DEBATES EN TORNO A LA EVALUACIÓN CIENTÍFICA
Abstract
El taller virtual sobre “Debates en torno a la evaluación científica” contó con la asistencia de alrededor de veinticinco participantes becaries. El espacio tuvo como moderadoras a Agustina Luques y Mariángeles Calvo quienes abrieron y cerraron la conversación retomando tanto los puntos más importantes expuestos por les invitades como el propósito del taller, y las preguntas o comentarios les asistentes. A continuación, se comparten algunos enfoques compartidos por les expositores, y los puntos de discusión más relevantes de cada propuesta.
Las cuatro exposiciones, a cargo de Gabriel Merino, Susana Ortale, Ramiro Segura y María Bonicatto dieron un breve marco de contexto al debate actual sobre la evaluación, producción y circulación del conocimiento científico. Gabriel Merino señaló como punto de inflexión la Declaración de Budapest sobre el acceso abierto al conocimiento en 1999, momento que coincide con la fuerte crítica al consenso de Washington y las medidas neoliberales, y tiene, como contrapartida, un cambio de época en América Latina, donde además se empieza a repensar la ciencia en función de la soberanía, el desarrollo y la cuestión social. Susana Ortale contextualizó el objetivo del taller en relación con la creciente profesionalización de la investigación; la expansión de recursos para el sector científico, las ofertas de posgrado y la creciente cantidad de becas dan cuenta de un mercado académico como mercado de trabajo. Este aspecto no es menor porque se pone en juego cuando discutimos los criterios de producción y evaluación. Ramiro Segura también se refirió a que se trata de un campo en expansión; cada vez hay más carga en torno a esta tarea, ya que formamos parte de una cultura donde evaluamos y somos evaluades; en ese sentido, destacó que no es una cuestión accesoria ya que la ciencia en todo el mundo busca tener el efecto de validación y conformación de comunidad. Como otro punto contextual importante, señaló que no hay que perder de vista que en Argentina formamos parte de una evaluación entre pares; se podría llamar a tecnócratas, pero seguimos prefiriendo la mirada del par, aunque por supuesto haya asimetrías y jerarquías dentro del mismo campo científico. María Bonicatto, finalmente, recuperó – en cuanto a los aspectos contextuales – varios de los puntos mencionados anteriormente, y agregó el marco por ella propuesto: la extensión universitaria como práctica que aporta los elementos para repensar la evaluación.
Las intervenciones del público tuvieron como punto en común que, desde miradas y objetivos diversos, re-interrogaron algunos de los imaginarios, supuestos y modos de nombrar en el universo de la evaluación sobre la producción científica que circulan con mayor frecuencia. Gabriel Merino cuestionó la antinomia “ciencia básica / ciencia aplicada”, ya que esas oposiciones solo invisibilizan las verdaderas contradicciones; el problema consiste en cómo los sistemas nacionales de evaluación se adaptan a lógicas que reproducen una desigualdad entre centro y periferia. Por otro lado cuestionó la idea de transferencia como un aspecto unilineal, que instó pensar como articulación donde el investigador formaliza muchos pensamientos que vienen de esa articulación, no transfiere conocimiento. En el mismo sentido, María Bonicatto problematizó que los pilares de la Universidad sean “tres columnas” (docencia, extensión e investigación), ya que la extensión no puede ir en paralelo, sino que se trata de una práctica de doble vía, donde involucra al otre necesariamente; por eso desestimó hablar de “evaluación científica” y sí en cambio de evaluación del conocimiento científico. Mientras la primera opción reproduciría cierta endogamia, donde evaluamos internamente, la segunda deja la posibilidad de incorporar otros actores con los cuales construir la evaluación como un conjunto de criterios de deseabilidad. Tanto Bonicatto como Ortale coincidieron en la necesidad de incorporar actores que están por fuera del campo científico que den la validación de incidencia de ese conocimiento. Para valorar la incidencia no basta con pares, tiene que ver con los destinatarios, cómo se apropiaron. Por eso se valora la divulgación.
Susana Ortale marcó que es importante evitar “hombres de paja” en la discusión sobre las evaluaciones, y en ese sentido, señaló que los criterios de evaluación cambian mucho más dinámicamente de lo que imaginamos y que, por ejemplo, jamás se utilizó –al menos en las comisiones de Ciencias Sociales– el factor de impacto de las revistas académicas, que sí fue algo utilizado por las bibliotecas para saber qué revistas comprar. A lo que agregó que, por otra parte, en 2012, en el marco de la Declaración de San Francisco, los editores de revistas impugnaron esas métricas que han generado muchas distorsiones en las evaluaciones. Por otra parte, puso en cuestión la idea de que las ciencias humanas y sociales estemos traccionadas por las exactas y naturales, ya que son los pares quienes establecen los criterios. En relación con lo “cuantitativo” como problema de la evaluación, Ortale advirtió que hay que revisar que se trate de una oposición tan binaria respecto de lo cualitativo, ya que el número traduciría algo que es cualitativo y fue evaluado por especialistas. Marcó que, como estamos en un campo con reglas, no cualquier manera de producir conocimiento vale. Y que asimismo, no solo se evalúan artículos, también importan los informes, transferencias, asesoramientos, pericias. Por ese motivo, y en consonancia con lo que plantearon lxs otros expositores, surgió como uno de los puntos destacados la importancia de transparentar criterios de evaluación para sacar los fantasmas que tenemos.
Ramiro Segura, por su parte, profundizó la idea socialmente aceptada de que la ciencia debe resolver problemas. No hay problemas per se, insistió, sino agentes que los construyen. La ciencia es un agente de construcción de los problemas públicos, estos no preexisten sino que hay que formularlos para luego resolverlos. Por otra parte, marcó la necesidad de no hacer recaer sobre el trabajo del becarie y las tesis los mandatos que exigimos a la ciencia; cuando hablamos de la relevancia social de la investigación científica –por su impacto en políticas públicas, en el discurso público, o la democratización del acceso a bienes básicos– no es deseable que esa exigencia corra por cuenta de cada tesista. Las becas representan instancias de formación individual que se dan en el marco de proyectos más amplios.
Algunos de los aspectos que se mencionaron transversalmente a lo largo del taller fueron: la promoción del conocimiento como problema público; las políticas de acceso abierto en relación con el conocimiento como un derecho; la importancia de no pensar en términos de una “ciencia útil” ya que eso conduce al peligro del mercantilismo; la construcción de criterios de evaluación como algo que no es dado, sino que son objetos de negociación y disputa donde también interviene la mirada diferencial de cada institución; y el desafío de una co-construcción del conocimiento.
Otros puntos del intercambio fueron los siguientes:
- Merino destacó la estrecha relación entre discutir quién produce ciencia, cómo circula, cómo se evalúa y utiliza, y el desarrollo de un país. La inversión del 2% del PBI en CYT impacta en el acceso de la mayor parte de la población a bienes básicos. El mayor desafío es que eso se choca con un sistema mundial que funcia solo de manera desigual; por eso cuando los países periféricos discutimos discutimos hacer ciencia tocamos pilares centrales del sistema mundial. Es un movimiento democratizador que desarrolla la soberanía. Destacó asimismo la importancia de fortalecer al sujeto / actor de la ciencia y la tecnología, no solo desde lo gremial, sino también desde la posibilidad de pensar qué país queremos.
- Ortale marcó algunas precisiones con respecto a las diferencias de género. En 2015 nuestro país tenía el 50% de mujeres investigadores, frente al 30% mundial. Esto no da cuenta de una total equidad, ya que los estratos más altos aún están colonizados por varones. En ese marco, las evaluaciones también son sensibles al género, ya que es un punto de “fugas”: las cargas domésticas, el hecho de que la etapa de becaries coincide con etapas reproductivas. No obstante, hay que preguntarse a dónde se desplazan los varones: cuando vamos a las empresas privadas hay un 85% de varones y un 15% de mujeres.
- Bonicatto señaló un carácter diferencial para la relación entre evaluaciones y políticas públicas, ya que estas suponen procesos de implementación caóticos, y no se pueden sostener con modelos de tecnócratas.
- Segura remarcó la importancia de atender a la performatividad de la evaluación, es decir: se evalúa lo que se hace, pero también se hace lo que se evalúa, por lo tanto hay que atender a qué tipo de efectos tiene la evaluación en les evaluades.