Juventudes, subjetivación y Consumo de sustancias

Autores/as

  • Pablo Barrenengoa

Palabras clave:

juventud, subjetivación, consumo de sustancias, generación

Resumen

Aquello que hoy conocemos como “juventud” dista de ser una noción natural o autoexplicativa. Advertir la dimensión social, histórica, cultural, situada y relacional de emergencia de las juventudes implica pensar, entonces, en términos de su producción (Vommaro, 2014). Ignacio Lewcovicz (2003) señala que, sin embargo, una generación tampoco puede comprenderse solo a partir de la coexistencia en un tiempo histórico común, sino que para constituirse subjetivamente como tal debe poner en juego criterios de identificación común entre sujetos que comparten un problema. Allí, la consideración de las rupturas y continuidades resulta clave. El vínculo generacional aparece y se constituye como efecto de un proceso de subjetivación, ligado con una vivencia común en torno a una experiencia de ruptura, a partir de la cual se crean mecanismos de identificación y reconocimiento en tanto parte constitutiva de un nosotros (Lewkowicz, 2003).
Si los procesos de subjetivación conllevan desplazamientos, movimientos y operaciones nómades (Deleuze, 1995) a partir de las cuales se deviene sujeto, nos preguntamos aquí sobre el rol que el consumo de sustancias ocupa en esas dinámicas de modelización subjetiva. Algunas modalidades de subjetivación que accionan abusos y excesos de diverso orden (crueldades, violencias, consumos de sustancias, etc.) han sido comprendidas como modos “desbordes de lo pulsional salido de cauce”. El rasgo característico de estas modalidades de padecimiento actual está constituido por la extranjería de la experiencia de sí, que en los casos de urgencia de satisfacción implica el arrasamiento de cualquier pregunta sobre el deseo y expectativa futura. Se trata de una temporalidad vertiginosa, en la que se clausura la posibilidad de instalar las demoras que cualquier campo de experiencias necesita. La dificultad de configurar el campo de experiencias obstaculiza o impide la posibilidad de componer el propio mundo, andar por la vida sin brújula (Fernández, 2004). El consumo de sustancias psicoactivas, en casos de abuso y dependencia, aporta una arquitectura protésica para desatender las señales del campo emocional y da lugar a una “emocionalidad producida” (Míguez, 2008) en la que el uso “remedial” se constituye como alternativa para el arreglo cosmético del estado de ánimo, la percepción o el comportamiento. En este sentido, pensar el modo en que las juventudes actuales van configurando sus territorios implica reflexionar sobre algunos procesos de subjetivación juvenil que se desarrollan en los usos rituales y problemáticos de drogas, en los diferentes escenarios vitales que transitan.

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Publicado

2020-03-02