Fragmentos

FRAGMENTOS

Ciencia, Tecnología y Política

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 2618-2483

Periodicidad: Semestral

vol. 6, núm. 11, 2023

revista.ctyp@presi.unlp.edu.ar



FRAGMENTOS


Enrique Oteiza (Buenos Aires, 1931-2017) fue un destacado intelectual y dirigente social y político argentino. Comenzó la carrera de Ingeniería Naval, pasando luego a la de Ingeniería Industrial, en la Universidad de Buenos Aires, donde además fue dirigente estudiantil. Terminó sus estudios de grado en la Universidad de Columbia (Estados Unidos). Allí también realizó un posgrado en Sociología, y terminó así de afianzar su pasión por lo latinoamericano. El triunfo de la revolución cubana acrecentaría aún más ese sentimiento. Según su propia percepción, su paso por la ingeniería no fue tan prolífico como lo sería su incursión en lo social.

En 1960 los hermanos Di Tella lo convocaron para desempeñarse como Director General del Instituto que fundaron ese mismo año, cargo que ocupó hasta su disolución en 1970. En 1966, Oteiza integró el grupo fundador de la Fundación Bariloche, desde donde, en 1972, se dio a conocer el Modelo Mundial Latinoamericano. Entre 1972 y 1976 se desempeñó como miembro de la Comisión Directiva del Consejo Internacional de Ciencias Sociales de la Unesco (París). Desde 1975 y hasta 1978 trabajó como investigador en el Instituto de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Sussex. En 1978 se convirtió en el primer director del Centro Regional de Educación Superior para América Latina y el Caribe de la Unesco (CRESALC). Fue director del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Social de las Naciones Unidas (1984-1987) y del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA (1993-1997). También se destacó en el campo de los Derechos Humanos, formando parte del Consejo Directivo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y de la Mesa Directiva de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Presidió el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) entre 2002 y 2006.

El siguiente fragmento ha sido extraído de: Oteiza, E. (1996). Dimensiones políticas de la política científica y tecnológica. Ciencia y sociedad en América Latina (pp.75-86). Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes.

[…] es necesario tener presente que el término “globalización” es parte de un discurso hegemónico que sirve fundamentalmente para enmascarar la naturaleza de los problemas reales que aquejan a distintas regiones del mundo contemporáneo, desestimulando así el análisis y la reflexión sobre las crisis, tensiones, contradicciones, conflictos, inequidades y deterioros hoy presentes de manera concreta a nivel local, nacional, regional y también mundial. Así se bloquea la posibilidad de un pensamiento científico sobre la dinámica de las sociedades contemporáneas, obstaculizando la posibilidad de un examen crítico de los “paquetes de soluciones tecnocráticas” elaboradas por instituciones del norte conjuntamente con burocracias gubernamentales locales. “Globalización” sirve como palabra-llave que cumple funciones parecidas a las que en otra época desempeñó el vocablo “modernización”, que también abarcaba y enmascaraba demasiadas cosas y conducía como noción ambigua a numerosos equívocos.

En su uso más generalizado se trata de un vocablo portador de ideas y visiones provenientes de los centros hegemónicos de los países más avanzados en términos económicos, industriales, científicos, militares y culturales. Comprende el auge de la ideología neoliberal, la revolución microelectrónica, con su impacto en las telecomunicaciones y el dominio de lo audiovisual e informativo, la robotización, la supremacía militar norteamericana, la expansión siempre creciente de las transnacionales, la caída del Muro, la consolidación de las tres grandes regiones industriales del hemisferio norte, la emergencia gradual de China como potencia económica y el desprestigio de la socialdemocracia y del pensamiento marxista, etc. Luego de la caída del bloque soviético, la globalización definida en términos hegemónicos se extiende sin resistencia mayor. Donde existen aún diferencias negadoras de la lógica dominante de este “nuevo orden”, se las ignora completamente como ocurre con el África, donde un continente queda casi por entero al margen de los “atributos de la globalización”, o se las confronta con la perspectiva de la derrota, el bloqueo, la asfixia económica, como ocurre con algunos países del Medio Oriente o con Cuba.

Para América Latina toda, el objetivo pareciera ser el de preservar una realidad de relaciones económicas, políticas y culturales domesticable a través de la batería de los instrumentos disponibles de la fase actual de la globalización, sustentando una gobernabilidad en medio de desigualdades socioeconómicas crecientes, fruto de un modelo de concentración económica cada vez más excluyente. En nuestra región esta batería comprende el “ajuste permanente”, asociado al endeudamiento, donde las políticas económicas son inducidas desde los gobiernos que forman parte del bloque de la OCDE, e instituciones -principalmente financieras- controladas por dicho bloque, en el que los EU ocupan una posición dominante. La cultura está fuertemente influida por los “medios” de comunicación masiva, donde pesan de manera creciente empresas transnacionales de telecomunicaciones y del complejo audiovisual. Es en este contexto donde también se lleva adelante una reforma educativa que incluye la reorganización universitaria y una nueva política CyT, que implica el debilitamiento de capacidades científicas y tecnológicas locales preexistentes.

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