Fragmentos

Fragmentos de Cecilia Payne-Gaposchkin

Ciencia, Tecnología y Política

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2618-2483

Periodicidad: Semestral

vol. 5, núm. 9, 2022

revista.ctyp@presi.unlp.edu.ar



Cecilia Helena Payne-Gaposchkin (Gran Bretaña, 1900; Estados Unidos, 1979) fue la primera persona en obtener, en 1925, un doctorado en astronomía en el Radcliffe College de la Universidad de Harvard. Tuvo que emigrar de Inglaterra a Estados Unidos para trabajar como astrónoma. Hizo toda su carrera académica en esta universidad, aunque durante varias décadas no tuvo un puesto oficial allí. Recién en 1938 se le concedió el título de “astrónoma”. En 1956 fue la primera mujer en alcanzar, en Harvard, el puesto de profesora asociada, y, posteriormente, de directora de departamento. En su tesis doctoral logró estimar la composición química de las superficies de las estrellas, a partir de datos espectroscópicos, extendiendo una interpretación de la mecánica cuántica y la mecánica estadística. Antes de su trabajo de tesis se consideraba que el Sol, así como el resto de las estrellas, estaban formados por elementos iguales a los de la Tierra. A partir de este trabajo se pudo saber que las superficies estelares están compuestas de helio e hidrógeno. Años más tarde, esta comprobación modificó también la interpretación del origen de las estrellas y de los planetas. Mucho se ha especulado sobre su sistemática exclusión del premio Nobel. En los fragmentos que siguen, de su propia autoría, tomados del libro El Poder de la Ciencia: Historia social, política y económica de la ciencia (siglos XIX-XXI), (Cap. 5: Las Mujeres y la profesión científica, pp. 292–296). José Manuel Sánchez Ron, Editorial Crítica (2007), se puede atisbar la matriz de una posible respuesta.


Una mujer conoce la frustración de pertenecer a un grupo minoritario. Podemos no ser realmente una minoría, pero ciertamente que estamos en inferioridad de condiciones. Tempranas experiencias me habían enseñado que mi hermano era valorado por encima de mí. Su educación dictaba los movimientos de la familia. Debía ir a Oxford a cualquier precio. Si yo quería ir a Cambridge, debía apañármelas por mí misma. Pronto aprendí la lección de que un hombre podía escoger la profesión, mientras que una chica debía «aprender a mantenerse por sí sola». Presumiblemente esto debería ser así hasta que encontrara un marido.

Las cosas no mejoraron cuando fui a Cambridge. Se segregaba a las mujeres en las clases. Incluso se las hacía trabajar en parejas en el laboratorio, tratándolas como estudiantes de segunda clase […] El profesor a cargo del laboratorio de física avanzada dijo a alguien (que amablemente me lo repitió) que yo era «lenta». No se me ocurrió protestar. Podía ser ignorante y torpe, ¡pero no lenta! Decidí no prestar más atención a lo que pudiesen decir. Desgraciadamente para mí, él era uno de los examinadores finales del Mathematical Tripos [el curso principal de matemáticas dictado por la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Cambridge] y creo que fue responsable de colocarme en segunda clase. Supe por rumores que el otro examinador, William Bragg, a quien yo adoraba, había querido situarme en un puesto más alto […].

La actitud hacia las mujeres que oprimió mi infancia y juventud era típica de la Inglaterra de la época. Aunque mi trabajo era bien conocido cuando tenía treinta años, estoy segura de que no habría tenido la mínima oportunidad de obtener un puesto en Inglaterra entre el momento en que fui a Harvard y aquel en que me jubilé en 1965.

[Sobre su nombramiento de astrónoma] Fue un paso adelante para mí, ya que tenía un puesto, aunque todavía con un miserable salario. Mis obligaciones, investigación, clases, dirección de estudiantes, eran de hecho los de un catedrático, pero al menos ahora tenía un puesto en la universidad […] Debo a Donald [Menzel, Director del Harvard College Observatory entre 1952 y 1966] el avance que finalmente se me concedió… cuando supo el salario que yo estaba recibiendo, me dijo que se vio sorprendido. Enseguida lo subió, y pronto lo dobló. Más aún, triunfó ahí donde [Harlow] Shapley [Director del Harvard College Observatory entre 1921 y 1952], había fracasado (aunque nunca sabré cuán duramente lo había intentado realmente): fui nombrada Phillips Professor y directora del Departamento de Astronomía. Tal fue el generoso tratamiento que recibí del hombre del que había sido separada sistemáticamente durante años [desde sus épocas de estudiante, siempre había querido trabajar con él]. Él no dejó que mi sexo… se interpusiese en mi camino…

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