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El paisaje urbano. Tendencias metodológicas en el análisis, gestión y ordenación territorial

The urban landscape. Methodological trends in the analysis, management and territorial planning

María Isabel Alba Dorado*
Departamento de Arte y Arquitectura. Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad de Málaga, España

El paisaje urbano. Tendencias metodológicas en el análisis, gestión y ordenación territorial

Estudios del Hábitat, vol. 17, núm. 2, 2019

Universidad Nacional de La Plata

Recepción: 13 Febrero 2019

Aprobación: 14 Octubre 2019

Publicación: 31 Diciembre 2019

Resumen: En la actualidad nos encontramos con una gran riqueza de aportaciones teóricas y metodológicas vinculadas al estudio del paisaje, principalmente, en el contexto Europeo. En el ámbito científico observamos como el paisaje urbano se ha mantenido presente, sin embargo, su presencia en la definición de metodologías que aborden su análisis, gestión u ordenación ha sido esporádica, sin llegar a alcanzar una entidad propia. En el desarrollo de este artículo nos proponemos avanzar en el análisis de aquellas tendencias metodológicas más destacadas en el estudio del paisaje en la órbita europea, con algunas contribuciones norteamericanas, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Estos estudios han contribuido de algún modo en la gestión y ordenación del territorio. Su análisis y síntesis nos permitirá demostrar nuestra hipótesis acerca de las insuficiencias metodológicas relativas a aquellos paisajes urbanos con objeto de poder avanzar en el desarrollo de un marco teórico, conceptual y metodológico que aborde la gestión y ordenación de estos paisajes desde su especificidad.

Palabras clave: Paisaje urbano, Metodología, Análisis, Gestión, Ordenación.

Abstract: At present we find a great wealth of theoretical and methodological contributions linked to landscape´s studies in Europe. In the scientific field we observe how the urban landscape has remained present, however, its presence in the definition of methodologies that address its analysis, management or territorial planning has been sporadic, without reaching its own entity. In the development of this article we propose to advance in the analysis of those most outstanding methodological trends in the study of landscape from the second half of the 20th century to the present that have contributed in some way in the management and planning of the territory. Its analysis and synthesis will allow us to demonstrate our hypothesis about the methodological inadequacies related to those urban landscapes in order to be able to advance in the development of a theoretical, conceptual and methodological framework that addresses the management and territorial planning of these landscapes from their specificity.

Keywords: Urban landscape, Methodology, Analysis, Management.

1. Introducción

En estos últimos años estamos asistiendo a la proliferación de un número de estudios e investigaciones que prestan un creciente interés al paisaje. Esto ha dado lugar, entre otras cuestiones, a la producción de una gran cantidad de literatura científica. La consideración cambiante del concepto de paisaje a lo largo del tiempo, la pluralidad de significados y sentidos que a este término se le otorga, sus distintas escalas, la diversidad de los objetivos de los estudios y proyectos paisajísticos, así como la pluralidad de disciplinas que intervienen en su consideración explican la gran riqueza de aportaciones teóricas y metodológicas existentes y la variedad de instrumentos paisajísticos que se utilizan en su estudio, análisis, defensa de sus valores, intervención, gestión y ordenación de sus dinámicas y transformaciones.

En Europa, desde el primer tercio del siglo XX hasta la actualidad, nos es posible destacar diversos puntos de inflexión que han influido en aquellas manifestaciones asociadas a él, entre otras, las referidas a la metodología de su estudio. El primero se produjo a mediados del siglo XX cuando desde una concepción del paisaje de carácter más perceptiva y descriptiva, casi artística, se pasó a una conceptualización más sistémica, en la que el paisaje era considerado como un todo donde las estructuras espaciales y los procesos ecológicos se relacionaban. Esta visión tuvo una oposición directa por parte de los geógrafos humanistas quienes, desde una óptica fenomenológica y existencialista, abordaron el paisaje desde una perspectiva diferente. El segundo punto de inflexión tuvo lugar en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI. Este se fundamentó en el interés social que despertó el territorio relacionado con la calidad de vida y la sostenibilidad ambiental. Como resultado, al paisaje se le dotó de un carácter legal y pasó a incorporarse a la planificación territorial, propiciando, por tanto, la aparición de nuevos modos de enfocar el estudio paisajístico.

En estos últimos años estamos asistiendo además al avance en el desarrollo de estudios impulsados por la necesidad de dar respuesta y llenar de contenido intencionado y actual a los compromisos de la política de paisaje que el Convenio Europeo del Paisaje (CEP) establece (Gómez y Riesco, 2010:69). Este Convenio inaugura un extenso campo de tareas que cuentan en la actualidad con un abundante apoyo documental, orientaciones y buenas prácticas para su puesta en funcionamiento y ofrece las claves de un nuevo lenguaje para el paisaje. La promulgación del CEP ha propiciado una mayor atención hacia el paisaje urbano, contribuyendo a clarificar y superar el uso ambiguo que en numerosas ocasiones se hace del concepto de paisaje.

Sin embargo, en el ámbito científico, aunque el paisaje urbano se ha mantenido presente, su presencia en la definición de metodologías que aborden su análisis, gestión u ordenación ha sido esporádica, sin llegar a alcanzar una entidad propia, remitiendo una atención preferente a los espacios naturales y agrarios. Como consecuencia, nos encontramos con muchas de las metodologías que se utilizan para el estudio de aquellos paisajes urbanos y/o periurbanos ignoran la particularidad de estos o son el resultado de sesgar determinados planteamientos teóricos, conceptuales y metodológicos hacia aspectos que carecen de utilidad a la hora de hacer frente a la dimensión paisajística del hecho urbano. Asimismo, el concepto de paisaje urbano ha sido utilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de morfología urbana o imagen urbana. El uso ambiguo de este término ha impedido atender con mayor rotundidad la dimensión urbana de estos paisajes y definir una metodología que atienda a la especificidad de estos.

En el desarrollo de este artículo nos proponemos, ante la diversidad de estudios, aportaciones teóricas y metodológicas, manifestaciones artísticas, culturales etc., avanzar en el estudio de aquellas tendencias metodológicas más destacadas en la investigación del paisaje desarrolladas a nivel internacional desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad que hayan contribuido de algún modo en la gestión y ordenación del territorio para, a partir del análisis y síntesis de estas, demostrar nuestra hipótesis acerca de las insuficiencias que encontramos en la actualidad en torno a cuestiones conceptuales y metodológicas relativas a aquellos paisajes urbanos con objeto de que todo ello permita avanzar en el desarrollo de un marco teórico, conceptual y metodológico que aborde la gestión y ordenación de estos paisajes desde su especificidad.

El interés de esta investigación radica, sin duda, en la importancia que en la actualidad adquieren estos paisajes urbanos. Una cuestión que se ve reforzada además en un momento como el actual en el que asistimos a un crecimiento progresivo de la población urbana. Diversos informes como el de UN-HABITAT[2] (Programa de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Urbanos) situaron al 2007 como un año crucial en el que la población urbana alcanzó el 50% respecto del total. Un crecimiento en auge que sitúa a la población urbana de 2030 en un 60% y la de 2050 en un 70% respecto del total. Esta tendencia de crecimiento de la población va a traer consigo cambios radicales que va a afectar de manera irremediable a la configuración del paisaje urbano actual a través de la creación de nuevos paisajes o de la transformación de los ya existentes. Todo ello hace necesaria y oportuna una reflexión en profundidad acerca de cuestiones teóricas, metodológicas e instrumentales que respondan a la especificidad de estos paisajes a la hora de abordar su estudio, análisis e intervención que contemple no solo su protección y tutela, sino también su gestión y ordenación

2. Tendencias metodológicas destacadas en investigación del paisaje

A continuación, se analizan algunas de las tendencias más destacadas en investigación de paisaje desarrolladas a nivel internacional desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad con objeto de poder analizarlas y estudiar su implicación metodológica en aspectos relativos con la gestión y ordenación del territorio.

- Escuela alemana

La escuela alemana dedica especial atención a la problemática de los estudios de paisaje y se caracteriza por haber presentado en todo momento una línea avanzada e innovadora. Así pues, y como coincide en señalar la literatura especializada, esta Escuela fue la primera que propuso el concepto de paisaje. Como expresa María de Bolòs (1992), fue Sigfried Passarge el primero en escribir un libro sobre paisaje (1919-20), quizá el primer tratado científico sobre esta disciplina, lo que dio origen a una ciencia que, en un inicio, se consideró una rama de la Geografía, la “Geografía del paisaje”. A este autor se deben conceptos como la idea de globalidad del paisaje.

Esta Escuela se inicia desde la geografía física, de modo que, a través de los métodos de análisis corológico integrado (Gómez, 1994), el paisaje es considerado como el punto de encuentro de diferentes esferas (litosfera, hidrosfera, atmósfera y bioesfera). En este aspecto destaca la labor de los geógrafos alemanes Ferdinand von Richthofen y Alfred Hettner. Más adelante, en la primera mitad del siglo XX, destacan los trabajos realizados por Carl Troll (1939, 1950), quien crea la Geoecología o “ecología del paisaje”. Después de la Segunda Guerra Mundial en la antigua República Democrática Alemana (RDA) se continuó la tradición geográfica integral. En este sentido, destacan los trabajos de J. Schmithüsen, G. Haase, E. Neef, K. Mannsfeld, E. Niemann y O. Bastian, entre otros (Bastian 1999). Los alemanes se han esforzado especialmente en la cartografía de unidades geoecológicas como medio de mejorar la planificación regional (Haase 1964). Así pues, el aporte más importante de la Escuela Alemana a la ciencia del paisaje no está en la organización taxonómica de las distintas unidades integrales de paisaje, sino en su aplicación en el diagnóstico de los problemas de fragilidad del paisaje, en la evaluación de la potencialidad y usos del mismo en diferentes escalas como base para la ordenación territorial. Esta aportación de rigor a la metodología contempla aspectos tan actuales como la gestión del paisaje. Aspectos que ya fueron introducidos y tratados, como indica María de Bolòs, en el Congreso sobre Paisaje que tuvo lugar en Dessau en 1985 (Escribano, 1986).

- Escuela soviética

La Escuela soviética, heredera de la alemana, posiblemente sea junto a esta una de las que más ha aportado al progreso del estudio del paisaje y mayor influencia ha tenido en tendencias posteriores (Panareda, 1979; Martínez de Pisón, 1983). La rica tradición que el Estado soviético posee en estudios geográficos y que encuentra su origen en el S.XIX, hace que el aspecto natural del territorio destaque en las investigaciones paisajísticas soviéticas. De este modo, gran parte de los avances en investigación realizados en la Unión Soviética se vinculan a las ciencias de la naturaleza con un mayor o menor compromiso con el Paisaje Natural (Arias, 2003).

Así pues, la Escuela soviética, al igual que la alemana, se interesa por el paisaje desde los elementos físicos y su interconexión. En un primer lugar lo hace desde los estudios relacionados con el suelo, para más tarde pasar a la elaboración de teorías que comprenden el paisaje como una “envoltura geográfica”, y posteriormente centrarse en el conocimiento integral del medio natural y el paisaje como un geosistema (Sochava, 1963) bajo la influencia de la teoría de los sistemas formulada por Ludwig von Bertalanfy en 1968. Esta última tendencia recibe un impulso importante a partir de los años 60 por parte del Instituto de Geografía de Moscú que busca introducir un mayor rigor al contenido y alcance de los estudios paisajísticos. Esta tendencia del conocimiento integral del territorio tiene como finalidad fundamental llegar al conocimiento global, como un todo, de la superficie terrestre (Bolòs, 1982). En los años 70 el estudio de los geosistemas pasa a denominarse “Geotopología”. Gran parte de los estudios realizados fueron sobre paisajes naturales. Estos se desarrollaron a escalas medianas, tomando como base a una cartografía del terreno adecuada y orientándose al análisis de las propiedades espaciales y temporales de los geosistemas y de sus componentes.

- Escuela francesa

Las investigaciones paisajísticas en Francia contemplan en parte las experiencias soviéticas y alemanas. Sin embargo, la tradición académica de la escuela francesa sobre el estudio del paisaje y su vinculación a la Geografía como disciplina a lo largo de la historia por parte de los equipos universitarios, hace que sus aportaciones adquieran un carácter específico, siendo en la Universidad de Tolulouse-Le Mirail donde la contribución investigadora ha sido más importante. En este sentido destacan los trabajos, entre otros, del profesor George Bertrand (1968, 1969, 1972…); estos han ejercido una gran influencia en el estudio del paisaje en otros países, entre ellos, España, y han permitido la transmisión de ideas y conceptos de la Escuela alemana y la Escuela soviética. Bertrand adapta el concepto de geosistema, de origen naturalista y atribuido a autores soviéticos como Sochava (1978) y Isachenko (1973), a la realidad de Europa Occidental donde la acción ejercida por el hombre es mucho mayor. En 1968 desarrolla una metodología integrada para el paisaje desde una visión sociocultural, tratando de establecer lazos entre la naturaleza y la sociedad. La componente humana adquiere una significación que no había alcanzado desde las propuestas geoecológicas (Gómez et al., 1994).

Los estudios de G. Bertrand, pero también los de otros geógrafos franceses como Gabriel Rougerie o Jean Tricart, contribuyen al desarrollo de una visión sistémica de la geografía a través de una aproximación global que pretende desbloquear las aproximaciones sectoriales anteriores (Bertrand, 1968). Así pues, frente a la metodología utilizada por la geografía tradicional, centrada en el estudio individualizado de “las partes” que componen un paisaje, la Escuela francesa desarrolla sus investigaciones encaminándolas hacia unos estudios pretendidamente sintéticos y que entienden el paisaje como una compleja estructura que combina elementos y factores naturales y antrópicos. Todo ello ha permitido centrar la reflexión sobre el paisaje y fijar marcos teóricos y procedimientos metodológicos en base a un sistema de referencia paisajístico que integra las relaciones entre naturaleza y sociedad.

En el desarrollo de este enfoque sistémico resulta especialmente decisivo el concepto integrador de sistema que Georges y Claude Bertrand (2002) desarrollan utilizando como base tres conceptos diferentes y complementarios al mismo tiempo como son el de geosistema, territorio y paisaje, y que identificaron por sus siglas GTP (Geosistema-Territorio-Paisaje). Asimismo, en los años 1970, la “Escuela de Besançon”, denominación propuesta por J.C. Wieber, con raíz en la geografía física y con una amplia referencia de estudios paisajísticos fruto de la tradición académica sobre el paisaje en Francia, intenta conciliar la dimensión objetiva y subjetiva del estudio del paisaje a través de un modelo sistémico.

- Escuela de la Ecología del Paisaje (Landscape Ecology)

Como consecuencia de la toma de conciencia por parte de la ciencia y la sociedad de los problemas generados en la naturaleza como resultado de la acción agresiva y depredadora del hombre aparece el auge de la disciplina Ecológica como forma de entender la realidad. Esta escuela que aparece con fuerza en los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX recibe el nombre de Landscape Ecology. Sin embargo, sus orígenes hay que buscarlos en el siglo XIX, en la Escuela rusa de paisaje a través de las aportaciones de Dokuchaev acerca de la interrelación de los fenómenos y objetos en la superficie terrestre. El origen de su nombre es alemán (Landschaftsökologie). De hecho, podemos observar como la influencia alemana sobre esta tendencia ecológica alcanza una especial relevancia a través de aportaciones como las de Troll o Neif, centradas en la relación con el ambiente, alcanzando en esta tendencia la culminación de un proceso de integración de diferentes ciencias de la naturaleza que se inicia con estos autores (Mérida, 1995).

La Landscape Ecology centra su atención en los “ecosistemas”, consagrándose al estudio de las relaciones entre la organización del espacio y los procesos ecológicos y sociales (Matteucci, 1998), entendidos estos como interacciones de los organismos vivos en el medio en que se organizan. No se definen unidades territoriales concretas, sino modelos teóricos fuera del espacio y del tiempo (Margalef, 1974). Esta metodología se apoya de una forma destacada en el estudio de las fotografías aéreas.

A partir de la década de los 80 esta tendencia adquiere una mayor relevancia y estructura organizativa. Así pues, en 1982 se crea la I.A.L.E. (International Association for Landscape Ecology) y en 1984 en Estados Unidos se establece un manifiesto y un seminario permanente. Asimismo, la difusión de estudios relacionados con esta metodología alcanza hoy día una destacada importancia través de numerosas revistas de investigación que se dedican a ella. En la actualidad la Landscape Ecology ha orientado sus trabajos hacia estudios metodológicos y de modelización del paisaje que tienen como objetivo una correcta gestión de este, siendo por ello menor el número de estudios de carácter más descriptivo que había caracterizado un periodo anterior.

- C.S.I.R.O. (Commonwaeth Scientific and Industrial Research Organisation)

Los estudios geomorfológicos realizados por los geógrafos australianos a través de la C.S.I.R.O. (Commonwaeth Scientific and Industrial Research Organisation) durante la Segunda Guerra Mundial tenían como objetivo el reconocimiento de una forma rápida de vastas extensiones de terreno del interior de Australia sin necesidad de realizar grandes inversiones en un continente que todavía era desconocido. El método utilizado se basa en el uso sistemático de la fotointerpretación del medio natural y se ve complementado con el análisis sobre el terreno. Este método, como señala Jean Tricart, a pesar de su debilidad metodológica y su aplicación indiscriminada a diferentes escalas, viene a sentar las bases de la cartografía de unidades de paisaje que toma cuerpo a partir de la década de 1960.

Este método sintético fue adoptado y modificado más tarde, en 1976, por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (F.A.O.) para el análisis de los recursos territoriales y la planificación de uso agrarios en países subdesarrollados. Asimismo, sigue manteniendo hoy día cierto éxito en los países anglosajones y en los que se hallan bajo su influencia.

- Procedimiento de la EPA (Environment Protection Agency, EE.UU.)

En la década de los 80 del pasado siglo y como consecuencia del devenir de los problemas ambientales, investigadores de la Environmental Protection Agency (E.P.A.) de los Estados Unidos, ante la necesidad de contar con clasificaciones del territorio y procedimientos de evaluación que incluyeran criterios ecológicos a distintas escalas que permitiesen reducir el riesgo ecológico y la mitigación de impactos, desarrollaron las primeras aproximaciones formales de regionalización ecológica y que más tarde sufrieron ajustes (Bailey, 1987; Bailey, 1995; Omernik, 1995).

En la definición de este enfoque acerca del carácter paisajístico, esencialmente ambientalista, nos encontramos con diversos autores que discrepan acerca de cómo definir estas regiones ecológicas aludiendo a distintos criterios (Omernik, 1995) o de la dominancia de uno o varios de ellos. En 1997, la Comisión para la Cooperación Ambiental (C.C.A.) hizo público un documento en el que se formalizaba la delimitación y clasificación de regiones ecológicas en Estados Unidos, Canadá y México. El objetivo era definir, bajo una visión holística de las características territoriales, una cartografía de áreas relativamente homogénea que sirviera como base para su estudio, evaluación, seguimiento de ecosistemas y que fuera útil en aspectos ligados a su planificación. Los criterios que la Comisión utilizó a la hora de definir esta delimitación y clasificación se apoyaron en aquellos defendidos por Omernik (1987) para las regiones de los Estados Unidos, Wiken (1986) para las de Canadá y las de un equipo inter-institucional de México.

- Aproximación al contenido histórico del paisaje

Este modelo de estudio del paisaje se caracteriza por otorgar una especial atención a su contenido histórico. Hacia la primera mitad del siglo XX, en Francia, la denominada Escuela de los Anales, encabezada por Marc Bloch y Lucien Febvre, llevó a cabo una serie de estudios históricos que vinculaban factores sociales y ambientales. Sin embargo, fue en la segunda generación de esta Escuela cuando se consolida una geografía histórica basada en un modelo ecológico y sociocultural, teniendo como máximo exponente al historiador francés Fernand Braudel.

Este papel decisivo de la historia en la configuración paisajística ha hecho que surjan propuestas que plantean hacer uso de la historia no solo para el estudio del paisaje sino, en ocasiones, como pauta para la ordenación del paisaje como ha planteado Marcucci (2000). Por otro lado, Moreno y Montanari (2008) identifican, desde una perspectiva ecológico-histórica, una serie de factores específicos, medioambientales y culturales que configuran cada paisaje, deduciendo a partir de ellos nuevos instrumentos que permitan identificar y estudiar cada paisaje, así como proponer proyectos de ordenación adecuados.

- Paisaje cultural

El concepto de paisaje cultural ha constituido a lo largo de las últimas décadas una componente esencial en el estudio de la geografía, el territorio y la planificación. Esta corriente aborda la complejidad del territorio en su conjunto, pero teniendo en cuenta sus particularidades, especialmente las derivadas de su historia y de aquellos vínculos que el hombre ha establecido a lo largo del tiempo con la naturaleza.

En Alemania nos encontramos con unos de los exponentes de la geografía regional alemana, Alfred Hettner, para quien los fenómenos físicos y humanos se hallan íntimamente relacionados en la definición de cada paisaje.. Este mismo interés por el paisaje lo encontramos en la escuela francesa y de forma especial en el desarrollo de la geografía humana, teniendo como uno de los principales referentes a P. Vidal de La Blache. Asimismo, destaca el trabajo de Patrick Geddes, biólogo y urbanista escocés, quien influenciado por las ideas de Vidal y de la escuela francesa, sostiene que la planificación de un territorio debe comenzar por la realización de un estudio de sus recursos y de la relación del hombre con estos, así como de la complejidad del paisaje cultural resultante. En Estados Unidos nos encontramos con Lewis Munford, discípulo de Geddes y fundador de la Regional Planning Asociation of America, una institución integrada por personas de distintas disciplinas y con una fuerte connotación humanista, que reivindica a través de su trabajo las dimensiones históricas y culturales del paisaje tanto en su estudio como planificación. Una atención especial requiere el geógrafo estadounidense Carl O. Sauer quien a través de su obra The Morphology of Landscape (1925) distingue entre paisaje natural y paisaje cultural constituyendo este último aquel paisaje transformado por la acción del hombre.

En el presente siglo nos encontramos con el trabajo de diversos autores dentro del campo de la planificación que encuentran en la componente cultural del paisaje el eje central en la planificación contemporánea. Tal es el caso del trabajo de Joaquín Sabaté (2008) quien, desde el respeto a la identidad y la cultura del territorio, aborda la complejidad de este a través de miradas interescalares, con el objetivo de vincular, a través del planeamiento, la historia cultural de un territorio con la intención de proyectar su futuro.

- Arquitectura del paisaje

El inicio de esta disciplina se le atribuye al norteamericano Frederick Law Olmsted, primer arquitecto paisajista, quien en 1863 fundó un estudio moderno de paisajismo. Olmsted trabajó en paisaje tanto natural, como rural y urbano y fue el creador, entre otros, del Central Park en Nueva York y de la noción del Parque Nacional aplicado a Yosemite National Park (Ábalos, 2008). Olmsted utilizó el término de Landscape Architect en contraposición al de Landscape Gardener para centrarse en la idea de construcción del espacio público moderno a través del concepto de parque y no tanto en la idea de paisajismo de jardines.

En 1948 se crea en Cambridge (Inglaterra) la International Federation of Landscape Architects (I.F.L.A.) cuyo correlato en Europa es la European Foundation for Landscape Architecture (E.F.L.A.). Sus objetivos principales son, entre otros, desarrollar y promover la profesión y la disciplina de la Arquitectura del Paisaje y establecer altos estándares de práctica profesional en diseño y planificación del paisaje, su manejo, conservación y desarrollo.

La primera Escuela de Arquitectura del Paisaje fue fundada en Harvard en el año 1905 por Frederick L. Olmsted. En el Sur de Europa el paisajismo como disciplina académica aparece en la década de los cincuenta. Destaca Italia donde la A.I.A.P.P. (Associazione Italiana di Architettur del Paesaggio), fundada en 1950, promueve la cultura del diseño de jardines y de paisajismo, reuniendo a un gran número de profesionales comprometidos con la planificación, la formación y la investigación en este campo. En Francia nos encontramos, asimismo, con destacadas escuelas como la École Nationale Supérieure du Paysage en Versalles o la Escuela de Arquitectura y Paisaje en Burdeos lo que ha permitido un gran desarrollo de la docencia e investigación en este campo. Destaca también Portugal con numerosos arquitectos especializados en Paisaje. En España la labor del arquitecto paisajista no ha alcanzado la repercusión y el reconocimiento que otros países europeos a los que hemos hecho alusión anteriormente. De hecho, la I.F.L.A. solo reconoce a los paisajistas que han finalizado el Máster de Arquitectura del Paisaje en la Universidad Politécnica de Barcelona. En este sentido, cabría destacar la labor que Rosa Barba llevó a cabo como en la dirección de dicho Máster.

- Arqueología del paisaje

La Arqueología del paisaje trata, desde una vocación multidisciplinar e integradora, de estudiar e interpretar, a partir de los restos físicos de la acción espacial y ambiental de los grupos humanos, los procesos de construcción social que se han dado a lo largo de la historia y que han terminado por configurar los paisajes actuales (Criado, 1999; Fairclough et al., 2002). El objetivo de esta disciplina es el estudio del paisaje de cualquier época, no solo de la época prehistórica o protohistórica, sino también de la época medieval, moderna o contemporánea.

En la actualidad los intereses de la Arqueología del paisaje van más allá de aquellos que caracterizaban a la propia arqueología procesual y etnografía de la arqueología posprocesual de finales del siglo XX (Anschuetz et al., 2001: 176; Whitley, 1992: 76-77; Knapp, 1996:147). La ampliación del concepto patrimonial que se extiende desde la idea de yacimiento hasta contener la idea de paisaje, ha hecho que Arqueología del Paisaje tenga que modificar sus métodos, convirtiendo al paisaje en una dimensión paradigmática dentro de su campo y aproximándose a otras disciplinas y/o situándose a caballo entre estas (Sánchez, 2010; Orejas et al., 2002:303). Este estudio integral del paisaje desde la disciplina arqueológica ha sido objeto de reivindicación por diversos autores (Criado, 1999; Ballesteros et al., 2005). Esto está teniendo como consecuencia el desarrollo de nuevos métodos y herramientas para el estudio, interpretación, valoración y gestión del paisaje (Ballesteros, et al., 2005) que encuentran en el desarrollo tecnológico derivado de la aplicación de los Sistemas de Información Geográfica uno de sus más firmes apoyos (García y Fernández, 2003).

- Landscape Character Assessment

Este nuevo enfoque metodológico conocido como Landscape Character Assessment (LCA) creado por The Countryside Agency y Scottish Natural Heritage, tiene su origen en las experiencias paisajísticas llevadas a cabo por agencias públicas de distintos países y regiones de Europa (Reino Unido, Francia, Italia, Holanda o Suiza). Esta metodología ha venido afrontando desde los últimos años del siglo XX hasta la actualidad los problemas y oportunidades que se presentan en paisajes diversos.

El procedimiento LCA destaca por su contribución teórica-metodológica, interdisciplinar e integradora de las diversas nociones de paisaje. Esta metodología supone un giro en la concepción dominante del paisaje, que pasa de ser considerado un fenómeno preferentemente visual a entenderse como una íntima y compleja relación entre las personas y el lugar, una combinación de naturaleza, cultura y percepción que hace que cada paisaje sea único.

Esta metodología, orientada a determinar el carácter del paisaje, esto es, aquello que lo caracteriza y lo hace diferente al resto, introduce la noción de unidad de paisaje en la caracterización, diagnóstico y valoración del paisaje y clasifica los paisajes en diferentes tipos y áreas(Mata, 2006); Swanwick (2002). En ella domina una aproximación territorial al paisaje que se aplica a diferentes niveles o escalas territoriales (Wascher, 2005) y se apoya, además, en la participación ciudadana. Esta aborda tanto la caracterización, diagnóstico y valoración del paisaje, como la evaluación de la calidad paisajística, proporcionando una base de datos de gran interés para el establecimiento de líneas de actuación y medidas. Ha alcanzado desde 1990 una amplia difusión en las Islas Británicas y su utilización se ha generalizado en el conjunto europeo, siendo en la actualidad la más utilizada.

3. El Convenio Europeo del Paisaje

Cabría aclarar que el CEP se limita tan solo a ofrecer unas pautas, unos principios muy generales, absteniéndose a prefijar aspectos metodológicos. Sin embargo, su introducción parece influenciar en aquellos estudios basados en los principios que este establece en relación a algunas cuestiones metodológicas vinculadas con la identificación, caracterización, cualificación y acción sobre el paisaje, contemplando acciones relacionadas no solo con su protección y tutela, sino también con su gestión y ordenación.

Sin embargo, si realizamos un balance de su aplicación a día de hoy podríamos concluir que esta no ha sido todo lo satisfactoria que debiera, especialmente para estos paisajes urbanos y periurbanos. Asimismo, las referencias científicas, teóricas y metodológicas relativas al análisis, valoración e intervención de estos paisajes no están completas, los fundamentos legales que les afectan muestran un desarrollo y grado de coherencia insuficiente y sus aplicaciones, aunque todavía escasas, contemplan algunas tendencias basadas en el entendimiento del concepto de paisaje de una forma superficial.

4. Análisis y síntesis

Al analizar las tendencias más destacadas en investigación de paisaje estudiadas anteriormente, observamos cómo el panorama teórico y metodológico orientado tanto al estudio como a la acción paisajística se presenta en la actualidad bastante abierto, contemplando además modelos teóricos-metodológicos no siempre plenamente coherentes como consecuencia de los plurales sentidos del concepto de paisaje, sus distintas escalas, la existencia de diversos enfoques disciplinares y la diversidad de objetivos de los proyectos paisajísticos (Mata, 2008:159; 2014:13).

Prevalecen aquellas aproximaciones al paisaje y metodologías de carácter muy parcial o válidas exclusivamente para determinados paisajes, predominantemente naturales o rurales. Así pues, nos encontramos con metodologías que parten de modelos ecológicos que se centran en aquellos paisajes naturales, en los que la presencia del hombre es mínima, con una finalidad preferentemente proteccionista. De este modo, la llamada Ecología del paisaje, se centra especialmente en aquellos aspectos naturales o ecológicos del paisaje, de forma que el fenómeno urbano no es considerado en sí mismo y cuando lo hace es solo en su vertiente negativa, en relación a la alteración de las relaciones naturales y de los ecosistemas, vinculando este con ámbitos altamente contaminados o artificiales. Observamos esta misma situación en otras metodologías que se encuadran dentro de la denominada Ciencia del paisaje, caracterizada principalmente por mantener sus concepciones paisajísticas desde unos presupuestos muy pragmáticos y desde posturas más próximas a aspectos descriptivos y taxonómicos vinculados al estudio de los cambios de usos del suelo y su explicación desde el punto de vista de su evolución natural e histórica.

Si analizamos las metodologías puestas en marcha por la Escuela soviética o la Escuela francesa observamos cómo estas apenas dedican su atención a los paisajes urbanos. En este sentido, el llamado Sistema GTP, a pesar de que su aplicación no se limita a ningún tipo de paisaje en particular, pudiendo extenderse a la totalidad del territorio, lo cierto es que sus enfoques básicos y métodos, propios de la Geografía Física, apenas dedican atención a aquellos paisajes más transformados por la acción del hombre ni, concretamente a los urbanos, y cuando lo hacen es para interesarse acerca de las transformaciones que los procesos de urbanización provocan en el paisaje, pero desde una perspectiva territorial, es decir, sin entrar en el análisis detallado de los espacios urbanos en sí mismos, sino en su presencia de conjunto. Es por ello que carecen de una base conceptual y de métodos relativos para abordar este tipo de paisajes de carácter más urbano.

Asimismo, aquellas metodologías que parten de una aproximación al paisaje desde un enfoque más histórico o cultural, a pesar de que contemplan en sus aspectos conceptuales, teóricos y metodológicos los procesos de urbanización y de transformación llevados a cabo por la acción del hombre en el territorio, procedentes de la Geografía Regional clásica y de la Geografía Cultural, su desarrollo se ha hecho efectivo en aquellos paisajes de carácter preferentemente rural, quedando en un segundo plano los paisajes más altamente transformados por la acción del hombre, salvo notables y valiosas excepciones. Por su parte, la arquitectura del paisaje, más próxima, sin duda, a aquellos paisajes de carácter más urbano y en mayor medida transformados por la acción del hombre que las metodologías anteriormente comentadas, no afronta de forma conceptual y metodológica a estos paisajes ni desarrolla propuestas específicas para ellos, más allá de la consideración de las zonas verdes y la vegetación urbana, centrándose en aspectos como el planeamiento, diseño y cuidado del entorno y los espacios exteriores.

El análisis y síntesis del estudio de estos modelos teóricos y metodológicos nos ha permitido observar además que existe una diversidad de planteamientos metodológicos dependiendo de cuál sea su utilidad. Observamos como históricamente el diseño de muchas metodologías paisajísticas, o bien se ha centrado casi exclusivamente en el análisis y caracterización del paisaje, o se ha focalizado en la definición de proyectos de intervención sin conocimientos previos suficientes. No es hasta fecha reciente que nos encontramos con nuevas propuestas metodológicas que abordan el estudio del paisaje desde su análisis hasta la ordenación sostenible del territorio. Sin embargo, estas metodologías en la actualidad aún no están muy formalizadas ni son muy coincidentes (Mata, 2006).

Por otro lado, existe una clara conciencia de inadecuación de muchos de los instrumentos teóricos y metodológicos que tienen como objetivo la acción paisajística. En este sentido, nos encontramos con demasiada frecuencia como muchas de estas metodologías responden a universos disciplinarios compartimentados. Estas suelen estar condicionadas por su adscripción a uno u otro campo de conocimiento y huyen del carácter multidisciplinar del estudio paisajístico. Asimismo, son numerosas las metodologías que abordan el paisaje desde una conceptualización que apenas si consigue abordar su complejidad. Existe una acusada tendencia en el desarrollo de los estudios paisajísticos de confundir paisaje con vista panorámica o escenografía de un lugar, lo que deja de lado una aproximación mucho más compleja e integradora.

En relación al CEP observamos como en la actualidad aún queda mucho trabajo para alcanzar sus objetivos de proteger, gestionar y ordenar todos los paisajes, incluidos aquellos paisajes urbanos. El desarrollo de políticas específicas de paisaje urbano sigue siendo escaso en Europa, al igual que ocurre con el desarrollo de políticas y programas internacionales de paisaje. Así pues, a pesar de que el Convenio está implantado con fuerza en muchos países como referencia para llevar a cabo una profunda transformación de su política de paisaje y nos encontramos con organismos que le prestan una atención expresa, lo cierto es que en la mayoría de los países esta constituye una competencia dispersa que carece de una definición institucional.

5. Conclusiones

En este sentido, podemos concluir que nos encontramos con una situación de insuficiencia o desvalimiento teórico, conceptual y metodológico para abordar aquellos paisajes urbanos (Zoido, 2012:19). Hecho ante el cual, aquellos planteamientos de carácter más científico, desarrollados para abordar paisajes menos transformados, tienen una escasa base y utilidad para su análisis y comprensión, así como para su intervención. Esto da lugar a una situación bastante paradójica ya que, precisamente aquellos paisajes creados, transformados y modificados por la acción del hombre son en los que este habita y desarrolla sus actividades y, sin embargo, son a los que menos atención se les ha prestado a la hora de definir un marco teórico, conceptual y metodológico que aborde su estudio e intervención desde su especificidad. Esto plantea la necesidad de introducir un giro en esta tendencia que tenga como objetivo abordar y desarrollar de una forma más profunda el estudio y tratamiento de estos paisajes (Brady, 2008).

Así pues, mientras que son frecuentes las aproximaciones que abordan el estudio del paisaje desde su consideración natural o las que se centran en la relación que el hombre establece con la naturaleza, apenas existen estudios que traten de una forma específica y concreta los paisajes urbanos (Brady, 2008). Como consecuencia, nos encontramos con limitaciones teóricas para abordar estos paisajes. Estos, en la actualidad, configuran un fenómeno de extraordinaria complejidad y diversidad cuyo estudio ha sido abordado de una forma muy tardía por la actividad científica en general. Así pues, aunque nos encontramos con ciertas aproximaciones que desde el campo de la Geografía o la Sociología tratan de aproximarse a estos paisajes de carácter más urbano a través del estudio de la morfología del paisaje como elemento clave de la formación de identidades urbanas, lo cierto es que estas aproximaciones apenas consiguen abordar la complejidad de estos paisajes y carecen de un desarrollo teórico suficiente.

Los diferentes enfoques metodológicos desarrollados hasta el momento apenas si han prestado atención a la dimensión paisajística de la ciudad, optando por otras orientaciones preferentes. En este sentido, es posible que algunos de los planteamientos teóricos, conceptuales y metodológicos establecidos para aquellos paisajes de carácter natural o rural puedan ser desarrollados para su aplicación a aquellos paisajes más intensamente transformados por la acción humana, pero se trata de una actividad que, hasta el momento, no ha sido llevada a cabo. Lo que quizá cabría presuponer es que todos aquellos aspectos teóricos y metodológicos desarrollados para el paisaje en general, sin ningún tipo de adjetivación, puedan servir para aquellos paisajes urbanos. Sin embargo, la especificidad de estos reclama que se les preste una atención que, hasta el momento, ha sido insuficiente. No tiene sentido ignorar o negar la condición especial de estos paisajes altamente transformados por la acción del hombre como tampoco lo tiene el hecho de permanecer en una situación conceptual y metodológica de confusión o de sinonimias ilógicas. Esto no significa ignorar o despreciar las aportaciones conceptuales y metodológicas que en este campo se han llevado a cabo desde diversos enfoques y disciplinas a lo largo de la historia, pero sí avanzar en su especificidad para superar así los habituales enfoques con los que el paisaje es estudiado e incorporar de este modo otros planteamientos que haga posible acoger la compleja noción de paisaje que el CEP contempla.

En este sentido, quizá sea la experiencia británica de las últimas décadas la que resulte más reveladora en lo referente tanto a la cuestión terminológica como metodológica. La metodología LCA en los últimos años ha venido afrontando los problemas y oportunidades que se presentan en paisajes muy diversos. Así pues, un avance teórico, conceptual y metodológico en este ámbito haría necesario, desde una posición de respeto a las aportaciones de las distintas escuelas y tradiciones, completar la trayectoria que se ha llevado a cabo hasta la actualidad en torno al paisaje para avanzar en la definición de un corpus teórico y metodológico propio que contemple la reflexión y el tratamiento en profundidad del paisaje urbano, que atienda a su especificidad y que supere la ambigüedad con la que en reiteradas ocasiones se hace uso del concepto de paisaje urbano equiparándolo con el de morfología urbana.

Asimismo, se precisa de un mayor desarrollo y aplicación de los principios del Convenio que preste una especial atención a estos paisajes. En este sentido, una cuestión importante que aún está pendiente es la ordenanza. Es preciso reforzar la implementación del CEP en este aspecto para conseguir avances reales (Phillips, 2008; Mata, 2014b). Para ello, es necesario asignar responsabilidades y competencias, definir tareas y su alcance, diseñar herramientas… y, en definitiva, todo ello pasa por fortalecer a las administraciones públicas que tienen como objetivo la implementación del Convenio de modo que este se desarrolle de la forma más efectiva posible.

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Notas

* Arquitecta, Doctora en Arquitectura, Máster en Peritación, Reparación e Intervención en Edificios y Máster Oficial en Arquitectura y Patrimonio Histórico por la Universidad de Sevilla (España). En la actualidad desempeña su labor docente e investigadora como profesora Ayudante Doctor de la Universidad de Málaga (España). Entre sus líneas de investigación destaca la relacionada con el estudio de instrumentos, métodos y teorías de carácter interdisciplinar vinculados a la identificación, caracterización, evaluación e intervención de los paisajes generados por la decadencia industrial.
[1] Este artículo ha sido desarrollado en el marco del proyecto de investigación “Diseño de una metodología científica para la identificación, caracterización, valoración e intervención en el paisaje industrial” seleccionado para su subvención en una convocatoria pública y competitiva de “Estancias de movilidad en el extranjero ‘José Castillejo’ para jóvenes doctores” (Convocatoria de 29 de diciembre de 2016 de la Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades -Boletín Oficial del Estado de 5 de enero de 2017). Financiado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España en el marco del Programa Estatal de Promoción del Talento y su Empleabilidad en I+D+i, Subprograma Estatal de Movilidad, del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016.
[2] UN-HABITAT. Publicación [en línea]: http://www.unhabitat.org [Consulta: 14 de diciembre de 2018].
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