Artículos centrales

Las ciencias sociales en el nuevo orden mundial

The social sciences in the new world order

As ciências sociais na nova ordem mundial

Hebe Vessuri
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México, México

Ciencia, Tecnología y Política

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2618-2483

Periodicidad: Semestral

núm. 8, e070, 2022

revista.ctyp@presi.unlp.edu.ar

Recepción: 24 Febrero 2022

Aprobación: 15 Marzo 2022



DOI: https://doi.org/10.24215/26183188e070

Resumen: La ciencia actual concibe no sólo a las ciencias duras y la tecnología como un recurso económico nacional de los estados dominantes, sino que de la mano de la economía basada en el conocimiento asigna nuevas misiones a las ciencias sociales. Por otro lado, las nuevas formas de Estado que comenzaron a gestarse en algunos países a partir de las reformas neoliberales de los años 1980 y 1990 generan nuevos desafíos a las ciencias sociales. En este artículo se analizan estos aspectos, y se propone una construcción de las ciencias sociales acumulativa, centrada más en explicar la realidad de la vida y el trabajo empírico que en discutir una y otra vez supuestas grandes o pequeñas teorías. Se concluye que, en el futuro de las ciencias sociales estarán a la orden del día cuestiones éticas, ideológicas y epistemológicas en torno a temas como desarrollo, globalización, diversidad, políticas públicas, democracia, ciudadanía, innovación responsable, futuros posibles y deseables y encrucijadas éticas.

Palabras clave: globalización, transnacionalidad, ciencia hegemónica, ciencia social.

Abstract: Current science conceives not only the hard sciences and technology as a national economic resource of the dominant states, but also, hand in hand with the knowledge-based economy, assigns new missions to the social sciences. On the other hand, the new forms of State that began to take shape in some countries after the neoliberal reforms of the 1980s and 1990s generate new challenges for the social sciences. In this article, these aspects are analyzed, and a construction of the cumulative social sciences is proposed, focused more on explaining the reality of life and empirical work than on discussing supposed big or small theories once again. It is concluded that, in the future of the social sciences, ethical, ideological and epistemological issues will be the order of the day regarding issues such as development, globalization, diversity, public policies, democracy, citizenship, responsible innovation, possible and desirable futures and crossroads. ethics.

Keywords: globalization, transnationality, hegemonic science, social science.

Resumo: A ciência atual não apenas concebe as ciências duras e a tecnologia como um recurso econômico nacional dos estados dominantes, mas também, de mãos dadas à economia baseada no conhecimento, atribui novas missões às ciências sociais. Por outro lado, as novas formas de Estado que começaram a tomar forma em alguns países após as reformas neoliberais dos anos 1980 e 1990 geram novos desafios para as ciências sociais. Neste artigo, esses aspectos são analisados ​​e é proposta uma construção das ciências sociais cumulativas, focada mais em explicar a realidade da vida e do trabalho empírico do que em discutir repetidas vezes supostas teorias de maior ou menor importância. Conclui-se que, no futuro das ciências sociais, questões éticas, ideológicas e epistemológicas estarão na ordem do dia em questões como desenvolvimento, globalização, diversidade, políticas públicas, democracia, cidadania, inovação responsável, futuros possíveis-desejáveis e encruzilhadas éticas.

Palavras-chave: globalização, transnacionalidade, ciência hegemônica, ciência sociai.

La ciencia hegemónica1

El conocimiento científico es una forma peculiar de conocimiento, estrechamente ligado a la historia del mundo moderno. En principio, se supone que es indiferente a distinciones entre individuos por su color de piel, origen genético, género o nacionalidad. Sin embargo, compartió la estructura racista y prejuiciosa de las sociedades europeas donde se institucionalizó en una etapa temprana, con consecuencias particulares no sólo para sus practicantes originarios sino para la ciencia misma en todo el mundo. Después de más de 200 años de colonización planetaria, con la explotación económica como la base del poder de los estados capitalistas europeos sobre el resto del orbe, apenas si en los últimos 50 años las ciencias sociales en los países dominantes descubrieron que había un mundo social más allá de sus estados-nación, un mundo social que ya no podían seguir ignorando. Y así fue como descubrieron lo que se ha llamado la globalización de las ciencias sociales –una internacionalización que se ha puesto en práctica básicamente como comparación de teorías de estados-nación individuales (Kuhn, 2021)–. Esta así llamada globalización, en realidad, fue resultado del mundo global de los negocios, que siempre consideró que los territorios limitados de los estados-nación eran un obstáculo a su actividad, y que abogó para remover las restricciones en los mercados, encontrando un socio compatible en las autoridades de esos estados-nación y en el interés de extender su poder político sobre otros espacios, con el resultado de que el mundo se ha convertido en un mundo para los negocios. Este mundo global de los negocios ha llegado a valorar las ciencias “duras” y la tecnología como medio de hacer negocios y, más recientemente, también los beneficios de las ciencias sociales han entrado en su mira.

Para asegurar la nueva orientación de la ciencia, bajo el asesoramiento experto del mundo de los negocios, las políticas científicas nacionales en los estados dominantes transformaron sus campos científicos en un recurso económico nacional políticamente controlado. En este marco han forzado a sus ciencias a hacerlo a través de ofertas de su rediseño como mercado de conocimiento nacional en tanto contribución de esos estados a su establecimiento como locación atractiva para el mundo global de los negocios, un mercado nacional de conocimiento social basado en el “proceso de Bolonia”. Con esta Declaración, los países europeos dieron inicio a un proceso de convergencia para facilitar el intercambio de titulados y adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas del mercado. Este acuerdo, enmarcado dentro del Acuerdo General de Comercio de Servicios, firmado en 1995, tuvo como objetivo declarado "liberalizar el comercio de servicios" a escala mundial para introducirlos en el mercado, considerando que "la financiación pública es un elemento de distorsión de los mercados". La idea guía fue transformar la ciencia en una mercancía, convirtiéndola en un instrumento de la competición internacional y en una palanca del crecimiento económico. Con una terminología atractiva, la “economía basada en el conocimiento”, las ciencias sociales encontraron así nuevas misiones económicas asignadas por la política.

Esa globalización tuvo una gama de efectos, entre ellos: homogeneizó de ciertas maneras las formas y procesos de la expresión política y cultural, alteró identidades ya establecidas y permitió otras nuevas. Por un tiempo, las grandes y heterogéneas disciplinas de las ciencias sociales se estuvieron interrogando sobre el impacto de la globalización y de los mercados académicos cambiantes sobre la ciencia. En el proceso, se desmoronaron viejos estereotipos y prejuicios. La ubicación geográfica, el reconocimiento de sesgos –sistémicos o individuales– en relación con la inclusión, diversidad, accesibilidad, ruptura de barreras, el descubrimiento de que un mecanismo de reconocimiento del tipo “una talla única” no sirve, fueron algunas de las nociones que entraron en las conversaciones del mundo de la ciencia social. Mientras que ya lo plantearon teóricos sociales clásicos como Marx, Durkheim y Mannheim, y después de varias generaciones de investigadores, hoy se reconoce que el conocimiento científico no es un mero reflejo de la sociedad ni el producto de un desarrollo acumulativo separado y desinteresado (Ravetz, 1971; Akiwowo, 1999; Porter y Ross, 2003; Raj, 2007; Camic, Gross, y Lamont, 2011; Nieto Olarte, 2019).

Los científicos ya no son vistos como una élite, aunque tienen sus élites. La ciencia hegemónica aparece hoy como una institución social profundamente estratificada, no sólo en términos de un valor abstracto de conocimiento, sino que ese conocimiento está social, geográfica y políticamente ordenado. Basta con revisar las referencias bibliográficas de cualquier trabajo de las ciencias sociales en nuestros países. ¿A quiénes se cita? ¿A quiénes se lee? ¿Dónde está situada la autoridad teórica, epistémica de nuestras disciplinas? ¿Cuáles son los conceptos y teorías que se continúan describiendo en los capítulos de metodología de las tesis? Los científicos sociales se reconocen crecientemente como trabajadores académicos en un sistema global; mientras su trabajo se genera en instituciones localmente situadas, el sistema global recibe forma de las relaciones sociales y condiciones materiales del contexto social más amplio. Hay creciente interés en la posibilidad y realidad de un sistema de producción e intercambio de conocimiento mundial, y se tiene una mejor comprensión de los desafíos enfrentados por los académicos del “Sur Global”, aunque todavía hay poca claridad conceptual sobre los mecanismos operativos que mueven al sistema mundial de conocimiento.

El orden mundial de las ciencias sociales hoy

Hoy estamos en otro momento. De lugares dispares surgen diversas iniciativas, que apuntan a ampliar el alcance de la interacción social y la comunicación y conducen a otras narrativas. Podemos mencionar aquí el papel clave de algunas experiencias. Por ejemplo, en 2008 el Consejo Internacional de las Ciencias Sociales (ISSC) y el Consejo Internacional de las Uniones Científicas (ICSU) hicieron un llamado conjunto de acercamiento de las ciencias naturales y sociales durante la Asamblea General de ICSU en Maputo, Mozambique. Entre las recomendaciones estaban que ICSU continuará estimulando la participación de las ciencias sociales en sus comités, grupos de tareas e iniciativas de investigación colaborativas; que estimulara a más asociaciones de las ciencias sociales a incorporarse a ICSU; y que ICSU trabajara con el ISSC como socio clave en el fortalecimiento de la ciencia social relevante para implementar el Plan Estratégico de ICSU (International Council for Science, 2008). Poco más tarde, en 2009, se reunió el primer Foro Mundial de las Ciencias Sociales en Bergen, Noruega, bajo el liderazgo de Gudmund Hernes, presidente, y Heide Hackmann, directora ejecutiva del ISSC. El tema fue “Un Planeta – ¿Mundos Separados?”2 Desde entonces, el Foro se ha establecido como un evento que reúne periódicamente a científicos y practicantes de todo el mundo para discutir desafíos sociales, inventariar las contribuciones y capacidades de las ciencias sociales, y hacer recomendaciones para investigaciones futuras, prácticas y políticas. En una asamblea conjunta en Taipei en 2017 los miembros del ISSC e ICSU decidieron fusionarse creando el Consejo Internacional de la Ciencia, la mayor organización científica internacional de su tipo

La Red CTS Transnacional de la 4S (Society for the Social Studies of Science) es otra iniciativa que refleja la nueva sensibilidad hacia el transnacionalismo en las ciencias sociales. Esto ha crecido a través de conferencias sucesivas y hoy reúne a una comunidad de investigación interdisciplinaria transnacional que estudia las dimensiones culturales de la ciencia y la tecnología, concebidas expansivamente (incluyendo el estudio de diferentes tipos de conocimiento e instituciones, por ejemplo). CTS Transnacional emprende sus actividades a través de grupos de trabajo y proyectos asociados.

El GRIP (Global Research Institute of Paris) ha sido instalado recientemente apuntando a una estrategia científica sobre la investigación global. Entre los principales desafíos de la globalización para las ciencias sociales, busca definir cuáles son las cuestiones que no debiera perder de vista para posicionar al instituto en la geografía global de la ciencia Está organizado en torno a tres áreas temáticas: urbanidades globales, circulaciones y tecnologías, mercados y vulnerabilidades.

¿Estamos en un momento de ”apertura” de la ciencia social? ¿Qué implican iniciativas recientes como las que acabamos de mencionar? ¿Quién habla? ¿Quién escucha? ¿Qué escuchamos? ¿Por qué escuchamos lo que escuchamos, y qué mensajes llevamos a casa con nosotros? ¿Qué dejamos por fuera? Cuestiones de traducción, comprensión y asimilación envuelven la consideración de los orígenes sociales de las ideas a través de las relaciones que las transmiten a su último destino como ingredientes de una práctica social global en permanente transformación. Desde muchos lugares llega el argumento de que la ciencia hegemónica ha rigidizado de manera exagerada tanto las similitudes como las diferencias, simplificando indebidamente la realidad, descuidando la variedad en el nivel micro, ignorando las rearticulaciones con las normas, estrategias y todas las particularidades siempre presentes en las sociedades del mundo. En relación con esa supuesta idea de ciencia universal, que hoy suele identificarse como “hegemónica”, se cuestiona si el canon disciplinario se ha convertido en una camisa de fuerza que impide el crecimiento del conocimiento, si éste se renueva y crece de forma saludable, y si es capaz de reconfigurarse una y otra vez en el tiempo sin eliminar la historia de los procesos y la variabilidad de las especificidades locales.

Nacionalismo metodológico y la dimensión geopolítica

Las ciencias sociales fueron un elemento integral del desarrollo de la ciencia en el orden mundial que surgió durante la Guerra Fría. Un orden inestable y multipolar acompañó las relaciones internacionales. La hegemonía militar y económica estadounidense influyó decisivamente en las nuevas formas de investigación científica y técnica de la segunda mitad del siglo XX. Las formas de hacer ciencia social en los distintos países se acoplaron al nuevo mapa de dominación mientras novedosos equilibrios geopolíticos acompañaban su difusión y apropiación. Las experiencias sociales en diferentes regiones del mundo tendieron en el pasado a ser analizadas como fenómenos discretos y separados más que como parte de un fenómeno global. Se construyeron teorías que enfocaron cada sociedad como una entidad discreta y cerrada con su propia trayectoria económica, cultural e histórica separada. Que el estudio de poblaciones migrantes se hubiera construido sobre esa visión cerrada de la sociedad y la cultura no sorprende considerando que todas las ciencias sociales estuvieron dominadas durante décadas por esos modelos estáticos. Hasta la década de los 1970s todas las disciplinas sociales seguían restringidas por sus categorías cerradas de análisis. Unos pocos autores, como Wolf (1982, 1988) y Worsley (1984), reclamaban un nivel global de análisis. Desde su origen, el nacionalismo metodológico supuso la naturalización del estado-nación por las ciencias sociales. Los países se convirtieron en las unidades naturales para estudios comparativos, se equiparó la sociedad al estado-nación, y se fusionaron los intereses nacionales con los propósitos de las ciencias sociales. En su uso más directo, el nacionalismo metodológico implicó la equivalencia entre sociedad y estado-nación. Es decir, ha argumentado que la discusión de la sociedad moderna que hace la sociología implica una comprensión implícita de la nación. O, en otras, palabras, la nación es tratada como “la representación natural y necesaria de la sociedad moderna”. Este modo de naturalización por el cual las teorías sociales dieron por supuesto los discursos oficiales, agendas, lealtades e historias sin problematizarlas es un error que ha conducido a muchos investigadores a territorializar el lenguaje de la ciencia social reduciéndolo a los límites del estado-nación.

Sin embargo, lo que se consideraron errores metodológicos de los sociólogos europeos, pueden verse como ventajas en los nuevos países salidos de la experiencia colonial. Tal es el caso de una autora como Patel (2013), quien argumenta que en los nuevos escenarios se abrazaba conscientemente un lugar/territorio para crear un conjunto de lineamientos que confrontara al discurso dominante euro-norteamericano de las ciencias sociales. La orientación positiva que se produjo como articulación de los nuevos estados nación ayudó a desestabilizar de alguna manera la orientación hegemónica de la ciencia social global/del Norte. La identificación con el lugar, según esta autora, permitió a los intelectuales de las nuevas naciones construir solidaridad intelectual contra el conocimiento dominante, facilitando el crecimiento de un discurso alternativo.

Los nuevos Estados y dificultades renovadas para la ciencia en el mundo en desarrollo

Más recientemente, nuevas formas de Estado comenzaron a gestarse en algunos países a partir de las reformas neoliberales de los años 1980 y 1990, reflejo, entre otras cosas, de las insuficiencias del crecimiento económico para la replicación de los estados-nación según la óptica del mundo más desarrollado. En el caso de México, por ejemplo, surgió un espacio económico regido por criterios globales de transparencia y legalidad para apoyar la integración comercial de México con Norteamérica, ya anticipada en los 70s por la franja de libre comercio de la frontera México-Estados Unidos. La diferencia entre el Estado que empezó a desarrollarse con el proyecto neoliberal y el actual tiene su eje en usos alternativos del Estado en relación con la economía formal y la informal (Lomnitz, 2021). Si bien las izquierdas y las derechas no han desaparecido del panorama, sí han dejado de definir la discusión política, la cual ha pasado a definirse más bien en torno a una política identitaria de las clases ligadas culturalmente a las economías locales y las ligadas a valores que se pueden mover más libremente por el espacio internacional. Antes que una competencia entre derecha e izquierda, argumenta Lomnitz en un trabajo reciente, la ideología en el nuevo Estado también se mueve en el terreno de los nacionalismos y de visiones alternativas de la nación. Esa polaridad oculta intereses comunes, compartidos, ya que ambos polos favorecen la centralización del poder y la militarización (aunque también con acentos distintos) y ambos decidieron dejar en el abandono el sistema de justicia, aunque por razones estratégicas diferentes. Elementos diferentes, pero dentro de una lógica compatible, son visibles en Colombia, Argentina, y también Venezuela en los últimos años, en los que se observa una descomposición creciente del orden legal y de la economía formal.

El nuevo Estado nació de sociedades crecientemente descontroladas, que viven con bienes públicos insuficientes, adquiriendo su forma actual de gobierno con acciones propias de Estados de excepción, a través de un incrementado ejercicio de la represión, aumentando los márgenes de la presión política y de la extorsión en la economía como un todo. Paulatinamente se fueron multiplicando sistemas híbridos de protección y coerción, formados a partir de mezclas variadas de fuerzas públicas con policías privadas y grupos armados ilícitos. Estas mezclas son por su naturaleza misma inestables, ya que responden a intereses y liderazgos distintos. El nuevo Estado se caracteriza por desdibujar las fronteras entre la economía ilícita, el gobierno y la sociedad, y esto genera angustia, ansiedades y rituales para tratar de marcar diferencias o de integrarlos.

¿Cuál será el papel de las ciencias sociales en las nuevas condiciones? La economía, la política, la institucionalidad y la cultura son cruciales para la viabilidad científica. Sin medios institucionales, apoyo financiero o interés externo la actividad científica de cualquier orientación no es prácticamente posible. Se observan signos preocupantes de deterioro de la institucionalidad de la investigación científica en varios países de la región incluyendo el desfinanciamiento, el amedrentamiento y la pérdida de equilibrios en las comunidades académicas. Dadas las dislocaciones económicas y políticas y la sensibilidad y vulnerabilidad de los practicantes de la actividad científica, las aspiraciones para profundizar en la construcción de una ciencia y CTS latinoamericanas, puede y a menudo da lugar a la participación individual, deseada o reluctante, en proyectos mundiales del tipo “un mundo único de ciencia” universal a través de la emigración física o virtual por el mero interés de pertenecer, o simplemente porque son las posibilidades disponibles en las circunstancias en las que uno se encuentra. En ese “mundo único de la ciencia” hegemónica hay centros, con sus tradiciones, escuelas, gurúes, etc. Sin embargo, estos científicos que ahora emigran son resultado frecuentemente de tradiciones, escuelas, grupos en las “periferias” que con el tiempo fueron surgiendo y que apuntaron indefectiblemente a otras miradas, a menudo caracterizadas como “lo nacional”, “descolonial,” “subalterno”, “desde el “sur”, como por ejemplo el Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED). En las condiciones cambiantes del mundo contemporáneo cada vez las diferentes experiencias de vida y construcción de reflexión científica se mezclan más creando universos híbridos. Dadas las características del orden científico global, los científicos aprenden fácilmente a circular en escenarios repetidos del medio universitario mundial.

Transnacionalidad y globalización

Prefiero la idea de “transnacionalidad” frente a la noción más familiar de “globalización,” porque resuena de manera bastante diferente. Lo transnacional especifica una escala menor que lo global, que transmite todo el triunfalismo y complacencia de los universales siempre en expansión. Las críticas a la universalidad y las propuestas de transnacionalismo son categorías de análisis que buscan cristalizar visiones alternativas. Los científicos sociales que se convierten en migrantes transnacionales se involucran en actividades a través de las fronteras nacionales que crean, dan forma y potencialmente transforman sus identidades y modalidades de trabajo de múltiples formas (Glick Schiller et al., 1992). Aún falta desarrollar un marco de referencia adecuado para entender este fenómeno, así como sus implicaciones.

Transnacionalidad y globalidad en estos momentos son dos términos relevantes al tono y dirección general del argumento porque ayudan a precipitar un sentido diferente de ser científico y de hacer ciencia, con relación a cómo se disputan cuestiones tales como la pertenencia simbólica, la participación política, la distribución de recursos y de riesgos, los derechos de los nacionales y los transnacionales, así como los temas de conocimiento. Los contextos son cruciales; la contextualización responde a la necesidad de remediar el carácter probablemente incompleto de lo que se describe, está presente o se dice que es evidente. Cuando integramos el estudio de las interacciones personales en contextos científicos caracterizados por la desigualdad y la diversidad al análisis de las macroestructuras, podemos acceder a aspectos de las relaciones CTS de movilidad, redes, ciencia nacional y transnacional, ya no como epifenómenos o procesos prepolíticos, sino como arenas “cooperativas y conflictivas” en las cuales se disputan las fronteras mismas que definen y distinguen a diferentes grupos y formas de conocimiento. Creo que no tiene tanto que ver con la posibilidad de un canon alternativo, sino más bien con un momento de apertura, con métodos y direcciones a veces difusos, todavía exploratorios y experimentales.

Los grupos en general son el producto del movimiento, la mezcla, y el intercambio con otros grupos, es decir, de la historia. La vida humana es resultado de la interacción dinámica, de una serie de intercambios, entre individuos cuya flexibilidad desafía fronteras de raza, región, cultura, lenguaje, e inclusive nación. Necesitamos sumergirnos debajo del grupo hasta llegar a sus constituyentes –los individuos en interacción– que se juntan o se separan, y vuelven a cobrar forma como resultado de lo que todos tenemos en común: la habilidad de transformarnos y comunicarnos. Tal vez estamos más cerca de volver realidad el tema de la diversidad, una variedad tan rica que en última instancia puede ser vista en una totalidad y aceptada como tal. Parece haber una nueva conciencia del poder de los individuos de reformarse a sí mismos, y en última instancia a sus sociedades, a través de la interacción social, en beneficio del derecho a buscar el logro a través del contacto con otras personas y establecer un futuro común.

Después de mucho tiempo, cuando se empezó a notar la posibilidad de que las ideas se movieran “de las colonias a las metrópolis”, la gente se preguntó cómo pueblos colonizados podían cambiar los estereotipos que circulaban en torno a ellos. Anteriormente, no se había considerado que los colonizados pudieran integrar otras ideas o alterar las existentes en el ámbito de los colonizadores. Más recientemente, una conciencia creciente del poder de los individuos de reformarse y en última instancia, de reformar la sociedad, a través de la interacción social, ha permitido apreciar la posibilidad de trascender las fronteras de la pertenencia. Esto quiere decir, de paso, que el mundo para los negocios constitutivo del orden actual es también un mundo en interacción dinámica, inestable, pasajero, cambiante.

Nuevo sentido común de la ciencia mientras las ciencias sociales se reconstruyen

Con el correr del tiempo, la exposición a las condiciones cambiantes del mundo en general condujo a nuevos interrogantes y críticas sobre la forma como se enseñaban y practicaban las ciencias sociales. Las dos guerras mundiales, Vietnam, Corea, la revolución cubana, las rebeliones de la juventud en busca de un nuevo orden social y cultural, y luego Iraq, Afganistán y otras guerras más recientes, la emergencia de China y la pandemia, produjeron transformaciones impensadas. Con más de un siglo de existencia por su exitosa incorporación al conocimiento institucionalizado, pero también como sirena y expresión de una profunda crisis mundial de más largo alcance, las ciencias sociales viven en la actualidad grandes cambios y desafíos. Nuevos temas, así como novedosas concepciones invitan al análisis social y político, en la experiencia y conciencia del tiempo presente. Esto no quiere decir que algunos de estos problemas no hayan sido observados en el pasado; sin embargo, un marco adecuado para entender los fenómenos que aquí nos ocupan o sus implicaciones aún no ha sido construido. El nuevo contexto global/transnacional ha traído consigo nuevas perspectivas sobre la interacción social que pueden contribuir a una mejor comprensión del orden actual.

A veces las discusiones académicas parecieran involucrarse con excesiva insistencia en derribar paradigmas y teorías, sólo para verlos resucitar como si hubieran sido descubiertos por primera vez. Este afán es un poco contraproducente. Quizás la construcción de las ciencias sociales pudiera concebirse más fructíferamente como siendo acumulativa en lugar de como una reinvención/sustitución continua de ideas y conceptos. Deberíamos tal vez concentrarnos más en explicar la realidad de la vida y el trabajo empírico que en discutir una y otra vez supuestas grandes o pequeñas teorías, cualesquiera parezcan ser las comprensiones por lograrse de esas observaciones. Y hay muchas. ¡Además, tomemos en cuenta que las perspectivas y premisas que sirvieron para formularlas no siempre eran evidentes! La evaluación crítica de la adecuación de nuestros conceptos y categorías de análisis sigue siendo un problema serio. Cada tanto es preciso revisar nuestro armamento intelectual, sopesando así las maneras como planteamos y respondemos a nuestras preguntas, y las limitaciones que esta tarea pudiera tener.

Es preciso inventar nuevas maneras de pensar sobre la heterogeneidad y naturaleza transformadora de los arreglos humanos, y hacerlo científica y humanísticamente al mismo tiempo.

Además de los conceptos y categorías, por otro lado, las ciencias actualmente están instrumentalizadas en un mundo donde la idea reguladora es el lucro y la competencia. Hay una pugna fuerte por el predominio de valores competitivos. Parece llegado el momento de establecer un término medio de negociación, diálogo e intercambio para diseñar trabajos conjuntos que lleven a nuevos conocimientos, respondiendo a nuevas preguntas. Esto requiere habilidades diferentes de las que imperaban hasta hace poco, la cantidad de cosas por estudiar resulta ilimitada, estamos ante una frontera abierta y se da la posibilidad de reinventarnos como colectivo. Al mismo tiempo, prejuicios y discriminaciones que resurgen con fuerza anuncian un nuevo período de intolerancia y evidencian que todavía estamos en el medio de una transición importante. Se necesita avanzar con geografías de conocimiento y acción para hacer al mundo de la ciencia más equitativo y menos discriminador, y que nos permita lograr colaboraciones globales para enfrentar las grandes cuestiones que nos desafían.

¿Repensar el mundo?

En la construcción del futuro de las ciencias sociales, estarán a la orden del día difíciles cuestiones éticas, ideológicas y epistemológicas en torno a temas como desarrollo, globalización, pluralidad, colaboración, políticas públicas, democracia, ciudadanía, innovación responsable, futuros posibles y deseables, encrucijadas éticas, junto con temas que habrán de aparecer respondiendo a circunstancias e intereses cambiados. El mundo sigue transformándose y creando novedades. Los conglomerados urbanos en todas partes se vuelven más diversos y mezclados. Gente de distintos orígenes nacionales y raciales comparten los mismos espacios, son más jóvenes y crecen más rápido. Su mera existencia nos ayuda a movernos hacia adelante, en un siglo en el que la diversidad parece ser la marca de la demografía humana. A medida que la compleja crisis en la que nos encontramos se profundiza y nuestra vida social se destruye o reconstruye, la agenda científica, incluyendo la de las ciencias sociales, cambiará considerablemente (Saxenian, 2006). Si este pasa a ser un momento definitorio o no es difícil saberlo. Pero se siente como un momento muy especial, en que una mayor diversidad de individuos ofrece sus perspectivas ayudando al resurgimiento de la cultura, la sociedad y la economía. Es tiempo de aprender colectivamente, de unir fuerzas para la consolidación de una ciencia social más poderosa y relevante.

Bibliografía

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Worsley, P. (1984). The Third Worlds, University of Chicago Press.

Notas

1 Trabajo parcialmente basado en una conferencia en el CENDES, Venezuela, para celebrar sus sesenta años, Caracas, 4 de noviembre, 2021.
2 De este primer Foro, del cual era un evento preliminar, resultó el primer Informe Mundial de las Ciencias Sociales (Consejo Internacional de las Ciencias Sociales, 2010)
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