Producción literaria

La destreza de lo cotidiano

Catalina Reggiani

Plurentes. Artes y Letras

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 1853-6212

Periodicidad: Anual

núm. 13, e053, 2022

revistaplurentesunlp@gmail.com



DOI: https://doi.org/10.24215/18536212e053



Creí escuchar que decía
que le gustaba caminar con las manos
en los bolsillos
del pantalón.
En silencio, con anhelo,
hice un corte horizontal en mi muñeca derecha
preciso, hasta el fondo. Los huesos
hacen un ruido seco
cuando se quiebran. Como si
se estuvieran riendo de algo
que no puede
hacerlos reír.
Me corté para inventar una reliquia
que pudiera guardar en el bolsillo,
bien cerca de su corazón.
Una mano contra la otra
encuentra abrigo.



La izquierda la guardé
para contar el milagro.


* * *



Fracasar es estar en medio
de la sacudida. Estrellarse.



Fracasar es estrellarse
pero volverse una estrella.



Estrellar es llenar de estrellas
pero hacer pedazos.



Estrella, de la raíz del mito indoeuropeo:
Ster-3. Parece
el nombre de una constelación.
Raíz de estrellas, montón de ellas.



Trae también las palabras
latinas, helénicas, germánicas.
También trae las palabras
célticas e indo iraníes.



Como si no hubiera metáfora posible.
Como si un cuerpo celeste fuera
el grado cero.
Pero también, asterisco.



Estrellar es llenarse de estrellas
pero también
volverse asterisco.


* * *



Cada vez que el amor interrumpió
la destreza de lo cotidiano
las palabras se volvieron insuficientes, sí,
sobre todo los sustantivos,
en particular los propios.



Su nombre debía tener el cuerpo de lo sagrado.
Él, cualquiera, la otra parte del misterio inevitable,
él, cualquiera, hubiera merecido el nombre de un rey.
Talismán que lo alejara de las cosas comunes,
que lo liberara de los peligros cotidianos.
Un nombre suficiente, un nombre
que contuviera el exceso.



Entonces, cielo.
La extensión luminosa del diptongo
y la brisa sibilante,
que se me llene la boca de ele, para nombrarlo,
que se me llene la boca,
Cielo,
de tarde.


* * *



Exijo mi derecho al olvido.
Quiero poder ser
cada vez otra, nueva,
que mis opiniones, por pasadas, no importen.
Que recaiga en el otro la tarea
de desandar el ovillo que me ata
hace años con la forma de mi cuerpo.



Poder ser de a momentos liviana,
como si no hubiera en mi historia tragedia.
Poder tener una mirada grave:
hay algo más importante, una fiesta
que ocurre siempre cerca mío,
pero lejos de acá.



Quiero eliminar toda marca del camino,
que el rastreo resulte imposible
que se acerquen a tientas y con un mapa
que construye cada vez un cartógrafo distinto.



Exijo mi derecho al olvido.
Quiero borrar todo, volverme invisible.
Habitar esta tierra con historias
que ofrecer al peregrino cansado.
Ofrecer una épica distinta
que se contradiga con las cien anteriores.
Ser infinitas mujeres
que se reconozcan solamente
cuando el pasado se me escape de la boca.

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R