Revista de Relaciones Internacionales Nro. 12

Lecturas

El fin del trabajo

Jeremy Rifkin

Paidós, Bs. As., 1996

Título original: The end of work. The declive of the global labor force and the dawn of the post-market era.

El desempleo en el mundo ha alcanzado en la actualidad su nivel más alto desde la depresión económica de los años treinta. Más de 800 millones de personas están desocupadas o subempleadas en el mundo. Ya sea en Países Industrializados o en los mercados emergentes. Es que este fenómeno que se ha instalado a partir de la década de los noventa, no tiene límites o fronteras geográficas. El desempleo es un problema que la economía global tiene que resolver. Cuales son en principio las principales causas del desempleo global. En estos últimos años en la Argentina como en el resto del mundo, es motivo de arduos y calurosos debates tanto de índole académico, gubernamental o empresarial cuya finalidad es pretender lograr una diagonal que permita ofrecer soluciones posibles a éste flagelo que se ha instalado en la sociedad global.

Precisamente el "Fin del Trabajo" aparece en un momento clave en la discusión mundial. El autor pretende -a través de las páginas del libro- dar propuestas, al menos para que las instituciones lo acepten o lo refuten. Para Rifkin estamos pasando de la era industrial a la era tecnológica (informática, telecomunicaciones, etc.), sin transición de una a otra, y con el agravante que el desempleo aumentará año tras año, al menos que los gobiernos adopten rápidamente una estrategia común para enfrentar a este problema. El impacto de las formas de producción capitalista tradicional están atravesando una de sus peores crisis, es ésta economía mundial. Los sectores agrícolas, manufactureros y de servicios, las máquinas están sustituyendo la mano de obra, donde se vislumbra en el horizonte una economía basada en la automatización para el siglo próximo.

En éste contexto, las empresas en casi todo el mundo anuncian despidos masivos, originando recortes en sus presupuestos, dado que la introducción de las nuevas tecnologías sea en el sector privado, como en el sector público -vía privatizaciones- está erosionando a la sociedad que asiste perpleja a una nueva fase de la historia mundial: El Fin de la Tercera Revolución Tecnológica. ¿Hacia donde va la nave planetaria, ante este escenario?.

En la primera parte, el autor presenta un repaso a la actual Revolución Tecnológica intentando comprender sus efectos e impactos sobre el empleo en la economía global. Examina algunas visiones competitivas del progreso tecnológico que han propiciado la deriva de la sociedad hacia formas de mayor automatización, analizando como ambas influyen en la comunidad actual. El autor plantea el cambio en los modos de producción -fordismo, taylorismo, toyotismo- y los cambios tecnológicos ocurridos en cada uno de éstos procesos.

En la segunda parte, explora en profundidad los cambios organizativos y tecnológicos que se producen en sectores claves de la economía -agricultura, industria, servicios- que tienen como consecuencia inmediata la reducción en el número de trabajadores empleados para producir bienes y servicios a nivel mundial. La reestructuración de los sistemas productivos es una realidad, que ha empezado a cobrar la vida de millones de trabajadores -asegura Rifkin. La tercera parte repasa en profundidad el impacto de la Revolución Científico- Técnica y como afecta la fuerza de trabajo global.

Las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y las fuerzas del mercado están rápidamente polarizando a la población mundial, en dos frentes. Una nueva élite empresarial y tecnificada que controla la llave de alta -tecnología y la producción-, y la otra una sociedad "marginada" ante el cambio tecnológico-productivo siendo ésta la más numerosa y con las menores perspectivas de encontrar trabajo.

La cuarta parte es el surgimiento de una nueva cultura del trabajo donde los gobiernos tienen que asegurar mediante una red de seguridad social a los trabajadores que se quedan sin empleo.

La tercera Revolución Tecnológica es una fuerza poderosa para bien y para mal -advierte el autor- Las nuevas tecnologías de la información y de las telecomunicaciones tienen la capacidad tanto para liberar como para desestabilizar a la civilización en el próximo siglo.

La posibilidad de que estas nuevas tecnologías nos liberen de cargas laborales que nos permitan disponer de más tiempo libre o que tengan como única consecuencia un desempleo masivo y una posible depresión global, dependerá en gran parte, de como cada nación haga frente al problema de los avances de la productividad.

En la última parte, describe la globalización del mercado de trabajo, y algunas propuestas para enfrentar al desempleo. ¿Que cambiar en la economía global?. Es evidente que la educación juega un rol central que vá más allá de las fronteras. ¿Qué está en crisis?. La producción en línea diseñada por F. Taylor, en Filadelfia, en los últimos años del siglo XIX fué sustituída por las máquinas e hizo posible un proceso de producción en serie, considerando a los obreros "mecánicos" en lo que se denominó Fordismo debido a su credor Henry Ford, y su Ford T.

Precisamente fué en "Tiempos Modernos", cuando Chaplin lo proyectó e ironizó en sus escenas donde los obreros estaban obligados a bailar al compás de la línea de montaje. En este esquema el trabajador es un recurso fijo, no existía interés en que desarrolle otras actividades o habilidades. Por cierto, según el autor, vivimos otros tiempos -la era digital está en marcha- No se puede volver atrás. El cambio es necesario e inevitable, por lo tanto la educación y la capacitación son instrumentos centrales en cualquier política económica.

¿ Como generar trabajadores eficientes?. En el nuevo escenario laboral la situación actual plantea enormes desafíos. ¿Quién debe orientar el mercado de trabajo? ¿El Estado o el Mercado, ante el desempleo? El sistema capitalista obedece a la ley del mercado, sometido a los rigores de la competencia, donde algunos pierden y otros ganan. Del otro lado está, el Estado de Bienestar que tanto la Argentina, Estados Unidos, la Unión Europea, han llevado adelante a través de políticas activas de fomento del empleo, promoviendo un tejido social en favor de los desocupados. Actualmente el Estado de Bienestar está en crisis, por lo que las principales naciones democráticas industrializadas están debatiendo sobre su rol.

Rifkin señala, que una de las medidas que deben adoptar los gobiernos con alto desempleo es disminuír la jornada de trabajo para que más trabajadores puedan estar contratados. Por ejemplo cita el caso de Hewlett-Packard en Francia y BMW en Alemanía, redujeron un día de su semana laboral. ¿Como lo hicieron, sin perder productividad? Es más, la aumentaron. Propusieron a los empleados que trabajen, por turnos para poder duplicar o triplicar la productividad. A su vez acordaron disminuír la jornada de trabajo sin reducirles el salario.

Otra opción sugerida por el autor es darle una nueva dimensión a las organizaciones no gubernamentales (ONG) llamadas el "tercer sector", en los Estados Unidos, ochenta y nueve millones de norteamericanos le dedican horas semanales de su tiempo a prestar servicios en la ONG.

Incluír programas de entrenamiento y capacitación profesional entre las empresas y los gobiernos para que los trabajadores no queden fuera del sistema.

El autor señala: "el mundo asiste hoy, al funcionamiento de la economía de mercado, pero se ha olvidado de la economía social, entramos en una etapa de mercados globales y de nuevos procesos productivos. El camino hacia una economía sin trabajo, por lo tanto dependerá de como los países se preparen para esta profunda transformación social".

El autor enfrenta y analiza la sociedad global, sin perder de vista los cambios económicos y tecnológicos y su impacto en el desempleo.

Una obra útil para reflexionar sobre la aldea global y su futuro.

Martín A. Morgante

Depto. de Relaciones Económicas Internacionales del I.R.I.

 

Far Eastern Economic Review. Telling Asia´s Story (Commemorative edition. 50th Anniversary Issue)

El 16 Octubre de 1946 nacía en Hong Kong una de las mejores revistas del mundo especializada en asuntos asiáticos: Far Eastern Economic Review (FEER). La revista -que fuera creada originarianente en Shanghai por el austríaco Eric Halpern, también primer editor- comenzó con un capital de poco menos de 1000 dólares y unos pocos cientos de lectores. Hoy tiene más 85.000 lectores en 125 países.

La saga de FEER no es ajena al insospechado derrotero del Asia-Pacífico durante estos 50 años. Es que apenas acallados los ecos de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y rendido el Japón, sólo las ruinas de la destrucción y la miseria cubrían la region. Nadie aseguraba el resurgir japonés y mientras, la gerra civil china duraba hasta octubre de 1949, cuando Mao fundó la república popular. También Asia viviría luego las dos guerras más importantes de la era de la Guerra Fría: la guerra de Corea y la de Vietnam, y el imposible de olvidar sangriento aquelarre del holocausto camboyano.

Todos estos hechos históricos, así como un repaso testimonial del tremendo desarrollo económico asiático son abarcados en este número conmemorativo de FEER que rescata década a década las más importantes notas (como "The world is witness", del 27 de diciembre de 1984, sobre la firma del acuerdo de devolución de Hong Kong por la fortalecida Margaret Thatcher y Zhao Ziyang), los artículos firmados (por ejemplo el del 28 de diciembre de 1989 de Mark Clifford, "the return of Korea Inc"), los informes de los reporteros de guerra (para revivir "Goodbye Joe", por Nayan Chanda o A town called Ho Chih Minh, por Russell Spurr, ambas del 9 de mayo de 1975, sobre la retirada norteamericana de Vietnam), las mejores secciones fijas (ver en página 76 la "travellers tales" del 27 de octubre de 1968), los comentarios a los libros más importantes de estos 50 años (como Red Star over China de Edgar Snow, the Temple of tke Golden Pavillon de Yukio Mishima o The Quiet American de Graham Greene), las inolvidables entrevistas a los líderes más importantes, (como la que R. H. Lewis le hiciera a Ferdinand E. Marcos en 1965), las coberturas especiales y los envíos de corresponsales en toda Asia (imperdible "Mao is Dead’, del 17 septiembre de 1976 -por David Bonavia y "Tiananmen Massacre", por Robert Delfs, del 15 de junio de 1989), las fotos que dieron la vuelta la mundo (como la del último helicóptero americano -sobre el tanque de agua de la embajada- en Saigón en plena evacuacion final), las mejores tapas (como las imborrables del 19 de marzo de 1973 sobre Hong Kong o la del 15 de junio de 1989 sobre Tiananmen) y los anuncios publicitarios más famosos (como el de Toyota de 1960 o el de Sony de 1961).

No sólo la historia sino el futuro tienen un lugar en este número extraordinario. La anunciada "Era del Pacifico" es discutida a través de cuatro notas (por ejemplo la provocativa de John Naisbitt "Global forces shape Asia") y una entrevista a Nicholax Nigroponte, el conocido experto del MlT. Para Naisbitt parece haber pocas dudas de que Asia será en el siglo XXI "la región dominante del mundo: económica, política y culturalmente" y que así como Asia fue el centro del mundo ahora el centro del mundo está retomando a Asia (sic). Posteriormente en -People, Nine to watch (pag 196) se analiza la trayectoria y proyección dé nueve jóvenes líderes, fundamentalmente en lo económico. En ‘Asia 2046" se presentan una interesante serie de encuestas realizadas semana a semana durante nueve meses entre ejecutivos de las principales empresas que operan en la región sobre cómo puede ser Asia política y económicamente en 50 años.

Como cierre se ha incluido el ensayo de William Mc Gurn ("What Miracle"), del 24 de noviembre de 1994, en el que, sin dejar de reconocer los enormes progresos realizados especialmente en las últimas dos décadas, hace una crítica del uso y abuso del concepto "milagro asiático".

Este número 50 aniversario de FEER, que estará a la venta en todo el mundo hasta julio de este año es realmente un número para tener en la biblioteca, bien a mano. Recupera la cobertura de la época de hechos históricos de máxima importancia mundial. Un documento periodístico de excelente presentación, que permite sumergirse en 248 páginas por las que desfilan ordenadamente cincuenta años drarnáticos de sucesos asiáticos.

 

Time Asia. 50 Incredible Golden Anniversary Issue.

El primero de julio de 1946 el reputado semanario norteamericano Time iniciaba su pionera edicion asiática. Se imprimía simultáneamente en Honolulu. Sydney y Manila, a la que pronto se agegaría Tokyo. Hoy en día se realiza en Singapur y Tokyo, con miles de lectores en todo el mundo y se ha convertido en una referencia semanal de singular importancia para el especialista o interesado en la región Asia-Pacífico.

De Dien Bien Phu a la caída de Saigon; del asesinato de Indira Gandhi a la muerte de Mao; desde Corazón Aquino a la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi; de Hyundai a Sony y de Toyota a Samsung, de la Guerra de Corea a la Guerra de Viet Nam; de la masacre de Kwangju a la masacre de Tiananmen; del Dalai Lama a Deng Xiaoping y a Hirohito; de Hong Kong a Singapur; de Buda a Confucio y a Mahoma; del resurgir del Japón a la increible Corea; de Kurosawa a Zhang Yimou; del sumo a Bruce Lee; de Mishima a Kawabata. En fin, hechos históricos, líderes inolvidables, ciudades sorprendentes, milagros económicos, dioses y santos, cineastas reconocidos y escritores premiados. Todo ello fue alguna vez reflejado por Time Asia y de todos hay algo (una foto, un párrafo) en este número para coleccionistas. Son trozos de la história contemporánea de Asia que todavía hoy pueden conmovernnos, y cuyas consecuencias son parte del presente de una región que parece destinada a las horas más gloriosas del siglo que se aproxima.

El número aniversario se estructura del siguiente modo: una comunicación de tipo editorial, seguida de una serie de impactantes cartas de lectores recibidas a lo largo de los cincuenta años. James Walsh firma el artículo central, ‘’La larga marcha a la grandeza’’ (ilustrado con una excelente foto de una geisha junto a la impresionante nariz de un tren bala). A continuación un repaso a los hechos económicos y empresariales más relevantes de estas últimas cinco décadas, luego siguen varios perfiles de hombres de negocios (como por ejemplo Akio Morita, fundador de Sony) y un capítulo dedicado al aporte a la tecnologia mundial hecho por asiáticos. En la sección Sociedad presenta un artículo firmado por el reconocido especialista Frank Gibney Sr., en el que se examina con profundidad el impacto del cambio tecnológico y la incorporación de Asia al comercio mundial en la vida tradicional, o como dice Gibney en el "sentido (asiático) de sus valores", quién también prefiere considerar milagros" y no ‘’milagro". El repaso histórico en la sección Cultura está a cargo de Pico Iyer, con enfoques especializados en Cine (Richard Collins), Moda (Martha Duffy) y Diseño (Carol Lufty). En las escasas dos páginas de la sección ‘’Gente" encontramos algunas breves y curiosas crónicas con fotos. Finalmente la edición especial de 116 páginas termina con un ensayo de Ian Buruma que se formula (e intenta responder) la pregunta de los noventa: ¿Es la democracia un valor asiático?", que es parte de otra pregunta más amplia aún hoy no contestada: ¿cuál es la relación entre desarrollo y libertad?

Quizá lo más valioso a nuestro juicio sea la sección "Archivos del Time’’ que se distribuye a lo largo de todo el número, intercalada al final de cada sección principal. En ella se recopilan las mejores fotos y se hace un breve comentario sobre los principales eventos, líderes y problemas que tuvieron lugar en este tumultuoso período de cincuenta años. La selección, siempre aleatoria, no deja de ser un buen repaso para el experto y una atrapante y acotada introducción para aquel que recién se asoma al Asia.

Más que importante en sí mismo este número aniversario tiene la virtud de volver a concentrar la atención en una excelente publicación, con hábiles corresponsales y fotógrafos en toda la región, que semana a semana presentan un producto de extrema utilidad. Especialmente para los que vivimos en las antipodas, acceder regularmente a Time Asia es una fuente insustituible de información confiable, dificilmente conseguible por otros medios.

Gonzalo Paz

Miembro del Dpto. del Asia y El Pacífico del IRI

 

La Política Exterior argentina y sus protagonistas 1880-1995.

Jalabe, Silvia R. (Comp.)

Bs. As. Nuevo Hacer. GEL. 1996

Considerando que «el presente libro reúne las distintas conferencias pronunciadas en el CARI por Ministros de Relaciones Exteriores de la Argentina en diferentes períodos y por un grupo de destacados expertos en relaciones internacionales» (Dr. Carlos M. Muñiz en las Palabras Preliminares), es, por cierto, complicado describir y analizar en pocas palabras la extensión y riqueza de la obra. Más aún si se tiene en cuenta que cada autor aporta una serie de contenidos que, con justo criterio, deberían considerarse en su totalidad.

Al ser una obra de recopilación, le falta un enfoque metodológico y epistémico desde las relaciones internacionales que muestre una continuidad de elementos de análisis a lo largo del tiempo tratado. Esto, por supuesto, no desvaloriza aquello que es central en esta publicación: «conocer las circunstancias que determinaron medidas que, en muchos casos, no fueron claramentes comprendidas». Esto es, conocer las realidades que llevaron a tomar decisones en política exterior con relación a las «circunstancias externas de cada época y, más aún, las de carácter interno», continuando con las palabras de Carlos Muñiz.

Lo interesante del trabajo comentado es la vivencia personal de cada uno de los Cancilleres o miembros de la Cancillería con relación a decisiones conocidas por la historia de la Política Exterior de nuestro país. Algunas, incluso, en tono anecdótico, como cuando el Presidente Perón le ofrece la Cancillería al Dr Hipólito Jesús Paz -después de la renuncia de Bramuglia- quien, al retirarse del despacho del Presidente, se sube a un taxi y el chofer le dice:

-¿Escuchó que renunció Bramuglia?

- Así parece -contestó Paz.

- ¡Roguemos para que el que venga sea tan bueno como él!

- Le prometo que yo voy a rogarle a Dios que así sea.

Y agrega Paz -en el capítulo «La Tercera Posición» -: «No sé si fui escuchado».

En «El poder de la norma y la política del poder. 1880-1916» José Paradiso intenta demostrar que «para un país como la Argentina, el principio de no intervención, la defensa de los lineamientos del derecho internacional y la solución pacífica de las controversias eran inequívocas manifestaciones de autoprotección y realismo político, intento por oponer el poder de la norma a la política del poder», dentro del periodo estudiado.

En «La neutralidad activa», Federico Storani plantea cómo «el acceso al poder de un gobierno elegido por sufragio universal, produce un cambio en el diseño de la política exterior» y cómo «el planteo valorativo de Hipólito Yrigoyen impregnaría todos los actos de su política exterior».

Mario Rapaport, en «Imágenes de la Política Exterior argentina. Tres enfoques tradicionales», presenta un interesante planteo de «enfoques o interpretaciones tradicionales que durante mucho tiempo aparecieron incontestadas ...».

En «La Tercera Posición» Hipólito Jesús Paz señala que «la Tercera Posición se acuña a posteriori de los hechos que la prefiguraron» y analiza la política exterior durante el gobierno del Presidente Perón.

En «La traición a los derechos humanos» Carlos Escudé intenta demostrar que «la retórica referente a la democracia y derechos cívicos, en cuanto a las relaciones norteamericanas con otros países, era fundamentalmente un arma usada en la consecución pragmática del interés norteamericano».

Eduardo Roca analiza en «La Revolución Libertadora» los cambios surgidos en materia de política exterior después de la caída de Perón.

En «Perfil internacional de un mundo en cambio. 1958-1962» Carlos Florit menciona que, al hacerse cargo del Ministerio, pensaba -en primer lugar- «que la política exterior no podía ser sino la expresión externa de una determinada condición nacional».

«Estamos en Occidente porque somos Occidente» le corresponde a Bonifacio del Carril, quien argumenta que «nosotros somos occidentales y sentimos, fervorosa y hondamente, lo que Occidente siente, coincidamos con quienes en Occidente piensan y sienten como nosotros».

En la conferencia siguiente, «El antagonismo ideológico en América», Jorge A. Aja Spil analiza la política exterior del gobierno de José María Guido, época en la que se desencadena la crisis de misiles y se crea el Servicio Exterior de la Nación.

Lucio García del Solar, en «La política exterior del gobierno de Arturo Illia», luego de analizar los aspectos relevantes de la política exterior del gobierno radical, destaca la conocida resolución 2065 de las Naciones Unidas, lo cual fue un verdadero éxito personal.

En «La política exterior del gobierno de Onganía», Enrique Peltzer examina «las relaciones con Estados Unidos; el papel de la Argentina en el ámbito latinoamenricano; las vinculaciones con los países europeos y las cuestiones de carácter territorial» durante el período.

«La política exterior argentina y el sistema internacional. 1970-1972» le pertenece a Luis María de Pablo Pardo quien afirma que «la Argentina ha de tener una idea clara de su papel, de su misión, en el sistema internacional; por esa razón, es indispensable conocer cuál es la estructura del sistema internacional».

En «Chile: la guerra o la paz. 1978-1981», Carlos Washington Pastor analiza en forma exhaustiva el conflicto con Chile en aquellos años.

«Marchas y contramarchas de la política exterior del Proceso: los gobiernos de Viola, Galtieri y Bignone» destaca el esquema de adopción de decisiones del Proceso y su relación con la Política Exterior, según la visión de Roberto Rusell.

En «Una ruta transitable. 1982-1983», Juan R. Aguirre Lanari relata desde su nombramiento como Canciller -en ese entonces era Embajador en Venezuela- por el general Bignone hasta el contrato de la construcción de las obras civiles de Yaciretá.

«Democracia y Política Exterior. 1983-1989» le permite a Raúl Alconada Sempé analizar la política exterior durante la gestión gubernamental del Dr. Raúl Alfonsín. Afirma el Dr. Alconada Sempé que «la política internacional es algo cotidiano, porque la vida diaria depende de lo que pase en el mundo, y lo que pase en el mundo debe depender, en parte, de lo que nosotros también hagamos».

Domingo Felipe Cavallo en «La inserción de la Argentina en el Primer Mundo» considera que fue «responsabilidad de mi período de gobierno recrear las instituciones económicas que fueran funcionales con el sistema político que estaba funcionando con éxito. Esta determinación no podía carecer de correlato en materia de inserción externa».

Por último, el actual Canciller, Guido Di Tella, plantea su parecer en «Política Exterior Argentina: actualidad y perspectivas. 1992-1995». Afirma que «la política exterior no es 90 % de política y 10 % de economía. No diría lo contrario, pero una proporción de más de la mitad está al servicio de la política económica», y luego hace un análisis de la Política exterior del Presidente Menem.

La lectura de esta obra es interesante dado su contenido histórico, ideológico y, por cierto, apologético de cada uno de los períodos estudiados. Los análisis de la política exterior se hacen desde la misma esfera lógica de actuación, de ese momento. Así se demuestra cómo van cambiando los conceptos sobre Política Exterior ya que «no puede ceñirse a modelos rígidos sino adecuarse a cada momento y a cada circunstancia.Un solo concepto puede considerarse inalterable: la necesidad de responder al interés nacional», tal como lo expresa el Dr. Muñiz.

Podría sintetizarse la obra como el enfoque de la Política Exterior argentina desde la perspectiva histórica de los autores, siendo, en muchos casos, ellos mismos los protagonistas de la gestión que analizan, lo cual acrecienta el valor esencial del texto.

Cabe destacar lo que decía Marc Block en su Introducción a la historia : «la ignorancia del pasado no se limita a impedir el conocimiento del presente, sino que compromete, en el presente, la misma acción». Por ello, y por mucho más, La Política Exterior argentina y sus protagonistas 1880-1995 es un libro esencial para aquellos que se interesen por nuestra historia.

Juan Pablo G. Laporte

Integrante del Centro de Reflexión de Política Internacional

 

Guerra o Paz en Sri Lanka

T. D. S. A. Dissanayaka.

Private Ltd., Colombo, 1995.

Título original: War or Peace in Sri Lanka.

1994 fue año de elecciones en Sri Lanka . Tanto las elecciones generales -agosto-, como las presidenciales -noviembre-, fueron dominadas por un nuevo líder, Chandrika Bandaranaike Kumaratunga, del Sri Lanka Freedom Party, que obtuvo el 62,2% de los votos, muy próximo al récord mundial de 62,5 obtenido por Nelson Mandela.

En ambas campañas el principal tópico fue la guerra civil establecida en el norte y este del país a partir de los disturbios raciales de 1983. Cuando la presidente admitió que toda esa región se encontraba virtualmente bajo control de los Tigres para la Liberación de Tamil Elaam (LTTE), generó un silencio desafiante que se intensificó al exteriorizar que intentaría negociaciones, puesto que cada esfuerzo para encontrar una solución militar había fallado desde 1983.

Sin embargo las negociaciones también habían fallado. En 1985 el presidente Jayewardene había negociado la paz con el LTTE en la capital de Bhutan sin resultados. En 1987 con el primer ministro de India Rajiv Gandhi como mediador se logró el acuerdo Indo-Sri Lanka y el envío de fuerzas indias para el mantenimiento de la paz.

En 1989 el presidente Premadasa inició negociaciones de paz con la LTTE y además con India para obtener el retiro de sus tropas. No solamente fracasó el plan para lograr la paz, sino que en junio de 1990 -tres meses después del retiro de tropas indias- se inició la mayor escalada de la guerra civil que enfrenta a ambos pueblos. Entre 1990-1994 las fuerzas armadas registraron aproximadamente 4.000 muertos y 6.000 heridos. Las bajas entre los guerreros tamiles y la población civil de ambos pueblos podría triplicar esas cifras.

De ahí el esfuerzo de la presidente de Sri Lanka para retornar a las negociaciones.

En este libro el autor intenta desentrañar las razones profundas y los hechos que derivaron en la cruenta situación actual.

Comienza destacando que en el proceso de independencia que unió al país -entonces denominado Ceylan- con Pakistán e India hasta 1948, Sri Lanka se destacó por haber logrado la secesión e independencia sin un solo disparo, con solamente algún ocasional activista en prisión y en una perfecta armonía comunal.

El censo de 1946 indicaba que el 70% de población singalesa convivía con 11 % de población tamil de Sri Lanka, con 11% de tamiles indios y con otras minorías. En cuanto a la compocisión religiosa 64,5 % de los habitantes eran singalese y budistas ante 20% de tamiles hindúes. En 1948 tal vez la más hábil de las minorías era la musulmana que coexistía con comunidades tanto tamiles como singalesas y alcanzaba el 6,6% de la población total. Los cristianos eran los que se encontraban en la situación más delicada: siendo la más poderosa e influyente minoría, parecían creer que sus privilegios provenían de Dios más que de los británicos. Tanto los protestantes como los católicos romanos poseían el monopolio de las escuelas prestigiosas además de fácil acceso al sector influyente en el gobierrno y eran quienes tomaban las decisiones comerciales de envergadura. El conflicto con los budistas parecía inevitable. En 1994 y en los seis primeros meses de 1995 los comandantes de las tres fuerzas y el Inspector General de Policía eran cristianos, 25% de los embajadores de la última década también han sido cristianos. Sin embargo la cordialidad, amistad y respeto entre ambas comunidades se ha mantenido constante. Los representantes del clero budista son invitados de honor en todas las ceremonias trascendentes de las iglesias cristianas y lo mismo ocurre con el clero cristiano en las grandes festividades de la iglesia budista.

En contraste directo, los tamiles de Sri Lanka siempre tomaron posiciones complicadas. La política colonial británica había fortalecido a las minorías para neutralizar a las mayorías. Por ello en 1946 todas las oficinas e instituciones del gobierno así como las bancarias tenían más tamiles que singaleses, que eran discriminados, a pesar de que la Constitución de 1946 establecía la libertad de cultos.

En las primeras elecciones generales de 1947, pese al holgado triunfo del Partido Nacional Unido (UNP) con D.S. Senanayake, éste invitó al Congreso Tamil a integrar su gabinete. De todos modos este primer ministro fue el responsable de la ultrajante ley de ciudadanía que quitaba el derecho de voto a los tamiles indios, que habían trabajado en las plantaciones por tres generaciones.

A diferencia de otras colonias donde los movimientos nacionalistas fueron el combustible para lograr la independencia, en el caso de Sri Lanka surgieron luego de ella.

En las regiones de habla singalesa el portavoz del nacionalismo no fue el UNP sino el Partido de la Libertad de Sri Lanka (SLFP) dirigido por S.W.R.D. Bandaranaike, que en 1951 se había separado del UNP.

En 1953 India estableció el hindi -hablado por el 40% de la población- como idioma oficial y otorgó 20 años para el reemplazo progresivo del inglés. En 1954 y habida cuenta que el 75% de la población de Sri Lanka hablaba singalés, Bandaranaike ofreció transformarlo en idioma oficial y para asegurar a la propuesta poder político sugirió 24 horas para realizar la transición. Pese a la preocupación de los partidos opositores y a la renuncia de los ministros tamiles, durante 1955 la idea fue ganando terreno y solamente el partido trotskista se opuso a la idea tan popular como carente de principios.

En las elecciones de 1956 el ganador fue Bandaranaike y ese mismo año se firmó el «Acta de Lenguage Oficial» que confirmó al idioma singalés. Los tamiles en todo el país se sintieron relegados a ciudadanos de segunda clase. El norte y el este tenían comunidades mayoritarias tamiles que pronto acusaron la tensión del momento.

Para presionar al gobierno la comunidad tamil inició huelgas y campañas de desobediencia civil. Estas medidas de resistencia similares a las utilizadas por el Mahatma Gandhi no fueron eficaces en Sri Lanka.

Otros dos elementos completaron el deterioro de la situación: el establecimiento de restricciones para el ingreso de estudiantes a la universidad en 1970 y en 1983 la escalada de violencia racial que puso en peligro la seguridad física de la comunidad tamil.

El autor revisa en forma pormenorizada el desarrollo de la guerra civil sin temor ni malicia, analizando el rol que jugaron otros países ante el conflicto -especialmente India- así como el accionar de organismos occidentales de derechos humanos. En este terreno Dissanayaka es un experto: como diplomático formó parte de la Asamblea General de la ONU siendo luego embajador de Sri Lanka en Indonesia, Egipto y la Unión Europea. También se destaca en las letras de su país.

Ante el difícil dilema de secesión o integración, el autor confía en el accionar de la presidente para hallar una solución aceptable por ambos grupos que además no ofenda la sensibilidad de la comunidad musulmana.

Isabel Cecilia Stanganelli

Coordinadora del Departamento de Europa del IRI

 

El Mundo del Islam. Gente, cultura, fe.

Edición dirigida por Bernard Lewis.

Ediciones Destino, Barcelona. 1995.

Título original: The World of Islam. Faith, People,Culture.

Las trece secciones que componen este libro han sido realizadas con el aporte de especialistas dirigidos por Bernard Lewis, uno de los más prestigiosos islamistas de la actualidad. El objetivo manifiesto de la obra es arrojar luz sobre el origen, difusión y creciente influencia del Islam en el mundo y además interiorizar al lector sobre aspectos artísticos, científicos, místicos y culturales de esta civilización a lo largo del tiempo y en los diferentes escenarios de su desarrollo.

La obra se inicia con una breve introducción que expone al lector la fe del Islam y los pueblos que la aceptaron: árabes, luego persas y beréberes, más tarde turcos y con posterioridad la invasión mongola proveniente de las estepas del Asia central. A partir de esta invasión se destacan cinco centros: el otomano; el sultanato mameluco de Palestina y Siria; Irán; India y en las estepas euroasiáticas los khanatos de la Horda de Oro y de Chagatay. La expansión alcanzó a España, Viena, Moscú y el sudeste de Asia. El libro dedica varios capítulos al período central del Islam en Cercano Oriente y norte de Africa, así como a la influencia y secuelas de la intervención de otros pueblos hasta el siglo XIII: turcos, caucásicos, beduinos, beréberes, francos. Aunque entree ellos los cruzados son los más conocidos, desde el punto de vista islámico fueron más importantes los pueblos de la estepa que llegaron del norte, principalmente los turcos, y entre ellos los selyúcidas. Luego los mongoles conquistaron el Cercano Oriente pero acabaron por ser asimilados. El punto más dramático de esta útima invasión se asocia al gran conquistador Timür-i Lang, Tamerlán: las tierras centrales del mundo islámico quedaron por primera vez en manos de conquistadores no musulmanes. Pese a lo efímero de este período, transformó la civilización del Cercano Oriente. Después de los mongoles, el elemento distintivo es la supremacía política y militar de los turcos y su idioma pasa a ser el tercero del Islam, después del árabe y el persa.

Hacia el oeste los turcos de Anatolia trascienden los Dardanelos y toman Constantinopla y Grecia. Estee momento trscendente qeue para Europa supuso el fin de la Edad Media, para el Islam constituye el inicio de una nueva era imperial.

En los siguientes capítulos se detallan las características del gobierno, las artes, el sufismo, la literatura, la música, la ciencia y la guerra, para luego poner el énfasis en cuatro regiones particularmente relevantes en la historia del Islam: España, Persia-Irán, el mundo otomano e India.

La cuestión de cómo y por qué invadieron España los musulmanes sigue sin encontrar respuesta. Tampoco la hay a la pregunta de por qué no ocuparon toda la península. En cuanto a su comportamiento, los pueblos hispano-romanos fueron más bien cómplices que conquistados: conviveron en el campo, las antiguas ciudades y poblados y hasta en las estructuras familiares. La mayoría de los invasores llegaron a España sin mujeres. «¿Podemos dar por supuesto también que hubo tratados y acuerdos entre los árabes y los españoles, sin olvidar en esta hipótesis a los judíos españoles?». El silencio rodea a la cuestión.

Para Irán, potencia imperial que en 1971 celebró dos mil quinientos años de la fundación del imperio persa por Ciro el Grande es parte de su tradición, de la que están tan orgullosos como de su origen étnico ario y de su idioma procedente del sánscrito. Adoptaron el Islam, y dentro de él son la comunidad shiíta más grande del mundo actual. La identidad persa se conservó bajo una sucesión de gobernantes extranjeros: árabes, turcos, mongoles y tártaros. En 1501 una nueva dinastía, los safawíes, originados en una orden sufí -llamada safawiyya- y se convierten en los fundadores del Irán moderno, promulgando el shiísmo como religión oficial del estado.

El capítulo dedicado al imperio otomano se propone recurrir al creciente conocimiento que actualmente se posee del pasado para desentrañar la historia de los otomanos previa al siglo XVIII, sus instituciones, pensamiento, organización del estado, integración de territorios y pueblos conquistados y, en fin, grandeza y decadencia del imperio.

En India el desarrollo del Islam adoptó otra modalidad distintiva: más autóctona y también menos rotunda, no convirtió a todo el sucontinente indio. El origen parece estar relacionado con la presencia árabe previa a los tiempos de Mahoma en la costa occidental de India, y que luego se convierten a la nueva religión. Claro que hubo invasiones, pero no fueron ni estables ni duraderas. Si bien el armamento de ambos grupos era similar, triunfaron los musulmanes muy avezados a la guerra de guerrillas y duchos en la táctica de ataque y retirada ante ejércitos indios más pesados y que además contaban con elefantes. La desventaja era evidente y se definió en decisivas victorias turcas. La pérdida de esta hegemonía, relacionada con diversos avatares, tuvo el toque de gracia con la colonización británica.

El último capítulo de este libro desarrolla la cuestión Islam y Occidente desde el siglo XVIII. Uno de los elementos importantes en esta relación tiene que ver con el petróleo, que ha conferido a algunos gobiernos musulmanes una oportunidad única a la hora de tomar decisiones tanto en el interior de sus estados como en el concierto internacional.

Isabel Cecilia Stanganelli

Coordinadora del Departamento de Europa del I.R.I.

 

Roca y Chile

Rosendo María Fraga

Buenos Aires, Editorial Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, 1996

El trabajo de Rosendo Fraga se fundamenta en dos variantes importantes en la construcción de la Argentina moderna, Roca y la relación entre nuestro país y Chile.

En este breve texto se siguen los sucesos políticos internos de ambos países y a partir de esto en que marco se dieron los sucesivos acuerdos entre ambos países para su demarcación territorial, sobre todo en el siglo XIX.

La importancia de Roca en la política argentina de fines del siglo anterior y principios de éste está fuera de discusión, ya que éste «domina la política argentina durante un cuarto de siglo y ejerce la presidencia durante dos períodos constitucionales completos de seis años.»

En esas presidencias, los logros obtenidos en materia de límites con Chile fueron importantes. Durante la primera (1880-1886), con la firma del Tratado de 1881, se establecen «los principios básicos en función de los cuales los dos países resolverán sus problema de límites durante el siglo siguiente.» En su segunda presidencia (1898-1904) con los Pactos de Mayo se encauzan «los conflictos pendientes derivados de la diferencia de interpretación sobre el Tratado de 1881.»

Sin lugar a dudas la presencia de Roca fue determinante en ambos acuerdos y su concreción dentro de una de las tesis por la cual «Roca es quien más sistemática propició los acuerdos y las negociaciones para mantener la paz, pese a ser un militar de carrera y alguien que podría haber usufructuado del prestigio derivado de una campaña militar exitosa.»

El primer capítulo puntea los principales aspectos de las relaciones argentino-chilenas desde 1810 hasta la primera presidencia de Roca en 1880, en el texto puede observarse cómo a medida que nos acercamos a esa fecha los problemas sobre límites aumentan como resultado de la ocupación de los espacios vagamente definidos desde los tiempos de la administración colonial española.

En el segundo se trata la primera presidencia de Roca, haciendo una descripción sumaria de los principales sucesos políticos de la Argentina y de Chile cosa que le permite justificar su planteo. Sin lugar a dudas, no creemos que la idea central de la política exterior de Roca haya sido «resolver los conflictos territoriales pendientes con los países limítrofes y, en particular, con Chile.» Ya que como él mismo señala más adelante en esta etapa se privilegia mucho más la variable de política exterior y mercados que las de tipo geopolíticas - que no eran desatendidas, pero que ocupaban un lugar secundario-. Un dato que nos llama la atención es el hecho de que no señala la debilidad chilena por la Guerra del Pacifico a la hora de firmar el Tratado de 1881.

Tal vez el hecho de obviar este dato, lleva a que en los dos capítulos siguientes no se comprenda, o no se explique suficientemente la constante intención chilena de rever el Tratado con otro tipo de acuerdos.

El Tercer capítulo cumple un rol de articular los dos capítulos fuertes del trabajo, el segundo y el cuarto, como también el rol que jugaba Roca desde el llano en la relación con Chile entre las dos presidencias que antecedieron su segundo mandato

Aquí hubiese sido interesante ver cómo la posible alianza entre Chile y Brasil funcionaba como un reflejo del gran juego de la potencias europeas y el resquebrajamiento de la fórmula política exterior y mercados.

El siguiente trata la segunda presidencia de Roca. Un dato que el autor pone en juego de manera criteriosa es cuál era la dimensión del conflicto entre ambos países al sostener que «la relación de fuerzas entre ambos era bastante similar. Chile superaba los tres millones de habitantes mientras que la Argentina no llegaba todavía a los cuatro millones, dado que no había recibido todavía la afluencia masiva de la inmigración que se daría durante la primera década del siglo XX.» Este es un elementos de peso para no caer en valoraciones retrospectivas sobre las potencialidades y sobre todo, las posibilidades reales del país en cuanto a no hacer valer sus pretensiones por otra vía que no fuera la diplomática.

En esta situación, planteada por el autor, en donde sobresale una vez más la sagacidad de Roca al demostrar, al momento de la firma de los Pactos de Mayo, «a Chile que su vocación de paz era genuina y, en consecuencia, los sectores chilenos que buscaban la paz pasaron a tener un argumento consistente a su favor, frente a la actitud asumida por el presidente argentino.»

Como señala el autor, Roca al concluir su segundo mandato, sentó las «bases que durante las seis décadas siguientes permitirán una buena relación entre ambos países.» Mostrando la permanencia de la solución adoptada.

El libro bien podría terminar allí pero le incorpora un último capítulo que nos parece innecesario, ya que el siglo XX está sumamente resumido. Es importante el rescate de los acuerdos entre Perón e Ibañez, como muestra de un ideario de integración. Nos llama la atención la ponderación de los incidentes fronterizos durante la gestión de Illía y que de ella no se rescate las medidas tomadas para ver qué resolución podría tener el conflicto con el Beagle, iniciado por Frondizi.

Este conflicto, el más importante desde principios de este siglo está minimizado y no se rescata de manera suficiente la forma en la que se tomó la aceptación del laudo arbitral por parte de la gestión de Alfonsín. Siendo éste el punto de partida para los acuerdos entre Alwyn y Menem y entre éste y Frei que permiten resolver «el conflicto limítrofe de Laguna del Desierto y sientan las bases para resolver el último, que es el de los Hielos Continentales.» . Aunque como sabemos, el último nos podría abrir nuevos conflictos más que soluciones en la relación bilateral.

Una vez descripto queremos hacer algunas consideraciones sobre el libro de Rosendo Fraga. La primera de ella es que existe una tensión por la heterogeneidad de los capítulos, entre lo que podría ser un trabajo de divulgación y una investigación más profunda, no quedando muy claro cuál es la opción del autor.

La segunda consideración es que se sigue una línea acontecimental y existe poca utilización de elementos teóricos con los que hoy cuenta la disciplina para mejorar la explicación de los hechos.

En tercer lugar, intenta implícitamente ser una refutación de la tesis de la debilidad territorial como tendencia profunda de la política exterior argentina. Ubicándose en un lugar intermedio entre un nacionalismo xenófobo que sustenta la depredación territorial y una postura antitética como la de Carlos Escudé.

Existen algunas imprecisiones como por ejemplo, en el hecho de que desde la visita de Roca pasó «más del medio siglo hasta que otro Presidente, el general Pedro E. Aramburu, visite la Patagonia en 1957.» Ya que el presidente Yrigoyen la visitó en 1918, aunque queremos aclarar que esta fallas no afectan la calidad del trabajo globalmente.

Coincidimos con el hecho de vincular la presencia de Roca, como hombre fuerte de la política argentina en su capacidad de resolver los conflictos fronterizos que se mostraron en el tiempo como permanentes y mostrando su envergadura de estadista y político de nuestro pasado.

Alejandro Simonoff

Coordinador del CERPI - IRI

 

El fascismo que viene

Jacques Julliard

Madrid, Acento, 1994

Edición original: París, du Seuil, 1994

«El fascismo que viene» es un texto sumamente interesante en donde se mezclan la búsqueda de la verdad, el compromiso con el presente y las proyecciones futuras que pueden adoptar los acontecimientos.

Este historiador, director de estudios en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, y periodista del semanario francés Le Nouvel Observateur por sus actividades combina perfectamente todos estas pretensiones y se ve motiva a analizar el conflicto yugoslavo por «un doble sentimiento de urgencia e indignación». Este doble sentimiento lo conduce a la necesidad de comprende esta historia que «era la nuestra y que sólo se la podía hacer inteligible confrontándola con los demás acontecimientos capitales que dominan la escena europea de los últimos cuatro años: el hundimiento del comunismo y la crisis estructural del capitalismo.»

Esta transformación no se circunscribe a Europa y es la que genera, según el autor, un nuevo fascismo. Para explicarlo compone un libro en cuatro capítulos: el primero se rastrea el origen de esta nueva ascensión del nacionalismo; el segundo se relata la historia del caso yugoslavo; el tercero se plantea la inexplicable inacción de los actores europeos e internacionales sobre el conflicto; y el último intenta responder la siguiente pregunta «¿Asistimos verdaderamente hoy en día a un renacimiento de la idea fascista en Yugoslavia y quizá, en un futuro muy próximo, en otros países de Europa?»

En el primer capítulo Julliard explica las crisis - política y económica- ante la que nos encontramos desde fines de los ochenta. La política es producto de la desaparición de uno de los centros de poder mundial que sostenían el orden bipolar de la guerra fría y la económica es producto de cambios que llevan a consolidar «la civilización del paro» (desocupación). Son tres estados que permiten que la sociedad actual sustente este cambio: 1) uno «en el cual el pleno empleo se ha convertido en un objetivo inalcanzable»; 2) otro, «en la cual la contradicción paradójica que se da entre la superabundancia de los objetos y la demanda de puestos de trabajo se ha hecho insoluble»; 3) finalmente «en el que el no-trabajo somete al hombre en vez de liberarlo.»

Aunque ambas crisis no tienen la misma naturaleza, ya que mientras la «primera es el síntoma de una enfermedad que se encuentra en su fase terminal; la segunda es el signo de una profunda mutación, de la cual no tendría nada de extraño que el paciente saliese irreconocible.»

Esta crisis doble lleva a la reaparición y transformación de viejos problemas y a la aparición de nuevos. Problemas políticos y económicos potencian una fragmentación del espacio político. Y contrariamente a esto también nos encontramos frente al intento de imponer un pomposo Nuevo Orden Internacional que para tener validez tendrá que suponer «un concierto de voluntades o el recurso a la violencia. Y habrá tanta mayor violencia cuanta menor voluntad haya habido.» Es decir se anuncia una época de conflicto, no se homogeneiza el espacio internacional sino que aparece el nacionalismo por todos lados «el nacionalismo sería, en los países occidentales, la reacción de unas capas sociales que se sienten amenazadas por el progreso técnico y económico; en el mundo árabe-musulmán, el crispamiento de una cultura que se siente puesta en peligro por la universalización de los valores que alimente este progreso; en el antiguo mundo comunista, finalmente, la reacción de una población decepcionada por la lentitud con la que este mismo progreso deja sentir sus efectos.»

Este nacionalismo actual es la tercera ola en el desarrollo histórico de esta idea política, y está precedida por una «primera ola de nacionalismo a mediados del siglo XIX, cuando la primera revolución industrial puso en cuestión la sociedad campesina secular, as solidaridades entre pueblos y ciudades y malas manifestaciones de la cultura secular.» Y «una segunda ola de nacionalismo se produjo en la década de los años 1930 como consecuencia inmediata de la gran crisis económica.»

Hoy el nacionalismo resurge con fuerza «por la caída del comunismo, que se ha visto complicada por la crisis estructural del capitalismo moderno.»

El surgimiento del nacionalismo nos pone ante una gran pregunta que es qué hacer con la minorías que componen las naciones y los estados modernos.

Un buen ejemplo de lo que pasa con esta minorías en este contexto internacional, es el caso yugoslavo que se trata en el segundo capítulo. Allí historia a los pueblos involucrados en ese conflicto balcánico, lo llamativo es que «a pesar de esta separaciones y oposiciones, serbios y croatas nunca se hayan enfrentado en una guerra abierta; lo prodigioso consiste en que haya bastado que se les encerrara en el interior de unas fronteras comunes para que empezasen a matarse entre sí.»

Este encierro, es la idea de un espacio plurinacional para los eslavos del sur - Yugoslavia- y hace una historia de esta idea y los diferentes enfrentamientos ocurridos entre los diversos pueblos, siendo el más preocupante en la segunda guerra mundial cuando en el territorio yugoslavo era «la guerra de todos contra todos.»

Estos enfrentamientos «nunca han sido olvidados. Puede decirse, sin embargo, que sí han sido superados. Prueba de ello, a todo lo largo de la era tísica, ha sido el elevado número de matrimonios «mixtos» celebrados entre croatas y musulmanes en Bosnia.»

Aunque este régimen totalitario yugoslavo tuvo como error principal «haber dado al nacionalismo renaciente el prestigio de la libertad.»

En estos párrafos observamos como los acontecimientos actuales pueden ser vistas a través de lo que Hobsbawm llama memoria selectiva. Se puede crear una historia en una dirección o en otra, alejándose de la verdad. De allí la importancia de los historiadores que convertidos en actores políticos, éstos deben preservar la memoria como una totalidad, base de la identidad de todos los pueblos. Hoy los nacionalistas serbios aparecen claramente como culpables aunque no todos son así, y tal vez éstos últimos «nos ayudarán a hacernos olvidar que hoy Serbia rima con purificación étnica, como ayer Alemania rimaba con campos de concentración.

El autor busca impugnar la idea, bastante extendida de que Yugoslavia es un ideal panserbio ya que existen diferencias entre estos proyectos. Mientras una es un estado plurinacional y federal, la otra es un estado con la preeminencia de un pueblo sobre los otros. Yugoslavismo y panserbismo son «dos ideas opuestas: la primera implica el pluralismo en materia de nacionalidades, alfabetos, lenguas, religiones y costumbres; la segunda es un mononacional, monolingüísticos, monocultural y monorreligioso.» Si bien el panserbismo aparece como «nada de sorprendente» el problema está «cuando choca con la presencia de otras naciones sobre este mismo territorio, con derechos históricos equivalentes, la guerra y las matanzas indiscriminadas son inevitables.»

La aparición de las matanzas, la limpieza étnicas, la intolerancia son índices de la variación del nacionalismo de un siglo a otro. Mientras:

... El siglo XIX pasará a la historia como la época de las nacionalidades, es decir, de la coexistencia de varios pueblos en un mismo Estados - de forma imperial, por ejemplo-. El siglo XX - y no hay motivo para sentirse orgulloso de ello - será recordado como el siglo de las naciones, es decir, el de la coincidencia de una nación lo más homogénea posible en un Estado.

A esta coincidencia entre Nación y Estado debemos sumarle los cambios en la teoría política, «el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, innovación introducida por la teoría política del siglo XX, ha tenido como traducción práctica el derecho de los jefes a disponer de sus pueblos. El derecho humanitario llama la atención sobre esta desviación perversa y opone al derecho totalitario de los pueblos los derechos individuales de las personas.»

Dos elementos, la coincidencia entre la Nación y el Estado y los cambios en la teoría política, son los que hacen dificil la pervivencia de la minorías. Esta es la gran pelea de nuestro siglo, donde las actitudes de hoy tienen similitudes y diferencias con el accionar nazi en la segunda guerra mundial:

... La acción fría y deliberada de los comandos encaminada a crear una situación irreversibles es, sin duda, lo que emparenta más los comportamientos serbios en Croacia y Bosnia con las acciones de la unidades SS alemanas durante la guerra.

El método utilizado es la limpieza étnica cuya finalidad es «homogeneizar la población mediante la eliminación de los elementos extraños o impuros.»

Ante esta situación, es interesante ver la reacción de los europeos y de los organismos internacionales ante el conflicto yugoslavo que el autor trata en el tercer capítulo.

Tiene dos niveles: uno individual y otro el de los principales actores políticos. El primero tiene que ver con el efecto que produce en la población «el sufrimiento de los niños víctimas del frío y las bombas es una idea que se nos hace insoportable.» El conocimiento de este conflicto por la televisión genera en «términos de emoción, mucho; en términos de información, poco; en términos de reflexión, no es nada.»

Esta desproporción entre la emoción, la información y la reflexión, por efecto mediático, produce cambios en la percepción del horror, el cual es un «horror televisado» en donde «lo que cuenta no es el horror, sino la televisión. No es el acontecimiento mismo, sino el espectador del acontecimiento. La mascara ha devorado el rostro.»

El efecto mediático impide la movilización de la opinión pública la que hubiese generado «durante las guerras de Croacia y Bosnia, los europeos, los americanos o la ONU habrían detenido esta guerra, con tanto mayor motivo cuanto que Milosevic no es un loco a la medida de Saddam, sino un demagogo sagaz y prudente al que hemos visto retroceder cada vez que los americanos han parecido endurecer su actitud. Pero a pesar de esta mediatización se generó un bando el «de los indignados»

El otro bando es de los políticos. En él se observa la inacción de los estados y organismos internacionales ante los horrores del conflicto.

La diplomacia francesa en particular, y la europea en general, según Julliard, «ha elegido el camino de la impotencia; las guerras de Croacia y Bosnia han constituido para ellas la prueba de la verdad y han sido un índice extraordinario que ha permitido calibrar el estado real del reconocimiento de los derechos del hombre en los espíritus más civilizados de ese final del siglo XX.»

Los gobiernos europeos y los organismos internacionales optaron por la ayuda humanitaria y la utilización de una fuerza de disuasión. Para nuestro autor la ayuda humanitaria «se ha convertido en la forma diplomática que adopta el engaño.» Sumado al hecho de que estas fuerzas de disuasión buscan «poder reunir en torno a esta presencia un consenso lo suficientemente unánime como para hacer dudar al agresor. ¡De acuerdo! Pero a condición de no olvidar que una fuerza de disuasión sólo es eficaz cuando puede transformarse en cualquier momento en fuerza de intervención. Este no es el caso actualmente de la Fuerza de Protección de Naciones Unidas en Bosnia.

Y esta ineficacia es la que lleva a que las fuerzas de la ONU sirvan sólo «para consolidar en el terreno la conquista serbia.» Por otro lado, las decisiones de los distintos actores internacionales «no han tenido el efecto de desanimar al agresor, sino todo lo más el de dispersar sus fuerzas militares.»

Los europeos en el conflicto renunciaron a ejercer sus obligaciones hacia esa región, siendo las principales responsables Francia y Alemania, quiénes son «las dos naciones más implicadas en los asuntos yugoslavos, Europa ha renunciado progresivamente a asumir cualquier tipo de responsabilidad en beneficio de la ONU.»

El horror, la inacción, la especulación en torno del conflicto, hacen ver al autor que «hoy es demasiado tarde para Yugoslavia, y que ya incluso es tardísimo para Bosnia, pienso, en cambio, que todavía podemos llegar a tiempo en Europa.»

Cabe aclarar que este texto fue escrito previamente a los Acuerdos de Dayton que han abierto cierta esperanza con respecto al futuro de Yugoslavia.

El último capítulo esboza una respuesta inquietante a la pregunta que está en el libro desde su título mismo y que es esbozada en los anteriores capítulos.

Para el autor los acontecimientos bárbaros no tiene que ver con un salvajismo primitivo, con un retorno de las tribus, «sino de un proyecto deliberado de racialización de la guerra.»

Esta racialización del conflicto genera un problema político dado no tanto por «saber si las razas han existido en el pasado, sino en saber si un puñado de locos o de criminales no están haciendo todo lo posible para que sean una realidad política en el futuro.»

Julliard sostiene que lo esencial de fascismo está «en la capacidad para activar tendencias irracionales en el espíritu de las masas.»(158-9) Y Europa Oriental es un ámbito propicio para el desarrollo de estas ideas ya que «las enormes dificultades económicas por las que atraviesan los países del Este constituyen un caldo de cultivo propicio para el éxito de aventuras tales como las de Milosevic en Serbia.»

La aparición de estas aventura fascistas se emparentan con los sucesos de los treinta, son una nueva barbarie a la que «pertenecen los campos de Concentración, el apartheid la limpieza étnica, el memoricidio y el urbicidio.»

Toda esta actitud política genera una cultura del odio que «es el primer componente, el más esencial de todos, de este neofascismo que asoma por el Este.» Esta cultura del odio «corre pareja con el odio a la cultura. Sabemos que la voluntad de destruir la cultura, empezando por sus productores es, en su rabia niveladora, un rasgo típico del sistema totalitario sobre todo en su variante nazi.» Sumado a «las técnicas de la propaganda puestas al servicio de esta cultura.»

A pesar de este panorama el autor sostiene que la «necesidad de solidaridad y autenticidad que se expresa a medida que se enfrentan nuevos géneros de vida contrasta felizmente con el egoísmo y la hipocresía de los antiguos.»

Estos elementos, la solidaridad y la autenticidad son los que permitirán superar las perplejidades ante las que nos encontramos. Afirmando «que la guerra de Yugoslavia habrá sido la guerra de las ocasiones perdidas: a de erigir a Europa como verdadero actor político, sujeto de pleno derecho de la historia del siglo XXI... si nosotros no hacemos nada para evitarlo, la guerra abrirá nuevos frentes, el odio triunfará, el fascismo renacerá y sólo nos quedara contemplar, con el corazón henchido de rabia, la ruina de una Europa que nosotros habíamos merecido amar.»

Frente a toda esta situación el autor alberga un único deseo «que los acontecimientos que se produzcan después de su escritura lleguen a desmentir el enunciado de su título. En historia, el actor político, como el analista del presente, solamente puede elegir entre dos escollos: la negligencia criminal o la precaución inútil.»

Creemos necesario hacer una breve reflexión sobre este texto, los aportes que hace están en una misma dirección de la que señalada Hobsbawm para nuestro siglo en donde la barbarie es un elemento constitutivo de él. Entendiendo ésta como el «trastorno y quiebra de los sistemas y reglas de conductas morales por los cuales todas las sociedades regulan las relaciones entre sus miembros»; y además de la revisión del proyecto del Iluminismo del siglo XVIII, destacando que el «mundo actual fue moldeado por lo que podríamos denominar el paisaje histórico que dejaron tras de sí la era imperialista y su hundimiento».

Este hundimiento está reflejado por las hecatombes que «eran inimaginables en el siglo XIX, y las que ocurrían tenían lugar en el mundo de atraso y barbarie que quedaba fuera del progreso y de la «civilización moderna» y sin duda estaban destinadas a ceder ante el progreso universal, aunque desigual».

Por otro lado, como lo señalamos en el análisis sobre el texto de Goytisolo, el conflicto yugoslavo es un viaje a la barbarie y marca el estado de los derechos del hombre en el mundo.

No creemos como lo hace el autor que este fascismo se vea potenciado por dos crisis, sino por una más global que no se limita a este siglo, sino que es un movimiento general que se origina mucho más atrás en el tiempo.

La repetición de sucesos como la actual situación de los serbios con las pretensiones hitlerianas y la actuación de las potencias en aquellos momentos y en éste, es un dato importante. Si la historia se repite, pero además aparece primero como tragedia y luego como farsa, esta farsa nos hace pensar que de todo el siglo veinte hemos aprendido muy poco.

Para revertir esta situación, necesitamos de muchos más textos como este. Textos que pretendan navegar, como lo dijimos al principio, hacia una búsqueda de la verdad y un compromiso con el pasado, el presente y el futuro. Y esta es una dirección correcta en la reflexión que todo intelectual debe plantearse hacia su tiempo y en función de su identidad colectiva.

Alejandro Simonoff

Integrante del Dpto. de Europa. I.R.I.