Fragmentos
Fragmentos de Alcira Argumedo
Ciencia, Tecnología y Política
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2618-2483
Periodicidad: Semestral
núm. 8, 2022
FRAGMENTOS
Alcira Susana Argumedo (1940– 2021) fue socióloga, investigadora, política, diputada nacional (2009 - 2017) y, por sobre todas las cosas, una militante del pensamiento nacional, latinoamericano, popular, ambientalista y feminista.
Formó parte de las primeras camadas que egresó de la flamante carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Integró las “Cátedras Nacionales de Sociología” junto a Conrado Eggers Lan, Roberto Carri, Horacio González y Ernesto Villanueva, entre otras/os. Estas cátedras se oponían al funcionalismo estadounidense, hegemónico en la sociología de esos años en la UBA, lo que constituyó según Roberto Follari “un gesto de pasmosa transgresión”. Se exilió en 1976 en México, y trabajó en el Instituto Latinoamericano de Estudios Trasnacionales (ILET), llegando a ser asesora de Gabriel García Márquez y Juan Somavía. Con el regreso de la democracia, volvió a Argentina, donde se doctoró en Sociología, fue investigadora de CONICET y profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Entre otros trabajos, se cuentan sus libros El Tercer Mundo: historia, problemas y perspectivas (1971), Un horizonte sin certezas: América Latina ante la Revolución Científico-Técnica (1987) y Los silencios y las voces en América Latina: notas sobre el pensamiento nacional y popular (1993).
Los siguientes fragmentos fueron extraídos de Argumedo, A. (1987). Un horizonte sin certezas. América Latina ante la Revolución Científico-Técnica. PuntoSur.
La ciencia y la tecnología constituyen sustantivos instrumentos de poder en el escenario internacional que no dominamos. Ignorar esta característica esencial de las tecnologías de avanzada, caer en el facilismo de considerar a “la” ciencia como una nueva religión o una panacea que ha de extenderse por el mundo mitigando dolores, eliminando miserias, sonriendo al porvenir y abriendo los cauces de un futuro venturoso, desconocer su capacidad de agrietar las formas de producción y organización social, los peligros latentes para la justicia y la soberanía en nuestras naciones, hacer ojos ciegos a los costos sociales y nacionales que están dispuestos a hacernos pagar –en nombre del progreso, la modernidad o la civilización– quienes hoy controlan esos instrumentos, conforman una posición política, una definición ideológica, una responsabilidad.
No se trata, sin embargo, de caer en falsas dicotomías, en maniqueísmos que sólo distorsionan el núcleo central del problema. No se trata de estar con la ciencia o contra la ciencia, con la modernidad o con el atraso, con Dios o con el Diablo, con el Bien o con el Mal. Dicotomías cristalizadas, nacidas de una lógica formal y excluyente –por lo demás, lógica sobre la que se erige el lenguaje informático y la tecnología digital–, dispuesta a ignorar los contenidos políticos y sociales que darían carne, en las distintas coyunturas, a las confrontaciones que marcaron el curso de la historia. Por el contrario, es preciso imponer como interrogante central la pregunta acerca de quiénes van a ser los protagonistas principales, los beneficiarios, los que establezcan el rumbo y definan los lineamientos a seguir. Desde esta perspectiva, la ciencia y la tecnología constituyen un problema esencialmente político, que no puede ser enfrentado en nuestras naciones con criterios cientificistas o tecnocráticos…..
….El diseño de políticas en el campo científico-técnico debe cubrir, por lo tanto, todos los eslabones del proceso: desde la investigación y el desarrollo hasta la producción y comercialización de tecnología, su incorporación dentro de la estrategia de industrialización y producción, la definición del papel de las economías regionales, los impactos potenciales en las diferentes áreas sociales, con programas de reciclaje de mano de obra o de reinserción laboral, considerando que los sistemas científico y tecnológicos interactúan fuertemente con el medio económico, político, social y cultural, especialmente en el caso de las nuevas tecnologías, capaces de contaminar fuertemente los comportamientos sociales. La evolución científico-tecnológica no es sólo una “técnica” sino un proceso ampliamente participativo, que involucra decisivamente a los distintos actores sociales y donde las grandes mayorías no pueden ser consideradas como sujetos pasivos de una transformación de magnitud que los afecta decididamente.