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Procesos Creativos en las Artes: Perspectivas Indisciplinadas

Creative Processes in the Arts: Undisciplined Perspectives

Romina Cecilia Elisondo
CONICET, Argentina

Epistemus

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN-e: 1853-0494

Periodicidad: Semestral

vol. 12, núm. 1, 2024

epistemus@saccom.org.ar

Recepción: 08 Abril 2024

Aprobación: 12 Mayo 2024



Introducción

Uno de los mitos más comunes, entender a la creatividad como un proceso solitario, se refuta con contundencia al ver, escuchar y sentir las producciones colectivas narradas en la mesa de discusión “Los procesos creativos en las artes desde una perspectiva multidisciplinar”, en el marco de las primeras Jornadas para Artistas, Investigadores y Docentes (JAID) organizadas por la Sociedad Argentina para las Ciencias Cognitivas de la Música (SACCoM) . Estas jornadas se organizaron como contraturno de GAPS2 Seminario Global de Artes y Psicología “Creatividad en la música y las artes” realizado en York, Graz, La Plata y Melbourne en septiembre de 2023. El grupo y las experiencias compartidas configuran un contexto donde la creatividad surge de lo colaborativo, lo producido solo puede comprenderse en este marco de acciones, lenguajes y búsquedas conjuntas. Claramente lo que se produce es mucho más que la suma de las partes, es imposible juntar cada pedacito del proceso creativo, unirlo y armar una coreografía. La coreografía grupal, por ejemplo, no es la suma de los movimientos individuales, como tampoco un cuadro es una adición de muchos colores. Similares evidencias muestran las narrativas sobre obras teatrales, composiciones musicales y producciones cinematográficas. Estas narrativas nos interpelan a pensar los procesos creativos desde perspectivas socioculturales, entendiendo que las acciones creativas siempre implican, directa o indirectamente, vinculaciones con otras personas y con objetos reconstruidos culturalmente (Elisondo, 2016; Glaveanu, 2013; Glaveanu et al., 2020).

Algunos autores coinciden en señalar que la originalidad y la utilidad son los criterios principales a considerar para comprender la creatividad (Runco y Jaeger, 2012). Sin embargo, resultan constructos difíciles de operacionalizar en todos los campos, y especialmente en las artes y las producciones colectivas. Quizás los criterios sean correctos, tal vez insuficientes, pero, al igual que Mark Runco y Garrett Jaeger (2012), nos preguntamos acerca de quiénes son las personas idóneas para juzgar el cumplimiento de los mismos, y además quiénes seleccionarán a estas personas. La originalidad definida como infrecuencia y novedad de las producciones es una característica inherente a las producciones artísticas colectivas. Resulta difícil pensar en dos coreografías iguales, en dos obras musicales idénticas, tal como lo hemos observado por ejemplo en las experiencias compartidas durante la mesa de discusión.

Otro de los principales criterios para definir un producto creativo es el de utilidad, entonces nos preguntamos para qué sirve escuchar un coro o apreciar un mural. La utilidad de los productos creativos no puede ser definida solamente considerando procesos de resolución de problemas concretos, sino que es indispensable tener en cuenta también valores subjetivos, estéticos y éticos. Pensar sobre la ética es indispensable, ya que muchos productos creativos no se orientan hacia el bienestar de las personas y las sociedades; en este sentido, cabe incluir un criterio ético para definir la creatividad, que sostienen actualmente los investigadores que analizan procesos de creatividad malevolentes (Kapoor et al., 2016). El tema de la utilidad también nos genera múltiples preguntas acerca del valor de la creatividad (Oppert et al., 2023).

A partir de las experiencias narradas en la mesa de discusión, intentaremos en el presente escrito argumentar acerca de por qué la creatividad es un proceso complejo e indisciplinado.

La Creatividad como Proceso Complejo, más que Originalidad y Utilidad

Tal como señalamos anteriormente, originalidad y utilidad son los criterios clásicos para definir la creatividad. Sin embargo, nos preguntamos en base a qué indicadores pueden evaluarse esos criterios, y quiénes son las personas indicadas para hacerlo. En esta línea y agregando complejidad a la cuestión, Anna Abraham (2023) señala que la definición estándar de creatividad no permite captar la complejidad de las acciones creativas porque dicho marco de referencia utiliza criterios externos para estimar el nivel de creatividad. Según la autora, cualquier afirmación sobre las experiencias internas o la vida mental del creador implica necesariamente el examen de la creatividad desde un marco de referencia interno. En este sentido, propone “la siguiente enmienda a la definición de creatividad que puede aplicarse en todos los campos de la empresa humana que abarcan las creatividades artísticas y científicas: una idea creativa es aquella que es a la vez novedosa y satisfactoria” (Abraham, 2023, p. 1). La autora considera que las implicancias del cambio de definición propuesto (es decir, una idea creativa es aquella que es novedosa y satisfactoria) para el estudio del proceso creativo se vinculan con el reconocimiento de que necesariamente se debe considerar la perspectiva del creador al examinar el proceso creativo. A la vez, esto se traduce en un reconocimiento relacionado, es decir, que la perspectiva del receptor no puede sustituir la perspectiva del creador al examinar el proceso creativo del creador. En este sentido, es necesario aceptar que parte de la investigación que se ha realizado hasta la fecha en psicología, educación y neurociencia ha ignorado la perspectiva del creador al examinar el proceso creativo. Según la autora, es indispensable que en investigaciones futuras se consideren tanto las perspectivas de los receptores como de los creadores. Abraham (2023) alerta acerca de los riesgos de la tendencia a utilizar inteligencia artificial y herramientas de aprendizaje automático para evaluar las respuestas a las tareas de creatividad; tales prácticas metodológicas ignoran tanto la perspectiva del creador como la de receptor.

La creatividad es un proceso complejo que implica experiencias novedosas y satisfactorias para quiénes las vivencian desde diferentes lugares: creadores, colaboradores, audiencias, públicos, etc. Cuando nos referimos a personas que las vivencian incluimos no sólo a quienes ejecutan la acciones sino también a otros que de alguna manera intervienen en el proceso creativo. Esta definición se articula con la consideración de la creatividad como proceso social que siempre implica actores, conocimientos y objetos diversos. Entonces, las narrativas compartidas en la mesa de discusión muestran experiencias creativas, novedosas y satisfactorias para quienes las bailan, las cantan, las ejecutan, para quienes las vivencian en diferentes presentaciones y también para quienes las escuchamos y las vimos durante el encuentro desarrollado en el marco de la mesa de discusión Los procesos creativos en las artes desde una perspectiva multidisciplinar.

Creatividad como Proceso Indisciplinado

Tal como ya señalamos (Elisondo, 2023), la creatividad es un proceso indisciplinado en, al menos, dos sentidos. En el primero se hace referencia a las rupturas que generan los procesos creativos en las disciplinas, es decir, la creatividad rompe con los límites de las disciplinas y plantea problemas, productos y acciones que van más allá de las tradiciones conceptuales y nos interpelan a pensar nuevos formatos, herramientas y formas de comprensión de la realidad. En estas indisciplinas emergen, por ejemplo, productos creativos en las intersecciones entre las artes plásticas, la música, el diseño y las tecnologías. En estas indisciplinas, algunos científicos piensan soluciones algorítmicas mirando el modo en que actúan los animales ante determinadas situaciones (Vera, 2023). En estas indisciplinas, compartimos narrativas que muestran personas construyendo vínculos, danzas, instrumentos, colores y sonidos inesperados.

Lo fronterizo también es propicio de la creatividad; las producciones creativas parecen ubicarse más allá de los límites y las fronteras de las disciplinas y las áreas de conocimiento tradicionalmente definidas. Precisamente lo que caracteriza a la creatividad es la posibilidad de transgredir las demarcaciones de las ciencias, las artes (y otras manifestaciones culturales) y buscar alternativas en lugares indisciplinados. Nos referimos a indisciplina (Romero, 2010) como espacio difuso, más allá de las disciplinas, y también como transgresión a las normas y cánones establecidos. La creatividad incluye acciones indisciplinadas en estos dos sentidos, en lo conceptual, ubicándose en las fronteras y en los espacios difusos de los campos de conocimiento, transgrediendo normas y formas de actuación. La creatividad es fronteriza e indisciplinada ya que implica rupturas y transformaciones, necesariamente supone transgresiones al statu quo para construir nuevas perspectivas y posibilidades (Elisondo, 2023, p. 175).

La creatividad también es indisciplinada en el sentido que le otorga a la palabra indisciplina la Real Académica Española (2014): “falta de disciplina, desobediencia, rebeldía, insubordinación, insumisión, resistencia, insurrección, anarquía, obstinación”. La creatividad genera rupturas y transformaciones a partir de la desobediencia, de la obstinación por no hacer siempre lo mismo, por cambiar y generar cosas nuevas. La indisciplina de construir una murga, de crear un taller, de pintar un mural, de reconstruir espacios y tiempos, de generar espacios para vivenciar experiencias artísticas. Las narrativas de la mesa de discusión muestran desobediencias, resistencias y rebeldías, dan cuenta de procesos de búsqueda de alternativas y caminos inciertos.

Entonces, la creatividad y también las artes, como procesos indisciplinados, implican rupturas en los campos de conocimiento y también en las prácticas sociales, generando proyectos colectivos nuevos y propuestas de transformación. En esta línea, los planteos de Javier Cristiano (2018) sobre la creatividad social como conjunto de acciones colectivas orientadas a la creación de proyectos novedosos cobran especial relevancia para comprender las indisciplinas que definen la creatividad, las artes y las narrativas compartidas.

Procesos Creativos en las Artes

Abraham (2018) define la creatividad artística como aquella habilidad para crear productos nuevos, apropiados y estéticamente artísticos. Comprende un rango amplio de acciones en diferentes dominios como por ejemplo la música, la pintura, la danza, la literatura, el teatro, solo por mencionar algunos. Según la autora, todas las formas de creatividad artística reflejan la expresión de ideas nuevas a partir de la conexión de elementos remotos de manera novedosa.

La creatividad artística, al igual que las demás creatividades, implica procesos cognitivos generales (Corbalán, 2022) de fluidez (generar múltiples ideas), flexibilidad (realizar cambios conceptuales y de categorías) y originalidad (proponer iniciativas y productos novedosos e infrecuentes). Estos procesos generales están presentes en las diferentes formas de creatividad que se desarrollan en diversos campos de conocimiento. Algunos autores consideran que la creatividad es una capacidad general, mientras que otros sostienen que la creatividad se desarrolla a partir de experiencias y conocimientos en dominios particulares (Qian et al., 2019). Actualmente las investigaciones neuropsicológicas de la creatividad indican que ciertos procesos cognitivos son generales y otros adquieren características particulares según los campos de conocimiento y los objetos que se producen. La especificidad de los procesos creativos según diferentes dominios genera múltiples debates entre los investigadores. Recientemente, el estudio de Qunlin Chen et al. (2020) revela un sistema central de dominio general para la creatividad artística, pero en el que cada dominio depende hasta cierto punto de circuitos neuronales específicos de cada dominio. Asimismo, se reconoce que la creatividad como proceso cognitivo implica la búsqueda y resolución de problemas, la búsqueda de alternativas, la expansión conceptual y la combinación; estos procesos actúan de manera interrelacionada y compleja.

La creatividad artística, al igual que otras creatividades, implica procesos complejos y no lineales. Tal como señala Keith Sawyer, (2021) el proceso creativo ha sido concebido muchas veces como un proceso lineal que comienza con la preparación; le sigue la incubación, durante la cual se producen uno o varios insights; luego, una etapa de selección en la que se elige una de las ideas como más prometedora; seguido de una elaboración o ejecución del insight seleccionado. Sin embargo, Sawyer (2021) sostiene que esta visión lineal es inconsistente con las concepciones de creatividad en una comunidad de creadores, artistas y diseñadores que enseñan y trabajan en escuelas profesionales de arte y diseño. Según el autor, en estos contextos se desarrollan procesos creativos que no son lineales, sino que se configuran de manera iterativa e improvisada. Según Sawyer (2021), los procesos creativos son cíclicos y complejos, presentan avances y retrocesos constantes. Los procesos creativos demandan procesos permanentes de reflexión y deliberación ante los desafíos y los fracasos. Asimismo, los procesos creativos suponen avances en el marco de restricciones y obstáculos que los condicionan. Paradójicamente, el proceso creativo puede avanzar mediante el fracaso, en un modelo de creatividad improvisado; el fracaso tiene el potencial de impulsar el proceso creativo en una dirección más exitosa, alejando al creador de un movimiento lineal hacia adelante. Sawyer, (2021) ha desarrollado numerosos estudios sobre creatividad en las artes. Los datos indican que, en arte y diseño, el proceso creativo no comienza con un momento de insight; más bien, las ideas surgen mientras se participa en el proceso. Las ideas emergen y son redefinidas permanentemente durante el proceso creativo a partir de articulaciones entre pensamientos convergentes y divergentes. Asimismo, el autor destaca el valor de las colaboraciones y las interacciones grupales en la creatividad artística.

La creatividad en las artes, además de incluir procesos cognitivos complejos y dinámicos, ofrece herramientas de transformación individual y social. Desarrollar la creatividad en actividades artísticas, culturales y comunitarias se relaciona con la salud, el bienestar, el placer y el fluir (Richards, 2007; Caldwell, 2005). Asimismo, la creatividad y el arte pueden propiciar la inclusión y transformación social tal como se visualiza en las experiencias de Gabriela Wald (2009), Betsy McCormick (2005) y Claudia Bang (2013). Considerando los numerosos estudios que indican relaciones entre creatividad, arte, salud y transformaciones sociales, es indispensable propiciar procesos creativos en contextos educativos formales y no formales. En esta línea, los aportes de los estudios sobre ciudades creativas (Elisondo y Donolo, 2016), es decir, sobre contextos urbanos que generan espacios para diversas manifestaciones creativas de la ciudadanía, cobran especial relevancia.

En lo que se refiere al derecho a la ciudad, podemos entender que la gestión participativa está en el centro de todas las cuestiones que afectan a su desarrollo democrático, creando el mapa simbólico de la ciudad para visualizar narrativas en conflicto, capturando la imagen e identidad del lugar (…) En este sentido, la producción y representación de una historia y/o imagen consensuada sobre el proceso de regeneración urbana puede ser considerada una manifestación clave de la gestión democrática de la ciudad, creando líneas de actuación que giran en torno de las políticas de representación, de las prácticas de legitimación discursivas y de la crítica a los modelos de visualidad curatorial, mediática y urbanística. Las mercancías simbólicas serán leídas a partir de sus relaciones con las prácticas artísticas contemporáneas, con el trabajo creativo y con las nuevas formas de producción de subjetividades a través de la representación cultural, dando visibilidad a un conjunto de prácticas de producción y consumo de las identidades locales en un contexto bien definido como el del espacio público intercultural de las ciudades contemporáneas (Amaral, 2011, pp. 9-10).

Repensar las ciudades y los entornos culturales, educativos y comunitarios es necesario para ampliar los derechos de las personas a vivenciar, desde diferentes lugares y roles, prácticas creativas diversas.

Consideraciones Finales

Las experiencias compartidas en la mesa de discusión refieren a procesos creativos en tanto son acciones colectivas novedosas, generan rupturas en los contextos en que se desarrollan y se ubican en las fronteras de las disciplinas. Asimismo, las experiencias compartidas crean productos originales y satisfactorios para las personas. Del mismo modo, en las narrativas se observan procesos cognitivos divergentes que implican búsquedas de alternativas, caminos diversos y resultados inesperados. Lo divergente, como proceso cognitivo específico de la creatividad, se materializa tanto en las producciones concretas como en los procesos de resolución de problemas vinculados a las acciones sociales en general.

Al pensar los procesos creativos en las artes es indispensable considerar contextos sociales y políticos más amplios, reconociendo la importancia de entender a la creatividad como derecho humano. En este sentido, nos interesa recuperar planteos recientes de la UNESCO respecto de la importancia de repensar las políticas para la creatividad en vinculación con el desarrollo sostenible de las sociedades:

¿En qué estado se encuentran los sectores culturales y creativos? ¿Qué cambios se han realizado en las políticas para promover sistemas de gobernanza de la cultura sostenibles y basados en los derechos humanos y un acceso equitativo a las oportunidades y los recursos culturales, gracias a la aplicación y la apropiación de la Convención por las partes interesadas? (…) Todas estas observaciones servirán para alimentar una visión renovada de las políticas culturales, basada en una mejor comprensión de los factores que influyen en la diversidad de las expresiones culturales y las perspectivas para anclar la cultura y la creatividad en el espectro más amplio de las políticas públicas (UNESCO, 2022, p. 41).

Creatividad y arte no son propiedades de unos pocos elegidos ni dones de una élite, son posibilidades de todas las personas que dependen de la apropiación de recursos, objetos y ocasiones disponibles en los contextos. Procesos creativos y prácticas artísticas se pueden hallar en diversos contextos educativos y comunitarios. La creatividad y el arte no solo habitan los museos y las galerías especializadas, sino que se pueden encontrar, por ejemplo, en los acordes y los movimientos que disfrutamos en la obra de un grupo de mujeres, en la trama de algunos tejidos y diseños; en definitiva, en la experiencia colectiva de crear objetos, colores, sonidos, sabores y sentidos.

La creatividad, en las artes y en otros dominios, genera ideas, productos y procesos indisciplinados, que se ubican en los intersticios de las disciplinas, entre lo permitido, lo prohíbo y lo instituyente…

Referencias

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