sobre evaluación de la investigación (DORA), que promueve una mejora en las formas en las que se valoran los productos de la investigación científica.

Finalmente, como es costumbre, agradecemos a quienes colaboraron en este nuevo número de la revista, y muy especialmente a la Universidad Nacional de La Plata y a Y-TEC, YPF TECNOLOGÍA. También va nuestro agradecimiento a la Coordinación General de Revistas de la UNLP y al Portal de Revistas de la UNLP, que sostiene la plataforma informática sobre la que trabajamos diariamente.

Notas

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