Convocar al deseo en la relación con el saber: un horizonte para la universidad
Palabras clave:
relación con el saber, educación superior , universidadResumen
En este número de Trayectorias Universitarias proponemos detenernos en una cuestión que, aunque presente en la emergencia misma de la institución universidad, adquiere una urgencia renovada en el escenario contemporáneo: la relación con el saber. En un contexto marcado por transformaciones culturales aceleradas y por la irrupción de nuevos problemas sociales, se vuelve imprescindible reponer las formas en que la universidad produce, transmite y legitima conocimiento.
Es un honor señalar, además, que tal cuestión es enfocada en este número, desde la recuperación de un enfoque nodal y fundante de las actuales lecturas educativas en su abordaje, a través de la comprometida y generosa tarea desarrollada para ello, por Bernard Charlot y Soledad Vercellino, coordinadores del dossier.
Tristemente, en el momento de cerrar la edición del número, nos conmovió la noticia del fallecimiento de Bernard Charlot. Su ausencia deja un profundo pesar, pero nos invita a valorar con especial gratitud el aporte que aquí deja, inscripto en un legado tan vasto como generoso. En reconocimiento a ello, se incluye una semblanza y un homenaje preparados por su colega Soledad Vercellino.
En este número de Trayectorias Universitarias proponemos detenernos en una cuestión que, aunque presente en la emergencia misma de la institución universidad, adquiere una urgencia renovada en el escenario contemporáneo: la relación con el saber. En un contexto marcado por transformaciones culturales aceleradas y por la irrupción de nuevos problemas sociales, se vuelve imprescindible reponer las formas en que la universidad produce, transmite y legitima conocimiento.
Es un honor señalar, además, que tal cuestión es enfocada en este número, desde la recuperación de un enfoque nodal y fundante de las actuales lecturas educativas en su abordaje, a través de la comprometida y generosa tarea desarrollada para ello, por Bernard Charlot y Soledad Vercellino, coordinadores del dossier.
Tristemente, en el momento de cerrar la edición del número, nos conmovió la noticia del fallecimiento de Bernard Charlot. Su ausencia deja un profundo pesar, pero nos invita a valorar con especial gratitud el aporte que aquí deja, inscripto en un legado tan vasto como generoso. En reconocimiento a ello, se incluye una semblanza y un homenaje preparados por su colega Soledad Vercellino.
Como bien plantean en la Introducción del Dossier, la masificación de la educación superior y la diversificación de las trayectorias estudiantiles han puesto de relieve tensiones que no pueden abordarse únicamente desde una lectura centrada en desempeños o resultados. Se advierte la necesidad de comprender qué significa aprender en la universidad, lo que exige mirar más allá de explicaciones deficitarias e interrogar las condiciones en que los sujetos constituyen sus vínculos con el conocimiento. Tal como lo señalan, comprender esta relación supone reconocer que el saber nunca es neutro ni atemporal: es un objeto histórico, situado, seleccionado, transformado y ofrecido de modos particulares por cada institución y por cada comunidad académica.
En este sentido, la teoría de la relación con el saber, con su tradición de pensamiento sobre éste, sobre el no saber, y sobre el deseo de saber, ofrece claves conceptuales potentes para examinar los desafíos actuales de la educación superior.
Abordar esta problemática resulta especialmente relevante para la formación docente, ámbito en el cual las preguntas por el sentido del saber, por los modos de apropiación y por la construcción de subjetividades ligadas al aprender se vuelven centrales. Los y las docentes, al enseñar, habilitan experiencias de encuentro con el conocimiento, median emociones, expectativas y formas de estar en la universidad, y encarnan figuras que pueden despertar -o inhibir- la potencia del deseo de saber. Que la universidad reflexione sobre estos procesos no es un ejercicio teórico accesorio, sino una exigencia vinculada a su propia responsabilidad histórica, pedagógica y social.
La noción de relación con el saber permite, además, poner en escena aquello que las estadísticas o los indicadores de rendimiento suelen dejar fuera: las dimensiones afectivas, simbólicas, identitarias y deseantes que atraviesan la experiencia formativa. Como señalan Charlot y Vercellino, aprender implica siempre una descentración de las formas previas con que cada sujeto se ha relacionado con el conocimiento en su historia vital. Ese movimiento no es meramente intelectual; involucra un entramado de sentidos, expectativas y emociones que se configuran en contextos intersubjetivos e intergeneracionales. Por ello, la universidad tiene el desafío de crear experiencias que vuelvan significativo el encuentro con el saber, experiencias que convoquen a las nuevas generaciones a re-enamorarse del conocimiento.
En un tiempo en que proliferan relaciones instrumentales con los estudios, demandas de inmediatez y discursos que disputan el valor del conocimiento experto, este dossier invita a repensar la función cultural de la universidad. No se trata de defender el saber per se, sino de preguntarnos qué conocimientos ofrecemos, por qué los ofrecemos y qué experiencias posibilitamos para que los estudiantes puedan integrarlos, transformarlos y dotarlos de pertinencia en sus propios mundos de sentido y en el escenario histórico en el que inscriben sus proyectos vitales y académicos. De esta reflexión dependen no sólo los modos en que se aprende, sino también la posibilidad de que el conocimiento contribuya a la democratización y a la justicia social.
En este panorama, resulta necesario, volver a pensar desde las prácticas docentes algunas dimensiones tales como la experiencia del tiempo en la relación con el saber. En una cultura que privilegia la inmediatez y la productividad constante, el trabajo intelectual demanda ritmos heterogéneos, donde se entraman el tiempo “detenido” de la lectura profunda, el tiempo incierto de la indagación, y el tiempo progresivo de la elaboración. Sostener estas temporalidades desde una perspectiva que se distancie de la conservación nostálgica es una condición para que el acto de estudiar recupere su potencia transformadora y permita a los sujetos habitar el conocimiento más allá de las urgencias que imponen algunas lógicas del presente.
Asimismo, la relación con el saber involucra siempre una dimensión corporal y afectiva. El aprender se expresa en entusiasmos y cansancios, en dudas, silencios, gestos y modos de presencia que forman parte del vínculo subjetivo con los contenidos y con la vida universitaria. Cuidar esta dimensión encarnada del estudio implica reconocer que los cuerpos -sus tiempos, sus vulnerabilidades, sus modos de estar con otros- también configuran la posibilidad de apropiarse del saber y de construir sentidos en torno a él.
A la vez, la relación con el saber tiene siempre una dimensión colectiva que la universidad convoca y renueva. Incluso en contextos de masividad, la vida académica abre espacios donde lo singular se encuentra con lo grupal: estudiar es también compartir preguntas, construir argumentos en diálogo, contrastar perspectivas y experimentar el saber como experiencia común. La universidad ofrece, así, un entramado de vínculos que permite que cada estudiante elabore su propio recorrido al mismo tiempo que participa de comunidades de sentido, sosteniendo la idea de que aprender es un acto singular, pero que se da en relación.
Finalmente, interrogar la relación con el saber es también abrir una reflexión sobre su dimensión ética. Cada acto de conocer implica una toma de posición respecto del mundo y de los otros, y define qué valor se concede a la búsqueda, a la duda, a la evidencia y al diálogo. La universidad, como espacio formativo, tiene la responsabilidad de acompañar la construcción de una ética del conocer que articule responsabilidad, sensibilidad y compromiso social, habilitando prácticas que sostengan el valor del conocimiento, en sociedades atravesadas por tensiones culturales, políticas y epistémicas.
Finalmente, desde Trayectorias Universitarias reafirmamos nuestra convicción de que abrir este debate es imprescindible para fortalecer el campo de la formación universitaria y, en particular, la formación docente. Este dossier -como hemos señalado, coordinado por dos referentes centrales en el estudio de la relación con el saber, y conformado por artículos de destacados especialistas en el tema de diversas universidades y países- constituye una invitación a mirar con mayor agudeza aquello que ocurre en las aulas, en las trayectorias y en las subjetividades que se forman en la universidad. Nuestro propósito es contribuir a que la institución universitaria no solo transmita saberes específicos expertos, lo cual ha de garantizar sin duda, sino que ofrezca también espacios donde aprender sea una experiencia vital, cargada de sentido, deseo y posibilidad.
Si bien este dossier se centra fundamentalmente en las relaciones que los y las estudiantes establecen con el saber en la universidad, resulta igualmente necesario proyectar esta reflexión hacia el trabajo de Docentes, Investigadores, Nodocentes, Extensionistas, como así también con todos los sectores, espacios y organizaciones con quienes la Universidad trabaja mancomunadamente. En efecto, como ha señalado Paulo Freire, solo es posible generar experiencias significativas de aprendizaje cuando quienes están implicados en la educación desarrollan una lectura crítica y recreadora del mundo, capaz de renovar su propio vínculo con el saber.
Para las prácticas de enseñanza, específicamente, supone también reconocer que enseñar implica sostener un trabajo permanente de interrogación, duda y reconstrucción. Ese movimiento, que muchas veces desestabiliza seguridades profesionales y subjetivas, constituye sin embargo la condición misma para que la universidad pueda acompañar a las nuevas generaciones en la construcción de sentidos propios frente al conocimiento. Desde esta perspectiva, TU una vez más invita a revisar cómo repensar nuestros propios modos de acercarnos al saber para habilitar experiencias más potentes, inclusivas y humanizadoras.
En esas búsquedas colectivas nos encontramos, una vez más…
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Derechos de autor 2025 Glenda Morandi, Carlos Giordano

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