Artículos centrales
Elementos para una Política Cognitiva, popular y soberana
Elements for a popular and sovereign Cognitive Policy
Elementos para una Política Cognitiva, popular y soberana
Ciencia, Tecnología y Política, vol. 1, núm. 1, 2018
Universidad Nacional de La Plata
Resumen: Las políticas de Educación y de Ciencia, Tecnología e Innovación, que llamaremos Política Cognitiva deberían ser pensadas en los países periféricos como un todo sistémico. Estas políticas que deberían impulsar y desarrollar los movimientos sociales, populares y de izquierda, requieren un significativo cambio del marco analítico-conceptual, que sea coherente con la magnitud de las transformaciones que se pretenden y que nuestras sociedades requieren. La dimensión de este desafío en los planos económico, social, político, ambiental y de recursos naturales, nos exige una conducta semejante a la que adoptan los países de capitalismo avanzado para establecer las metas de su llamada “sociedad del conocimiento”. En este trabajo se describen algunos elementos de diagnóstico de situación a escala global, a tener en cuenta, para la elaboración de una nueva política cognitiva. Se explicitan los desafíos que un marco analítico-conceptual contra-hegemónico debería tener en cuenta y se discuten cursos de acción para alcanzar las metas estratégicas propuestas
Palabras clave: Política cognitiva, dinámica tecnocientífica global, economía solidaria, tecnología social, política científica, política educativa.
Abstract: The policies of Education, Science, Technology and Innovation, which we will call Cognitive Policy, should be thought of in the peripheral countries, as a systemic whole. These policies that should promote and develop social, left and popular movements, require a significant change in the analytical-conceptual framework, which is consistent with the magnitude of the transformations that are intended and that our societies require. The dimension of this challenge at the economic, social, political, environmental and natural resources levels, requires a behavior similar to that adopted by advanced capitalist countries to establish the goals of their so-called “knowledge society”. This paper describes some elements of diagnosis on a global scale, to be taken into account, for the elaboration of a new cognitive policy. The challenges that an analytical-conceptual and counter-hegemonic framework should take into account and courses of action to reach the strategic goals proposed are explained.
Keywords: Cognitive policy, global techno-scientific dynamics, solidarity economy, social technology, educational policy, scientific policy.
Introducción
Las políticas Educativas y de Ciencia, Tecnología e Innovación que deberían impulsar y desarrollar los movimientos sociales, populares y de izquierda requieren un significativo cambio del marco analítico-conceptual, que sea coherente con la magnitud de las transformaciones que se pretenden y que nuestras sociedades requieren. La dimensión de este desafío en los planos económico, social, político, ambiental y de recursos naturales, nos exige una conducta semejante a la que adoptan los países de capitalismo avanzado para establecer las metas de su llamada “sociedad del conocimiento”.
El neoliberalismo, al establecer como verdad que la innovación se hace en las empresas y que además, vía derrame, son ellas las que posibilitan el desarrollo social, agregó oportunistamente -et pour cause- el término innovación a lo que se trataba como política de Ciencia y Tecnología, dando origen a la expresión política de Ciencia, Tecnología e Innovación (PCTI). A medida que esta expectativa de “derrame” se frustró, la PCTI pasó a ser tratada en conjunto con la política de educación, ya que debido a que funcionan como políticas-medio, son las responsables de viabilizar las políticas-fin que abarcan, en cascada, políticas sectoriales y sociales referentes a los planes, condiciones y oportunidades que permiten alcanzar las metas estratégicas globales.
En el caso de nuestros países, las políticas de Ciencia, Tecnología, Innovación y de Educación, en especial la de educación superior, a pesar de seguir formalmente separadas debido a nuestra arquitectura institucional, deberían ser pensadas como un todo sistémico. Por eso de ahora en más las llamaremos Política Cognitiva.
Otro elemento a tener en cuenta es que cada vez es más inadecuada la diferenciación entre investigación científica y desarrollo tecnológico. De hecho, los dos recortes -espacial y temporal- tradicionalmente empleados para distinguirlos y separar ciencia y tecnología, son obsoletos frente a la realidad observada. El 70% de los recursos asignados a la investigación en el mundo se gastan en empresas (y el 70% de estos en compañías multinacionales). El 30% restante, que se gasta en instituciones públicas, está claramente sometido a los intereses empresariales. Mantener esa separación limita la acción de los gobiernos; sobre todo de aquellos que se orientan al cambio social y económico. Por esta razón se adopta aquí el concepto de Tecnociencia para dar cuenta y enfatizar esa convergencia. Además, es muy probable que aquella separación (ciencia, de un lado, y tecnología, del otro) haya sido una manipulación ideológica del capital para hacernos creer que hay algo intrínsecamente verdadero y bueno -la ciencia- que puede ser “usado” para el “bien” o para el “mal” -la tecnología-. Falacia que encubre que los valores e intereses del capital están impregnados en el conocimiento tecnocientífico.
En este contexto, desarrollar un nuevo marco analítico-conceptual para un proyecto popular y de izquierda involucra establecer diagnósticos y desafíos para el futuro y cursos de acción bien distintos de los formulados hasta ahora.
Elementos de diagnóstico para una nueva Política Cognitiva
Se describen a continuación algunos elementos de diagnóstico de situación, a escala global, a tener en cuenta, privilegiando contenidos relacionados con la Política Cognitiva:
Por otro lado, la inversión del Estado en CTI en relación al PBI en nuestros países, ha sido histórica-mente mucho más importante (en comparación con los países de capitalismo avanzado) que el gasto privado. En el caso de Brasil, a pesar de los recursos que desde hace más de seis décadas se asigna al fomento de la relación universidad-empresa, su importancia para la estrategia innovadora de la empresa es muy pequeña. De las “empresas innovadoras brasileñas”, sólo el 7% se involucra con universidades e institutos en busca de resultados de investigación; de ellas, el 70% considera de baja importancia esa relación. Es posible, además, evidenciar para el caso brasileño, una disfuncionalidad de la PCTI que muy probablemente debe ocurrir en otros países periféricos. Entre 2006 y 2008 las empresas brasileñas aumentaron producción, ganancia y salarios, lo cual –en la lógica del capitalismo central globalizado- hubiera debido inducirlas a la innovación; a la vez, se formaron 90 mil magisteres en “ciencias duras” en todo el país, sin embargo muy pocos de ellos fueron contratados para hacer I+D en las empresas. Por el contrario, en los países centrales más de la mitad de los posgraduados (que son formados para realizar investigación en empresas) son contratados por ellas.
En el ámbito de la mayoría de las organizaciones populares y de izquierda, existe la idea de que la simple combinación o aggiornamiento del saber tradicional, ancestral, empírico o popular con el conocimiento tecnocientífico (entendido como científicamente verdadero y tecnológicamente eficiente, que debe ser “divulgado” y “extendido” al “hombre común”), es suficiente para generar formas de producción de bienes y servicios adecuados a su proyecto político. La noción de Adecuación Sociotécnica desarrollada por los seguidores del Pensamiento Latinoamericano de Ciencia, Tecnología y Sociedad, fue concebida buscando deshacer esa idea que, aunque atractiva y aparentemente justa y democrática, es simplista y tiende a ser perjudicial.
En el caso de Brasil, al contrario de lo que ocurrió con otras políticas, las actividades de enseñanza e investigación financiadas con fondos públicos se mantuvieron distantes de las necesidades, intereses y demandas cognitivas de las mayorías. La comunidad de investigación, que ya había adoptado la meta suplementaria de la competitividad, derivada del neoliberalismo globalizante de finales de los años 1990, la siguió impulsando de forma hegemónica en el discurso de la Política Cognitiva. Paradójicamente, esta meta fue mantenida y ampliada por la coalición encabezada por el Partido de los Trabajadores. Con el propósito pragmático declarado de hacer de la competitividad una meta más útil, la élite científica la orientó a atender el interés de las empresas que, para llegar a ser competitivas, iban a innovar mediante la realización de I+D y, finalmente, vía desbordamiento o “derrame”, promover el desarrollo. En ese contexto, aumentaron drásticamente los recursos asignados a la I+D y a las demás actividades innovadoras en las empresas. Se reforzó la idea, invalidada por la evidencia mundial, de que el aumento de la relación universidad-empresa, a través de la investigación universitaria orienta-da a las necesidades empresariales y la creación de incubadoras de empresas de base tecnológica creadas en las universidades, podrían contribuir a la competitividad de las empresas. Esa política fue un fracaso. Como dijimos anteriormente, las empresas localizadas en países periféricos innovan (y alcanzan altas ganancias) mediante la adquisición de nuevos equipamientos e insumos, desarrollados en las empresas de los países centrales.
Desafíos
En base a estos elementos de diagnóstico, mencionaremos los desafíos para el futuro que un marco analítico-conceptual contra-hegemónico debería identificar como foco de una nueva Política Cognitiva. Estos se destacan por su magnitud económica, relevancia social, importancia para la soberanía y la autonomía del país. Deberían tenerse en cuenta además para garantizar el acceso al gobierno -y la gobernabilidad posterior- de un proyecto popular y de izquierda.
Del lado de la “oferta cognitiva”, es necesario cambiar la orientación de la investigación y de la formación de recursos humanos en las instituciones públicas. Hoy es fijada por el corporativismo de la élite científica y por el (des)interés de las empresas locales cuando se trata de absorber al personal formado.
Por otro lado, se debe privilegiar la adecuación sociotécnica de la tecnociencia convencional (concebida en función de la ganancia capitalista en el marco de la dinámica tecnocientífica global) con una nueva Política Cognitiva, económicamente sustentable, que amplíe las iniciativas de generación de trabajo y renta (y no de empleo y salario en empresas, como todavía se intenta sin éxito) en estructuras y organizaciones basadas en la propiedad colectiva de los medios de producción, en la autogestión y la solidaridad, particularmente en los emprendimientos solidarios.
Es evidente que la generación de un conocimiento tecnocientífico específico cuyo desarrollo necesita ser especialmente orientado, requerirá un cambio en el componente de políticas-medio de la PCTI. Esto no implica que sea sensato prescindir del potencial de investigación y del personal instalado en nuestras instituciones públicas de enseñanza e investigación. Con ese potencial deberá realizarse un monitoreo consciente y criterioso de las llamadas tecnologías emergentes (que emanan de la dinámica tecnocientífica global controlada por las compañías multinacionales y por los objetivos estratégicos de las grandes potencias) pero que pueden, si estuviesen enmarcadas en procesos de adecuación sociotécnica que involucren a los/las trabajadores/as, generar soluciones (que serán necesariamente originales e intensivas en conocimiento) para los grandes problemas nacionales.
Del lado de la “demanda cognitiva”, se debería aprovechar esas iniciativas, mencionadas en la oferta cognitiva, mediante la concesión de recursos a las respectivas organizaciones y estructuras que las lleven adelante. De este modo se estará capacitando para desarrollar, en conjunto con instituciones públicas de enseñanza e investigación, procesos de adecuación sociotécnica que atiendan a sus especificidades e intereses.
Podría parecer contradictorio que en medio del descalabro económico y la crisis que han desatado los gobiernos de derecha de la región, en particular en Brasil y Argentina, y de la necesidad de derrotarlos retomando de inmediato el desarrollo con equidad, proponer una perspectiva tan radical para la elaboración de una Política Cognitiva soberana y transformadora como la que aquí se presenta. Sin embargo, dado que uno de sus resultados sería una tecnociencia capaz de viabilizar la Economía Solidaria mediante el desarrollo de la Tecnología Social, se puede comprender por qué esta perspectiva es coherente con un proyecto político popular y de izquierda.
Mirando hacia el futuro, es evidente que la dupla Economía Solidaria - Tecnología Social no se restringe a algo que sólo mejora la calidad de vida de los sectores populares. Se propone un socialismo fundamentado en la autogestión, en la propiedad colectiva de los medios de producción, en una concepción para ir “más allá del capital” atendiendo las cuestiones ambientales, de género, etc., y que por ello demanda un radical giro analítico-conceptual en la práctica de los científicos y tecnólogos politiza-dos, comprometidos con los sectores populares.
Cursos de acción
Para alcanzar las metas estratégicas globales se proponen cuatro cursos de acción articulados:
Notas de autor