La evaluación es Educación

Autores/as

  • Carlos José Giordano UNLP
  • Glenda Morandi UNLP

Palabras clave:

Evaluación, Formación Universitaria, Prácticas docentes

Resumen

Este segundo número de Trayectorias Universitarias invita a recorrer debates, reflexiones y experiencias en torno de las prácticas de evaluación de los procesos de formación en la universidad. Y, a pesar de que lo parezca, el título no presenta una obviedad sino una tensión no siempre resuelta en forma “pacífica” si no de maneras violentas, nada simbólicamente. Así como las mayúsculas también indican un sentido de inclusión de Derechos, de procesos de transformación y no mera acción informativa formal.

La cuestión de la evaluación y especialmente la evaluación de los estudiantes/de los aprendizajes, tiene una presencia muy marcada en la cotidianeidad de las prácticas de enseñanza y aprendizaje universitarios. En buena medida “organiza”, “vertebra”, “regula” los intercambios, los tiempos, los esfuerzos, e incluso las preocupaciones y  tensiones, tanto de docentes como de estudiantes. Es asimismo una instancia ordenadora de dimensiones institucionales, que reglamentan y norman sus modalidades, características y pautas, y marcan también el transcurso de la vida universitaria.

Su relevancia está dada en la fuerte interrelación que existe entre las prácticas de evaluación y el desarrollo de las trayectorias estudiantiles en la universidad, como así también en su papel en la producción de saberes socialmente significativos,  conocimientos y habilidades de quienes egresan de la universidad. La evaluación en este sentido no puede ser analizada sólo en el marco de una lógica educativa o académica, sino que por el contrario se encuentra fuertemente sobredeterminada por dimensiones económicas y sociales, ligadas a procesos de jerarquización, distribución y segmentación de los saberes, pero también de los sujetos y sus posiciones en el espacio sociocultural.

En las prácticas de enseñanza, esta articulación de la evaluación con un horizonte institucional ligado a los saberes profesionales del mercado laboral y/o económico acrecienta en las instituciones universitarias el peso de las prácticas de acreditación por sobre las del seguimiento y la producción acerca de los procesos de formación. Su alcance es reducido, en ese horizonte político-pedagógico, a la confección, aplicación e interpretación de datos recabados por medio de exámenes, que se administran a los estudiantes luego de su “exposición” a una cierta acción de enseñanza, contribuyendo a configurar lo que algunos autores denominaron una verdadera “pedagogía del examen”. Se anuda en ella, sin duda, un poder que se traduce en poder del docente, pero que expresa y vehiculiza una distribución social del poder en relación con la distribución del saber, sobre la que no siempre reflexionamos.

Esta pedagogía del examen tiende a burocratizar los vínculos entre docentes, estudiantes y conocimientos, y a separar progresivamente cada vez más a las instancias de examen de la realidad concreta de los procesos formativos que efectivamente tienen lugar en las aulas, y de las posibilidades/dificultades que los mismos transitan en tanto procesos complejos, cambiantes, subjetivos.

Poner el foco en la cuestión de la evaluación en la formación universitaria desde una perspectiva crítica de nuestras prácticas docentes, supone desanudar algunos de estos sentidos naturalizados, aun cuando sus lógicas trasciendan nuestras posibilidades de intervención sobre todas ellas; y, también, buscar los modos de revisar prácticas fuertemente instituidas anudadas a estos sentidos. Ello requiere debatir perspectivas, concepciones e intencionalidades, asumiendo que no se trata de una práctica “neutral” u “objetiva”, sino que como toda practica social histórica supone un ordenamiento preciso de las dimensiones que involucra.

Desde prácticas docentes así concebidas, la comprensión de estas dimensiones puede permitirnos repensar también la evaluación desde otros marcos posibles, desde construcciones comprensivas, tendientes a detectar núcleos problemáticos, circunstancias imprevistas, posibilidades colectivas, necesidades específicas o caminos alternativos.

Otro lugar que nos ayude a sostener -junto a estudiantes, investigadores, profesionales, funcionarios, artistas, técnicos y tecnólogos- aquellos procesos de transformación que anunciamos al principio de esta Editorial en tanto puentes, como articulaciones, como aperturas, con el optimismo de las Trayectorias y el pesimismo del análisis crítico, propositivo, universitario. La Educación, en fin, evaluada, evaluándonos, transformándonos.

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Publicado

2016-09-06

Cómo citar

Giordano, C. J., & Morandi, G. (2016). La evaluación es Educación. Trayectorias Universitarias, 2(2). Recuperado a partir de https://revistas.unlp.edu.ar/TrayectoriasUniversitarias/article/view/2752

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