Entrevistas

Enrique Dussel: “No es nada descubrir algo nuevo, hay que descubrir para qué se descubre”

Santiago Liaudat *

Enrique Dussel: “No es nada descubrir algo nuevo, hay que descubrir para qué se descubre”

Ciencia, Tecnología y Política, vol. 2, núm. 2, 2019

Universidad Nacional de La Plata

Resumen: Entrevistamos al Dr. Enrique Dussel, filósofo argentino-mexicano, uno de los máximos referentes del pensamiento latinoamericano en el mundo. Su extensa obra abarca más de 50 libros, habiendo sido traducido a las más diversas lenguas. Símbolo del pensador comprometido, su trayectoria conjuga originalidad y profundidad teórica con praxis crítica. Sus obras pueden descargarse gratuitamente en: https://enriquedussel.com

Palabras clave: Enrique Dussel, eurocentrismo, capitalismo, filosofía, historia, ciencia, tecnología.

Abstract: Interview with Dr. Enrique Dussel, Argentinian-Mexican philosopher, one of the grea­test references of Latin American thought in the world. His extensive work covers more than 50 books, having been translated into the most diverse languages. Sym­bol of the committed thinker, his trajectory combines originality and theoretical dep­th with critical praxis. His works can be downloaded for free at: https://enriquedussel.com

Keywords: Enrique Dussel, eurocentrism, capitalism, philosophy, history, science, technology.

Resumo: Entrevistamos ao Dr. Enrique Dussel, filósofo argentino-mexicano, uma das maiores re­ferências do pensamento latinoamericano no mundo. Sua extensa obra abarca mais de 50 livros, tendo sido traduzido às mais diversas línguas. Símbolo do pensamen­to engajado, sua trajectoria conjuga originalidade e profundidade teórica com práxis crítica. Suas obras podem ser acessadas gratuitamente em: https://enriquedussel.com

Palavras-chave: Enrique Dussel, eurocentrismo , capitalismo , filosofia , história , ciência , tecnologia.


CTyP: En una entrevista reciente1 usted afirma que “la historia es el horizonte epistemológico último de todas las ciencias, incluida la matemática”. ¿Podría aclararnos a qué se refiere con esa afirmación?

ED: La historia, como es justamente la descripción del acontecer en el tiempo de los eventos, in­cluidos los científicos y tecnológicos, está detrás de todo acto humano. Porque va relatando en el tiempo cómo van aconteciendo las cosas y una cierta periodización, o una cierta manera de indicar el suceso, incluye ya una interpretación del acontecimiento mismo. Yo puedo hablar de la matemáti­ca, pero también mostrar cuál es la historia de la matemática. Y señalar que en la matemática actual tal problema se resuelve de determinada forma, pero mostrar que siglos antes o en otras culturas se hacía de otra manera. Y en ese sentido la historia es el nivel último de comprensión, el horizonte de los horizontes de la ciencia. Por ejemplo, la historia nos muestra que no es la ciencia la que de­termina la tecnología y ésta a la economía. Sino al revés. En el inicio de la modernidad europea fue la apertura a los océanos lo que exigió la tecnología de la navegación y lo que empujó el desarrollo de la astronomía y, con ésta, de la matemática. Es la expansión europea, moderna, colonialista, la que va a permitir la revolución científica del siglo XVII y la revolución industrial del siglo XVIII. Europa absorbe los saberes de las culturas que admiraba y consideraba superiores, la ciencia y la tecno­logía de los árabes, de los chinos, de los bizantinos. Luego hace sus propios descubrimientos, por supuesto. Pero hasta el siglo XVIII es China la mayor potencia del mundo. El libro de Hobson, Los Orígenes Orientales de la Civilización de Occidente, demuestra que las máquinas que utiliza la revo­lución industrial en la agricultura inglesa son chinas, ¡hasta la máquina de vapor! Y estamos descu­briendo cosas nuevas. La historia nos permite descubrir que ni la revolución científica ni la industrial fueron puramente europeas. Fueron los filósofos del romanticismo alemán en el siglo XIX los que construyeron una historia eurocéntrica de la ciencia donde todo lo hicieron los europeos. Una histo­ria que nacía en Grecia y culminaba en Alemania, en la Europa del Norte. Pero hoy sabemos que el teorema de Pitágoras no lo descubrió el griego Pitágoras sino los asirios dos mil años antes. O que los números que utilizamos en matemáticas son arábigos porque no los inventaron los europeos en París, sino los árabes en Bagdad.

CTyP: ¿Podemos afirmar entonces que la visibilización de los saberes no europeos en la histo­ria de la ciencia forma parte de la crítica al eurocentrismo? ¿Qué papel desempeña la univer­sidad en la construcción de esa visión eurocéntrica de la ciencia?

ED: La ciencia moderna así como la filosofía, la historia, la literatura y todos los discursos que la universidad enseña, reproduce e inventa constituyen la universidad. Y esa universidad de raíz euro­pea tiene pretensión de universalidad. De ahí que desacredita los otros saberes como no saberes, como saberes arcaicos, anecdóticos, atrasados. Entonces, la universidad no tiene conciencia de ella misma, de haberse constituido en el pilar del eurocentrismo, que es lo que permite a su vez el juicio tan negativo que se hace de las otras culturas. Y que justifique en muchos casos, como en América, la conquista, porque supuestamente los indígenas eran muy primitivos, pobres, salvajes. Como decía Ginés de Sepúlveda en el siglo XVI, conquistarlos era un bien para el conquistado. Porque se le transmitía la “civilización” del conquistador. Por eso, esa universidad eurocéntrica era el corazón de la justificación de la expansión europea. En el siglo XXI todavía podemos ver como los Estados Unidos y sus aliados europeos se arrogan el derecho de invadir países en nombre de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Detrás de eso, están sus intelectuales, sus universidades produciendo discursos legitimadores de esas invasiones militares. ¡Es lo mismo que hace quinientos años! Pero hoy estamos frente a un cambio histórico. El eurocentrismo empieza a ponerse en cuestión con el resurgimiento del Asia, que es también una gran cultura, pero que, a su vez, está empezando a resistir a nivel económico y tecnológico. Entonces, ya no esta tan fácil en el caso del Asia hacer un juicio despectivo. Lo que hay más bien es un juicio que ataca la nueva pretensión asiática de ser de igual nivel. Y me refiero a cosas tan simples como la puesta en prisión de la dirigente de una gran multinacional de la computación china que hace competencia a Apple.2 Está en juego una porción del mercado pero también el acceso de los servicios de inteligencia norteamericanos a la información de toda la gente que tiene un celular Huawei. Encuentran ahí un límite a su pretensión de universalidad pero también al ejercicio de su violencia. La crisis del eurocentrismo nos abre la posibilidad de cuestionar la subsunción de la ciencia moderna en la tecnología guiada por la economía capitalista, y que por lo tanto hace de la ciencia y la tecnología mediaciones de su violencia.

CTyP: En sintonía con lo que usted afirma, diversos pensadores señalan que estamos cami­nando hacia una des-occidentalización del mundo producto del ascenso de China como po­tencia global. ¿Qué consecuencias tiene esto para el pensamiento occidental?

ED: En la medida en que justamente esa China empieza a tomar importancia, también toma importancia su tradición cultural, y entonces la gente empieza a decir “pareciera que no eran tan primitivos”, “pareciera que no eran tan despóticos”, “pareciera que también tenían un alto ni­vel intelectual”… y esto va destruyendo poco a poco el eurocentrismo de una Europa ya en cri­sis. Por eso es que es muy importante ver que esa modernidad eurocéntrica, ahora no es solo eurocéntrica, es americanocéntrica. Son los Estados Unidos los que han tomado la conducción política y económica del eurocentrismo, y éste a su vez encuentra un límite en el mundo asiá­tico que pone en cuestión ese eurocentrismo. Nosotros lo hemos enunciado hace tiempo pero parecía una propuesta. Ahora no es ya una propuesta, sino un hecho, ¡y hasta un hecho obvio! Dentro de poco, van a decir que: “quieren darse estas personas el lujo de haberlo dicho, pero si es evidente”. Porque empezó a ser el nuevo sentido común más allá del eurocentrismo. Estamos en una época realmente de cambio fundamental. Por otra parte, la crítica al eurocentrismo, en el caso de las ciencias, tiene que servir también para criticar los criterios que han guiado y guían la actividad científica y tecnológica en las sociedades capitalistas.

CTyP: En su obra usted ha realizado una profusa crítica al eurocentrismo en las ciencias so­ciales y la filosofía, y las consecuencias que este fenómeno tiene en la cultura de nuestros pueblos. ¿Es posible trazar un paralelismo con las otras ciencias (exactas, naturales, de la sa­lud, de la información, etc.)? ¿Cómo se presentaría el eurocentrismo en las ciencias llamadas “duras”?

ED: En las ciencias llamadas “duras” el eurocentrismo es más difícil de descubrir. Porque efectiva­mente que el Sol sea el centro del sistema planetario es algo que todo el mundo tiene que aceptar. Pero qué pasa si nos preguntamos cómo se descubrió eso del heliocentrismo. Vamos a saber que lo descubrieron mucho antes que los europeos los árabes y los chinos. De tal manera que esos descubrimientos no fueron europeos. Después sí, Europa comenzó a constituirse como centro, y a partir de esos descubrimientos siguió haciendo muchos otros, ahora sí, realmente novedosos y europeos. Pero contaba siempre con una gran información de las otras culturas que negaba y cuyos conocimientos absorbía y desarrollaba. Ahora, esta pretensión se está acabando. Porque esos otros pueblos habían inventado parte de lo que la modernidad desarrolló mucho más. Y por lo tanto no eran ausentes a ese tipo de racionalidad. De hecho, posteriormente les fue muy fácil captar el conocimiento científico y tecnológico, y comenzar ellos mismos a desarrollar conocimiento de punta, que es lo que acontece en este momento. Ahora estamos en un momento de cambio. Sinté­ticamente, digamos que la modernidad europea empezó a tener una gran ventaja en el siglo XVIII y propiamente en el siglo XIX. Ahí es cuando se hacen los grandes descubrimientos de origen euro­peo. En el siglo XX desplegó todo su potencial económico y militar y desplaza su centro hacia Nor­teamérica. Lo que estamos viendo en siglo XXI es que empieza a surgir la contrapartida y comienza a cambiar la situación. Poco a poco iremos viendo las consecuencias de la nueva situación global.

CTyP: Si la ciencia y la tecnología (CyT) que conocemos son un producto social específico aso­ciado a la racionalidad instrumental y la modernidad capitalista. ¿Qué características tendría una CyT para otro tipo de sociedad, para una sociedad pos-capitalista?

ED: No es fácil imaginar lo posible. Pero podemos suponer algunos aspectos. Debe ser y debería ser algo que, en primer lugar, tenga en cuenta la supervivencia de la biósfera. Eso es lo que ahora, en este momento, la tecnología y el desarrollo del capitalismo y la violencia militar están poniendo en juego: la vida misma de la especie humana, la vida de los mamíferos y de ciertos tipos de animales y vegetales. Hasta hace unos po­cos años, yo pensaba que ponía en cuestión la vida en la Tierra en general. Pero en rea­lidad no. Va a poner en cuestión cierto tipo de vida, estrictamente la vida humana. La desaparición del ser humano en la Tierra no es el fin de la vida en la Tierra, sino del ser humano. Habrá otros tipos de vida que sobrevivirán a la catástrofe que está pro­duciendo la especie humana y dará otras posibilidades futuras en millones de años. No creamos que el homo sapiens va a durar para siempre, en algún momento tendrá sus posi­bilidades finales. Pero es adelantar demasiado su fin el hacerlo como lo estamos haciendo en este momento. En fin… volviendo al tema, digamos que ciertas nuevas mediaciones pueden ser posibles si se toman seriamente otras finalidades de la acción humana. Si la acción huma­na está dentro de un sistema capitalista, donde el criterio máximo es el aumento de la tasa de ganancia y esto exige la competencia y bajar el valor a un producto, pero no importa a costa de qué y de qué tecnología, esto no va durar mucho. Esos criterios van a tener que ir cambiando. Va a tener que pensarse más la supervivencia de la humanidad que el aumento de ganancias. Y esta es la primera gran elección que tiene que hacer globalmente la especie humana. Por eso la política es fundamental, porque son decisiones sociales, colectivas y, por último, políticas, que la humanidad debe tomar. Pero vemos como la política está demasiado atada a la econo­mía y la economía al capitalismo. Y éste pone como criterio de existencia el aumento de la tasa de ganancia. Ese criterio debe entrar en crisis y cambiarse a otro criterio que piense la afirma­ción de la vida. Y esto sería la primera gran opción. Y se van a ir descubriendo lentamente di­mensiones precisas, mediaciones a todos los aspectos y niveles que permitan la superviven­cia de la humanidad a largo plazo. Eso no se puede prever pero algunos de esos ejemplos nos lo pueden dar culturas anteriores a la modernidad capitalista y que han sobrevivido a la misma. Tienen grados menores de tecnología y aparentemente desarrollo civilizatorio, por ejemplo, los pueblos originarios de América, pero sin embargo nos muestran modos de vida con grandes po­sibilidades de supervivencia por cientos de miles de años. Mientras que el capitalismo tiene muy estrechas posibilidades de existencia. Podemos aprender algunas mediaciones de culturas hasta ahora despreciadas y que pueden significarnos realmente un importante modo de supervivencia.

CTyP: Cambiar el criterio que guía a la vida social, en general, y a la actividad científica y tec­nológica, en particular, ¿es entonces un asunto de vida o muerte para la humanidad?

ED: ¡Pues sí! La ciencia y la tecnología deben comenzar a reflexionar sobre su fun­ción histórico-social. Si digo su exigencia ética, es demasiado abstracto y no se entiende. Pero si digo examinar su función social es más inteligible. El derecho, la ingeniera, la medicina, todas las ciencias, incluso las “duras”, las matemáticas. Pero permíteme una digresión antes de continuar. Me gustaría reflexionar sobre esta expresión incómoda, “ciencias duras”, ya que creo puede alumbrarnos respecto de tu pregunta. Son “duras” en un sentido, pero muy blandas en otros. Se las llama “duras” porque son exactas y creen ser más ciencias. Pero son exactas porque son abstractas y, por lo tanto, menos tocan la realidad en su complejidad cualitativa. La complejidad cualitativa es mucho mayor que la complejidad cuantitativa. La cuantitativa pue­de ser abarcada matemáticamente. Pero la complejidad cualitativa, que es la vida, que es el he­cho de tener una emoción, de hacer una simple digestión, de la procreación humana, es de una complejidad que todavía el ser humano está muy lejos de abarcar desde sus inicios. No sabemos realmente cómo surgió la vida ni cómo se puede reproducir el inicio de la vida en labora­torio… ¡y quizá nunca podamos hacerlo! Es de tal complejidad que las ciencias de la vida debe­rían ser las más “duras” de todas las ciencias. La vida es el hecho más complejo que existe y, por lo tanto, no se lo puede conocer con precisión. Pero la imprecisión, o la no certeza, no son por una menor inteligencia científica, inferior a la matemática. Sino justamente por lo contrario. Se trata de un conocimiento con un objeto tan complejo que no lo puede abarcar con facilidad. La razón matemática lo hace con más facilidad porque trabaja con abstracciones. Entonces, cui­dado con esto de las “ciencias duras”. Quizá la ciencia más dura deba ser la neurobiología pero es al mismo tiempo la más incierta, porque la complejidad y plasticidad de miles de millones de neu­ronas hace que nada pueda ser previsible sino estadísticamente aproximable. Y si lo unimos a los miles de millones de seres humanos, nos damos cuenta que la complejidad de la humanidad es inmensa. Y prever su comportamiento es prácticamente imposible, ¡es infinito! Y eso es la política, eso son las ciencias sociales, la filosofía. Por eso tenemos que replantear la transformación, la des­colonización de toda la ciencia, que no debe pensar en base a un proyecto moderno, económico capitalista y político liberal, sino a partir de un nuevo proyecto de supervivencia de la humanidad y eso va a significar transformaciones enormes en todas las ciencias, imprevisibles por ahora, salvo en algunos pequeños aspectos que empezamos a descubrir.

CTyP: Por último, ¿qué piensa que, como trabajadores de la ciencia y la tecnología, podemos hacer frente al actual contexto de avance neoliberal?

ED: Bueno, esto nos conecta con lo anterior. Justamente el neoliberalismo es un nombre y es la expresión de esa razón matemático-capitalista que trabaja con la cantidad, bajo el criterio del au­mento de la tasa de la ganancia, del capital que lo rige todo, es lo neoliberal. La tarea que tenemos por delante es superar esa concepción y superar esa teoría, para poder salvar a la humanidad. Si la especie humana sigue siendo guiada por esos principios va a su suicidio colectivo, como ya muchos datos los están previendo: el aumento de la temperatura en la Tierra, la existencia de los plásticos en gran cantidad en los océanos, etc. Y sobre todo la incapacidad de solucionar es­tos elementos tan negativos para la reproducción de la vida, postergándolos para más adelante. Se sigue así con un sistema moderno capitalista que produce el auto-suicidio de la humanidad. Porque vemos que somos demasiados, gastamos demasiada energía, etc. Pero al mismo tiempo vemos que hay una desigualdad gigantesca, que hay muy pocos que tienen demasiado y gran­des mayorías que no tiene nada y que mueren de hambre. Por eso estas cosas hay que solu­cionarlas y no postergarlas. Es necesario para ello una nueva concepción del uso de la ciencia. No es nada descubrir algo nuevo, hay que descubrir para qué se descubre, y este es el punto grave de la situación. Las ciencias en la universidad, en general, no estudian su responsabilidad social y no se fijan fines en favor de la vida ni de la justicia. Sino simplemente del descubrimiento de una verdad abstracta que, de hecho, luego es utilizada como medio para hacer funcionar un sistema neoliberal de competencia en el mercado. Los fuertes triunfan, los débiles son derrotados, pero los mismos fuertes cada vez son menos y ellos mismos se están cavando la fosa. Entonces, estamos en una situación grave para toda la humanidad, donde la humanidad va a tener que tomar grandes decisiones. Aunque por el momento no parece haber una disposición a hacerlo y eso es de graví­simas consecuencias. El proceso de deterioro ambiental aumenta a cada año de manera geomé­trica, no aritmética. Para reponer las condiciones en la Tierra del 1900 se van a necesitar millones de años, por ejemplo para que los hielos vuelvan a los polos, etc. Eso es lo que tenemos ante los ojos. Es decir, que la ciencia, que tiene una gran capacidad de ver los fenómenos como son en la realidad, tiene una ceguera absoluta para prever las consecuencias negativas de actuar sobre esa realidad modificándola en favor del aumento del capital y no de la vida.

CTyP: ¡Muchas gracias!

Notas

1 Muñoz, D. [daniel muñoz] (2013, Octubre 10). E. Dussel explica la teoría: “El Giro Descolononizador” (The Decolonaizing Turn). [Archivo de video]. Disponible en Youtube.
2 Se refiere a la detención de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei Technologies e hija del fundador de la compañía. La detención se produjo el 1 de diciembre de 2018 en suelo canadiense por orden del gobierno norteamericano. El argumento fue que la compañía había violado las sanciones que la administración Trump estableció sobre Irán. Días después la empresaria fue liberada mediante el pago de una fianza millonaria.

Notas de autor

* Entrevistador a cargo

Con la colaboración desde México de Omar García Corona

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